El escritor francés Gabriel Matzneff “lamenta” sus prácticas pederastas en Asia

El escritor francés Gabriel Matzneff, investigado por violación de menores, aseguró este miércoles «lamentar» sus prácticas pederastas en Asia, defendiendo a la vez que en la época en que tuvieron lugar «nadie las calificaba de crímenes».

«Un turista, un extranjero, no debe comportarse así. Como adultos, debemos desviar la vista, resistir a la tentación. Claro que lo lamento, como cada vez que hago una cosa que no está bien», aseguró Matzneff, de 83 años, en una entrevista con la cadena de televisión francesa BFM TV realizada en Italia, donde se instaló tras el estallido del escándalo.

La fiscalía de París abrió a principios de mes una investigación preliminar por violación de menores de 15 años, después de que una editora francesa publicara un libro acusando a Matzneff de haberla seducido cuando ella tenía 13 años y él casi 50.

Respecto a sus prácticas pederastas en Asia, el escritor explica que en «esa época se hablaba de corrupción de menores, de incitación de menores al libertinaje, de atentado contra el pudor… pero nadie hablaba de crímenes». 

«¡Hace más de 40 años! (…) Uno se encontraba allí de viaje con esos chicos y chicas que flirteaban contigo y se te echaban encima, bajo la mirada indulgente de la policía».

El autor nunca ha escondido su gusto por el sexo con adolescentes que detalla en su prolífica obra. 

Pero su autoproclamada atracción por los «menores de 16 años» había sido tolerada entre el público francés, hasta que la editora Vanessa Springora publicó su novela autobiográfica «El consentimiento», en la que detalla cómo esta experiencia pesó en su vida, llena de depresiones.

A raíz de la polémica, la prestigiosa editorial francesa Gallimard suspendió la comercialización de los diarios del escritor.

En la entrevista, en la que oculta su rostro, Matzneff denuncia que el gobierno se haya mostrado dispuesto a retirarle una ayuda estatal que recibe desde 2002, concedida a los autores veteranos con bajos ingresos.

«Me siento destruido socialmente» y «el Estado empeora las cosas», asegura. «¡Que me mate, que me mate, esta es la trampa! ¡Es como la Unión Soviética! Venga, Matzneff al gulag. No sé cómo aguanto», agrega.