Empleo: aprendamos de los abuelos

Lisardo Bolaños*

Para aprender a crear los empleos del futuro, los guatemaltecos necesitamos inspirarnos en las lecciones de nuestros abuelos, tanto en lo que hicieron bien como en lo que hicieron mal.
Ellos apostaron de manera decidida por el desarrollo industrial, lo cual implicó atraer nueva maquinaria, fortalecer la educación técnica y universitaria, impulsar la investigación y el desarrollo de nuevos productos, y tomaron decisiones claras para que el Gobierno impulsase el desarrollo de nuevos negocios.
Lograron entre 1950 y 1979 generar un crecimiento que nosotros, tres décadas después, no hemos replicado, y es más, el ingreso promedio de hoy es similar al de 1981.
Al mismo tiempo, algunas de las decisiones que ellos tomaron en su momento nos llevaron a la Década Perdida de 1980. Terminaron desordenando las finanzas públicas y gastando más de lo que tenían, mientras permitían que el tipo de cambio fuese, por décadas, desfavorable a las exportaciones industriales.
Terminamos con inflaciones que destruyeron el ahorro de muchos guatemaltecos y pocas empresas tenían los incentivos para promover encadenamientos productivos con empresas locales.
Inspirados en esta experiencia y en la de países asiáticos, el CIEN recientemente propuso que las políticas económicas del país se orienten a la creación de empleo que ofrezca mayores salarios. Para lograrlo, es necesario enfocarse en dos estrategias: 1) aumentar el valor agregado nacional de las exportaciones mediante tecnología, investigación y desarrollo, capacitación, educación y nuevos sectores económicos; y 2) promover la creación de empleo en servicios de alto valor agregado y la manufactura.
Quiero enfocarme en la primera estrategia, y lo resumiría de la siguiente manera: necesitamos volver a crear algo equivalente al Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología Industrial (ICAITI), que ayudaba a las empresas a mejorar sus procesos productivos y realizaba investigación para desarrollar nuevos productos.
A la par, existía apoyo financiero para facilitar la adquisición de nueva tecnología y el crecimiento de las empresas. Esto debe ir acompañado de becas nacionales e internacionales para los ingenieros del país, alianzas entre universidades y empresas, así como el fortalecimiento de la educación secundaria. Todo esto parece difícil, pero es posible. Ya nuestros abuelos lo hicieron antes.

*Investigador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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