Cultura-Historia
Históricamente se le conoce como “El Día de los Santos Inocentes”, y se celebra cada año el 28 de diciembre, en conmemoración de una fecha –no establecida–, en la cual, Herodes ordena matar a todos los niños menores de dos años en Belén, pocos días después del nacimiento de Jesús. Este es un reporte periodístico-histórico del hecho.
Jesús nació en Belén, cuando Israel se encontraba bajo el poder del Rey Herodes I El Grande, uno de los más sanguinarios de su época. El Evangelio de Mateo describe como unos sabios procedentes de Oriente, se presentaron ante el gobernante y prometieron informarle cuando hubieran rendido honores como El Salvador al pequeño recién nacido, cosa que evitaron por conocer luego que su deseo era matarlo.
Luego el Evangelio describe textualmente lo sucedido: (…) Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios lo habían engañado, se enfureció y mandó a matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios. Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:
“Se oye un grito en Ramá ,
llanto y gran lamentación;
es Raquel que llora por sus hijos
y no quiere sere consolada;
¡sus hijos ya no existen!”
Aunque no se pueden establecer históricamente detalles de los hechos, mucho menos la fecha, la Iglesia Católica celebra el 28 de diciembre como El Día de los Santos Inocentes, que ha quedado como una tradición religiosa.
Aunque no hay documentos que confirmen o nieguen la veracidad de los hechos, se cree que no es difícil que sucedieran, tomando en cuenta la brutalidad con que solía actuar Herodes. Además, por la baja población que podía haber en Belén en esa época, es posible que el número de niños menores de dos años no fuera mucho más alto que 20 o 25.
En todo caso, aunque hay leyendas y escritos que hablan de miles de niños asesinados, es poco probable que esto tenga sustento histórico. Entre los historiadores conocidos de la época no hay referencia precisa. Flavio Josefo (37-101), quien dedicó gran parte de su tiempo y obra al estudio de la personalidad de Herodes, no tiene ninguna referencia, aunque es quien mejor lo describe como una persona patológicamente celoso de su poder, lo que confirma que quisiera matar a quien le dijeron sería Salvador de los judíos.
Otros historiadores, como Richard T. France, apoya la veracidad del hecho y creen que es acorde a la personalidad, de aquel tirano.
Herodes el cruel
Los historiadores y estudiosos de este tema, reconocen que aunque no hay pruebas irrefutables, si se trata de un hecho verosímil. Herodes fue proclamado como Rey de los judíos por el Senado romano en el año 40 aC en Roma. Sin embargo, era un rey sin reino. A su regreso a la tierra de Israel, recibió un ejército romano y finalmente pudo capturar Jerusalén.
Lo primero que hace al tener toda la autoridad, es realizar una purga para evitar que pudieran intentar derrocarlo y manda a ejecutar o asesinar a varios romanos, incluso a su cuñado Aristóbulo, que era un Sumo Sacerdote, ahogado por sus hombres en la piscina del palacio de invierno en Jericó porque Herodes pensaba que los romanos le favorecerían como gobernante de Judea en lugar de a él .
Además, ejecutó a su suegra, Alexandra, madre de su segunda esposa, Mariamme, a la que también dio muerte.
Alrededor del año 20 aC, Herodes remitió un tercio de los impuestos del pueblo para ganarse el favor de ellos, sin embargo, estableció una red interna de espionaje y eliminó a personas sospechosas de rebelión.
Herodes también mató a tres de sus hijos. Los dos primeros, Alejandro y Aristóbulo, fueron estrangulados en Sebaste
Herodes el Grande se volvió extremadamente paranoico durante los últimos cuatro años de su vida (8-4 aC). En una ocasión, ordenó la ejecución de 300 líderes militares y en otra, hizo ejecutar a varios fariseos quienes dijeron que por el decreto de Dios su trono sería arrebatado.
Con profecías como estas circulando dentro de su reino, no es de extrañar que Herodes quisiera eliminar a Jesús cuando los sabios revelaron que el nuevo Rey de los judíos había nacido (Mateo 2: 1-2).
Macrobius (alrededor de 400 dC), uno de los últimos escritores paganos en Roma, en su libro Saturnalia, escribió: Cuando se escuchó que, como parte de la matanza de niños de hasta dos años, Herodes, rey de los judíos , había ordenado que mataran a su propio hijo… en la cita más específica sobre el hecho.
Origen de la fiesta religiosa
De acuerdo con la Eciclopedia católica en línea, la Iglesia instituyó la fiesta de los Santos Inocentes en una fecha igualmente desconocida, establecida no antes del final del siglo IV y no después del final del siglo V.
La primera referencia que hay data de alrededor del año 485. Estas fechas no tienen nada que ver con el orden cronológico del acontecimiento; la fiesta se celebra dentro de la octava de Navidad porque los Santos Inocentes dieron su vida por el Salvador recién nacido.
Únicamente la Iglesia de Roma da el nombre de Inocentes a estos niños; en otros países latinos se les llama simplemente Infantes. Los armenios celebraban la fiesta el lunes después del segundo domingo después de Pentecostés, porque creen que los Santos Inocentes fueron masacrados quince semanas después del nacimiento de Jesús.
En América
Como todo lo que tiene que ver con la religión católica en el continente americano, estas tradiciones y costumbres llegaron con los conquistadores españoles.
El historiador Miguel Álvarez confirma lo anterior, aunque reconoce que no se puede establecer el momento en que se convierte en una tradición popular con las famosas bromas o mentiras que se hacen este día y terminan con la frase por inocente.
La relación, es por el engaño que hicieron los Reyes Magos como los conocemos– o los sabios llegados de Oriente –como los cita Mateo–.
Esta tradición se mantiene, aunque ha perdido fuerza con las generaciones más jóvenes, en países como México, Guatemala, el resto de Centroamérica, Venezuela y España.
Las bromas del Día de los Inocentes pueden ser desde muy livianas hasta algunas muy serias. En los medios de prensa se acostumbraba, hasta finales del siglo XX –aunque algunos aún lo hacen– a publicar noticias falsas redactadas de manera interesante, hasta que al final de la supuesta información, se le explicaba al lector que había caído por inocente, como en su ocasión le pasó a Herodes I El Grande.