Dotado de una gran longevidad como entrenador en la élite europea, Diego Simeone y su Atlético de Madrid se miden el martes en la Champions a Thomas Tuchel, llegado hace menos de un mes al Chelsea, donde ha ido imprimiendo su marca.
Tras la temporada “de transición” 2019-2020, el desafío del Chelsea surge como una prueba de doble filo para Simeone… como lo fue el doble enfrentamiento victorioso contra el campeón Liverpool en octavos de final de la edición precedente, que reactivó a su equipo para el final de temporada.
O supone un nuevo lastre en el calendario, con una desplazamiento lejano (a Bucarest, debido a las restricciones sanitarias) y la perspectiva de una eliminación prematura que empañaría el recorrido rojiblanco… o permite a Simeone y sus hombres resurgir para acabar la temporada como la empezaron.
Y es que tras una primera mitad de temporada idílica, el Atlético del ‘Cholo’ Simeone, auténtico icono del club desde hace diez años, sufre algunos vaivenes desde principios de 2021.
Para enfrentarse al Chelsea, el técnico argentino tendrá que trabajar la debilitada fortaleza defensiva, hasta ahora marca de la casa de los rojiblancos: los colchoneros han encajado 10 goles en sus últimos siete partidos, su peor balance desde la llegada de Simeone en diciembre de 2011.
“No busco excusas. El recorrido para llegar a los objetivos tienen un montón de estaciones y hay que pasarlas”, dijo Simeone el sábado, tras encajar su segunda derrota esta temporada en LaLiga frente al Levante 2-0.
Para ellos tendrá que lidiar con ausencias. El sábado, Joao Félix, Thomas Lemar y Moussa Dembélé regresaron tímidamente tras superar la covid-19. Pero, otros pesos pesados siguen en el dique seco como Kieran Trippier (sancionado) o los lesionados José María Giménez y Yannick Carrasco.
Unas bajas que han obligado al argentino a revisar sus convicciones y adaptarse: esta temporada ha dejado de lado en varias ocasiones su habitual 4-4-2 para aprovechar la calidad ofensiva de su formación con un 3-5-2, por ejemplo, como el sábado contra el Levante.
Tuchel, el obstinado
Por su parte, Thomas Tuchel volverá con el Chelsea a una competición a la que llegó a la final con el Paris Saint-Germain el pasado año, una de las razones que llevaron a los ‘Blues’ a elegirlo.
A su 47 años, la reputación del alemán no tiene mucho que envidiar al de su ilustre oponente argentino en materia de perfeccionismo y temperamento.
Más flexible tácticamente, sin miedo a cambiar de sistema varias veces durante un partido o a adaptarse al adversario, no soporta que un jugador no cumpla con la función que le asigne en su cuadro y no duda en recordárselo.
El sábado, contra el Southampton, no le tembló la mano para sacar a Tammy Abraham en el descanso y sustituirlo por Callum Hudson-Odoi, y después sustituir a Hudson-Odoï a un cuarto de hora del final porque no estaba satisfecho con ellos.
“No estaba contento con su actitud, su energía y su presión tras pérdida”, explicó claramente el técnico, rechazando la solución más diplomática de hablar de molestias físicas, pero asegurando que “no habrá ningún problema entre nosotros. Al menos, nada que dure”.
Con la Liga de Campeones, Tuchel sabe, no obstante, que se jugará una parte de su crédito ante una dirección cuyas ambiciones son tan altas como limitada su paciencia.
La doble derrota cosechada en esta fase el pasado año frente al Bayern (0-3 y 4-1) – aunque los bávaros ganaran después las competición – había contribuido al convencimiento de que el Chelsea tendría problemas para ser competitivo al más alto nivel continental con Frank Lampard.
Tras 250 millones de euros invertidos el verano pasado, superar los octavos de final de la Champions por primera vez desde la semifinal de 2014 sería el precio mínimo para el alemán.