El Papa se detuvo delante de Lidia Maksymowicz, superviviente del campo de concentración nazi de Auschwitz Birkenau, durante la audiencia general de este miércoles, y besó el número tatuado en su antebrazo.
Según las imágenes del Centro Televisivo de Vaticano, el Pontífice se paró a saludar algunos fieles y se detuvo unos minutos ante esta mujer que se levantó la manga de la chaqueta para mostrar el número tatuado en su antebrazo. Francisco se acercó para besarlo.
- Maksymowicz fue trasladada cuando tenía tan solo tres años hasta el campo de concentración nazi y fue objeto de una serie de experimentos médicos por parte de Josef Mengele.
- Tras la liberación del campo, 13 meses después, fue adoptada por una familia polaca de Oswiecim, a pocos metros de la ciudad de Auschwitz.
Tres regalos para el Pontífice: memoria, esperanza y oración
En esos pocos instantes al final de la audiencia, Lidia no pudo contarle al Papa toda su historia, pero le entregó tres regalos que simbolizan lo que ahora son las piedras angulares de su vida: la memoria, la esperanza, la oración. La memoria, representada por el pañuelo con una franja azul y blanca con la letra «P» de Polonia, sobre un fondo triangular rojo, que todos los prisioneros polacos utilizan en las ceremonias de conmemoración.
Esperanza, con un cuadro pintado por su asistente Renata Rechlik que la retrata de niña, de la mano de su madre, mientras observan de lejos desde las vías la entrada al campo de Birkenau, símbolo del principio del fin para millones de judíos y otros prisioneros. Por último, la oración: en las manos del Pontífice, Lidia colocó un rosario con la imagen de San Juan Pablo II, bendecido por su ahijado el sacerdote P. Dariusz. «Es el que uso cada día para rezar», añadió.
El pasado 12 de mayo, el Papa retomó las audiencias en presencia de fieles en el Patio de San Dámaso, después de siete meses de parón de este acto con público por la pandemia de coronavirus cuando se desarrollaban en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.