Uno de mis compañeros de trabajo hablaba por teléfono y utilizó una frase para concluir la conversación sobre este problema que es tan común hoy en día: no escuchamos, no vemos ni le ponemos atención a aquello que puede ayudarnos a resolver el problema que nos tiene atascados, y cuya solución está frente a nosotros. Tiene razón el dicho: el que no quiere escuchar, que se fastidie. También es válido decir que el que no quiera ver, el que no quiera ir más allá que sí mismo… en fin, que se fastidien todos aquellos que andamos perdidos en la soledad de nuestros enquistamientos de ególatras.
De pronto, sin ni siquiera quererlo, me puse a pensar que esa manera de andar perdidos en nuestros pensamientos, y de no querer escuchar al mundo de fuera que quiere comunicarse con nosotros, puede ser un problema realmente serio en el mundo de hoy. De ahí que la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial esté ahora más cerca que nunca. En lugar de evolucionar como los mamíferos que somos, que es nuestra esencia natural antes de ser primates, nos estamos encasquetando tanto que corremos el riesgo de involucionar y de volver a ser como los reptiles que hace millones de años nos antecedieron. Estamos regresando a nuestra naturaleza de culebras… por eso una Tercera Guerra mundial es ahora posible.
¿Por qué digo esto? Aunque la imagen de convertirnos en culebras sea grotesca, tiene explicación científica:
“Los científicos que confían en la evidencia proporcionada por los fósiles, y los que examinan los genes concuerdan en al menos una cosa: los mamíferos estaban comenzando a desarrollarse, como clase, aproximadamente en la época de los morganucodóntidos—hace 240 millones de años. Los pequeños huesos de sus mandíbulas—de apenas unos tres centímetros de largo—muestran las diferencias existentes entre la forma de aquellos primeros mamíferos y la de los reptiles gigantescos. Estos huesos estaban comenzando a fundirse en una sola pieza. Rich Cifelli, paleontólogo estadounidense, comenta: Son muy diferentes de las mandíbulas de los reptiles, que están formadas por varios huesos. Las estructuras óseas de los mamíferos actuales migraron hacia atrás, para convertirse en los pequeños huesos del oído medio; por eso, los mamíferos oyen mucho mejor que los reptiles. La separación de la mandíbula y los huesos del oído medio permitieron que el cráneo de los mamíferos posteriores se expandiera hacia los lados y hacia atrás y éstos desarrollaron cerebros de mayor tamaño.”
Más claro no canta un gallo. El milagro de ser mamíferos y de habernos apartado de la ruta de los reptiles, es la historia de una especie que superó el punto evolutivo de bifurcación, partió de este hecho insólito: tener un par de oídos con que escuchar el mundo, que, con cada nuevo mensaje, expandía nuestra capacidad cerebral. Poco a poco esta nueva relación auditiva con el mundo nos convirtió en especies placentarias hasta el día que ocurrió el segundo milagro mayor: alimentarnos de los pezones de nuestras madres.
Saliéndonos de la paleontología y pasándonos al drama diario de quienes viven enquistados en sí mismos, yo pienso que el problema de no querer escuchar lo que está fuera de nosotros proviene de esa sordera mental porque en Occidente se le ha dado mucho más importancia al mundo interno del espíritu, y se desprecia el mundo de afuera porque es lo material. Hay quienes están seguros que la mente domina al cuerpo y viven en una represión de todos sus sentimientos. Una vez tenemos un mundo interno muy fuerte y somos muy espirituales, la realidad externa nos parece aburrida y sinsentido. Pero esta actitud de ser ajenos al mundo externo es algo todavía pasable y perdonable. Porque la peor sordera que existe, que es la que si nos pone de regreso en la era de los reptiles, es la de aquellos que no escuchan al mundo porque, creen, y están seguros, que ya se lo saben todo y no tienen nada más que aprender.
Estamos ubicados en las puertas de entrada de un nuevo periodo de gobierno que se va a llamar, como se ha hecho con otros gobernantes guatemaltecos, con el apellido del mandatario. Se dice, por ejemplo, en los tiempos de Ubico…en la era de Arévalo. Ojalá que en este nuevo período tengamos a un gobernante que no caiga en la vieja trampa de los presidentes farsantes que tienen que demostrarle a todo el mundo que, como su papel es representar a un gran líder, está obligado a dar el show de ser alguien que se las sabe todas. ¡Ánimo Jimmy¡
*El Orígen de los Mamíferos. Ver National Geographic en Español, página 16. Abril 2003
El problema de no querer escuchar lo que está fuera de nosotros proviene de una sordera mental.