El campo y la ciudad chocan en Bolivia tras cuestionados comicios

Campesinos bloquean carreteras para defender el triunfo del presidente Evo Morales; los seguidores del opositor Carlos Mesa protestan en las ciudades para denunciar un «fraude»: la polarización ha crecido fuertemente en Bolivia desde las cuestionadas elecciones.

Mesa llamó a sus seguidores «a salir a la calle para demostrar que no aceptamos el fraude» en el recuento de votos de los comicios del 20 de octubre, mientras Morales advirtió que los campesinos tenderán un «cerco en las ciudades para hacer respetar» su reelección.

«A ver si aguantan» el cerco en las ciudades, lanzó el mandatario indígena, quien ganó oficialmente un cuarto período consecutivo, algo cuestionado por la oposición, que exige anular las elecciones.

«En esta confrontación el sector rural va a salir derrotado», afirma Manuel Morales, dirigente del Conade, la plataforma civil que articula la oposición, mientras los campesinos se movilizan para cortar rutas e impedir el suministro de alimentos y otros productos básicos a las ciudades bolivianas.

«Estos sectores campesinos están entrando a una derrota, en términos de su discurso, que los va a poner en una situación incómoda: en las calles y con las banderas de la democracia», dice Manuel Morales a la AFP.

«Pelea entre hermanos»

La cuestionada reelección de Morales ha levantado temores entre los opositores de que Bolivia avance hacia un régimen autoritario y aislado internacionalmente, como el de Nicolas Maduro en Venezuela.

Pero en el oficialismo, por el contrario, la gente piensa que el problema se debe a que Mesa no acepta su derrota e intenta arrebatarle un triunfo legítimo a Evo Morales.

La confrontación alcanzó este lunes las calles de La Paz, sede de los poderes Legislativo y Ejecutivo, donde la polarización parece exacerbarse.

«Nosotros vivimos en el campo, queremos que no nos quiten nuestro voto, que se respete la democracia, sin violencia. El Mesa está buscando pelear entre nosotros, entre hermanos», dice a la AFP la campesina Guillermina Cuno Huanca, de 46 años, quien llegó a La Paz desde el altiplano en una columna de apoyo al presidente.

La minera Marta Montero, de 54, refuerza esa visión: «estoy marchando por la democracia, por nuestro voto, para defenderlo» contra el pedido de Mesa de anular las elecciones.

Ambas mujeres son parte de una columna de mineros de Huanuni que ingresó a La Paz haciendo tronar detonantes de dinamita, que causan mucho ruido aunque no daños, al grito de: «¡Mesa, cabrón, el pueblo está emputado! (indignado)».

Apenas una hilera de policías antimotines separa a ambos bandos en las calles paceñas.

«No puedo soportar que el gobierno convoque a estas marchas. Deberían respetar los votos. Es un fraude. Están comprados, todo está negociado acá. Son sinvergüenzas. Creen que somos estúpidos», protesta la oficinista Sandra Orellana, de 50 años, quien salió de su trabajo para protestar contra Morales.

«Defensa del voto»

La creciente tensión se respira en el ambiente.

Ciro, un odontólogo de 58 años, bloquea junto a otras tres personas una calle de Sopocachi, un tradicional barrio de clase media de La Paz, donde tendieron una gran bandera boliviana para protestar contra la polémica reelección.

El dentista culpa al presidente izquierdista por la confrontación en el país, lo mismo que una anciana, de porte sencillo, que a su lado despotrica contra Morales.

«Estamos luchando por su libertad, de manera pacífica», dice la anciana a un periodista de la AFP.

Los cortes de calles más drásticos han sido en la zona sur de La Paz, donde habita la clase media y alta. Ahí también se exacerbó una pugna racial, en un país donde las familias más pobres son indígenas.

«Las clases pudientes están enarbolando sus verdaderas luchas», afirma Manuel Morales, del Conade.

«La gente de las ciudades se ha pronunciado por la defensa de su voto, por la defensa de la democracia; en cambio este otro sector (campesino) está saliendo a defender los intereses del presidente y los intereses del presidente en este momento no son intereses del país», añade.