La marca del 2021 han sido los escándalos, la corrupción y la reacción oficial: ¡Todo les ha pelado! La justicia a favor de la impunidad, firme defensora de los políticos y aliados.
Gonzalo Marroquín Godoy
¡Ay, yo no olvido el año viejo!… Se acaba el 2021, un año que, como todos, puede dejar cosas buenas, malas, amargas, tristes o alegres, pues aún con la pandemia nos habrá traído cosas muy buenas –en lo personal–, y otras no tanto y hasta pésimas, como ha sucedido con la actividad política a lo largo de los doce meses.
Este año que despedimos el próximo viernes a la medianoche ha resultado en realidad macabro en la conducción del país, pues lo más destacado han sido los escándalos, las noticias sobre hechos de corrupción y, ¡por supuesto!, el descarado asalto para reducir a su mínima expresión la independencia de la justicia, con el fin de remachar la estructura de impunidad que se ha venido construyendo con cada gobierno.
¿En qué país medianamente democrático podrían darse escándalos como los que hemos visto aquí y que no pase nada? Por mucho menos caen funcionarios y la justicia actúa de inmediato abriendo las investigaciones del caso. Aquí puede llover, tronar y relampaguear con un escándalo, que las autoridades se hacen de la vista gorda o, peor aún, se encargan de tapar la reposadera para que la porquería no salga.
El refrán popular dice, …para muestra, un botón. Aquí no hay uno, sino un montón de botones que harían sonrojar al más descarado de los políticos en otras latitudes. Aquí en nuestra bella y maltratada Guatemala, ni siquiera eso pasa. Veamos algunas muestras de los escándalos más sonados, pero la verdad es que han pasado tantos casos encubiertos, que daría para escribir un libreto para una serie de Netflix.
En orden cronológico. Se confirma –con toda clase de pruebas y testimonios–, que dos magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), uno de ellos su actual presidente, Ranulfo Rojas Cetina, falsificaron títulos universitarios de doctorado y maestría, con el fin de obtener mejor puntuación en la comisión de postulación –cosa que sucedió–.
LEE ADEMÁS: Escándalos brotan por todos lados, pero ¡no pasa nada#
La propia Universidad Da Vinci (UDV) confirmó y denunció a los implicados. Además del factor ético, hay delitos penales.
¿Y la fiscal general Consuelo Porras qué ha hecho?… ¡Bien gracias! ¿Será confiable la autoridad electoral que hace esto? En esas manos está el próximo proceso electoral.
Luego salen a luz fotos descaradas del ministro de Desarrollo, Raúl Romero, abrazado y acariciando a tres mujeres –escorts– semidesnudas. Cualquier presidente que se precie de ser representante del pueblo, hubiera pedido su renuncia. Pues no, Giammattei lo defendió y confirmó en el cargo. Peor aún, en estas fiestas navideñas ese ministro sale en un video del Mides rodeado de niñas inocentes, para lavarse la cara. No sé que es peor.
¿Y qué me dicen de la terrible Trama Rusa? La Feci y Juan Francisco Sandoval tenían informes de la famosa alfombra mágica –supuestamente llena de dólares– y había un testigo presencial que dio información detallada. ¿Qué pasó? Pues que interviene la señora fiscal general, destituye a Sandoval –a quien además persigue penalmente– mientras el testigo tiene que huir al exilio por la persecución del Estado, y el caso se cierra.
Como dicen los patojos. Nuestra justicia es a la Tortrix.
Derivado de aquella visita de los rusos a la casa de Giammattei –que nunca fue negada, eso sí–, tiempo después se decreta un Estado de Sitio para favorecer a los misteriosos ejecutivos de la minera. Como se ve, hay casualidades que ameritarían abrir una investigación y escuchar a aquel que conoció por dentro toda la Trama rusa.
Pero ha habido mucho más que eso. Se ha publicado todo el tráfico de influencias que brota del Congreso para favorecer a empresas vinculadas a los diputados; el ministerio de Comunicaciones dirige a dedo las contrataciones; las compras dolosas, plazas fantasma, etcétera, etc. etc. etc. etc. etc. etc…
Y un caso que llora sangre, el escándalo de la compra de las vacunas rusas Sputnik. Duele ver lo que se hace en medio de una crisis como la pandemia, en donde hay vidas de por medio. En el más burdo secreto –porque los cachó elPerióidico– se compran vacunas que no han sido aprobadas por la OMS, se pagan 8 millones de dosis por adelantado a un intermediario, sin que se garantice siquiera su entrega.
En resumen: compra corrupta que afecta a los guatemaltecos… pero ni siquiera se abrió una investigación y hasta la fecha se arrastra el problema, aunque algo debió venir (coima) a cambio del favor de una compra así.
Bueno. Un Año Viejo patético en lo político. Lo peor, se preparan ya para volver a la carga en el 2022.
Lo que nos queda no es otra cosa que esperar y desear ¡Feliz Año 2022!, a los buenos guatemaltecos.