Reikiavik, Islandia |
VIDEO DE JÉRÉMIE RICHARD
Con toques de queda, prevención, un aumento de la mayoría de edad y deporte por doquier, Islandia casi erradicó en pocos años el consumo de alcohol, tabaco y droga entre sus adolescentes.
A finales de los años 1990, una serie de estudios puso de manifiesto la deriva de los jóvenes islandeses. Por aquel entonces, más del 40% de los adolescentes de 15 y 16 años declaraban haber bebido durante el mes anterior, uno de cada cuatro fumaba y un 17% reconocía haber consumido cannabis -una tasa que por aquel entonces era de las más elevadas de Europa.
«Los datos eran inaceptables», analiza hoy el sociólogo Helgi Gunnlaugsson. «Fue un choque pero sobre todo un detonante».
«¡Cualquiera que anduviera por las calles de Reikiavik un viernes o sábado por la noche hubiese tenido miedo! Los adolescentes deambulaban borrachos, desagradables, eran ruidosos… Parecía incluso peligroso. Toda la sociedad se preocupó, no solo los padres», recuerda Harvey Milkman, profesor de Psicología en Denver e implicado en el proyecto desde sus inicios.
Bajo el impulso de Jon Sigfusson, director del Centro Islandés para la Investigación y el Análisis Social (ICSRA), el gobierno lanzó en febrero de 1997 un programa llamado «Drug-free Iceland» (Islandia sin drogas) y rebautizado posteriormente «Youth in Iceland» (Juventud en Islandia).
Su piedra angular: cuestionarios anónimos sometidos a los alumnos de escuelas de educación primaria y secundaria que permitieron obtener una verdadera radiografía de una generación.
«¿Cuándo fue la última vez que bebiste? ¿Ya te has emborrachado? ¿Ya has probado el tabaco? Si lo has hecho, ¿con qué frecuencia fumas? ¿Cuánto tiempo pasas con tus padres? ¿Qué actividades haces?»
– Movilización general –
En 1998, autoridades y trabajadores sociales consideraron que ya tenían suficiente información como para decretar una movilización general.
Los menores de entre 13 y 16 años están sometidos hasta el día de hoy a un toque de queda a partir de las diez de la noche, ampliado a medianoche del 1 de mayo al 1 de septiembre, cuando no anochece hasta muy tarde.
La mayoría de edad civil pasó de los 16 a los 18 años, se prohibió la venta de tabaco a los menores de 18 años y de alcohol a los menores de 20.
En Islandia, los cigarrillos no solo no están a la vista del comprador sino que figuran entre los más caros de Europa, con un precio promedio de 9 euros (9,6 dólares) el paquete. Y como en la mayoría de países nórdicos el alcohol se vende en tiendas estatales, gravado con un 80% de impuestos.
Además, el programa alienta la práctica del deporte. En la capital islandesa cada familia dispone de una subvención anual de 35.000 coronas (300 euros, 320 dólares) por cada hijo para que pueda llevar a cabo actividades extraescolares.
Algunos creen que éste es uno de los factores que explican el auge del fútbol en la pequeña isla del Atlántico Norte y el recorrido excepcional de su equipo en la Eurocopa de Francia-2016, donde hizo historia al llegar a los cuartos de final.
– Pesca, fútbol y bolos –
A punto de cumplir 15 años, Kristjan Johannesson afirma que nunca ha bebido una gota de alcohol ni dado una calada a un cigarrillo.
En las paredes de su habitación, expone con orgullo sus proezas en la pesca o el fútbol, que practica cinco veces por semana en la cancha sintética de Breidholt, al sur de Reikiavik. «Es un placer jugar al fútbol, sobre todo con mis amigos. Nos lo pasamos en grande».
Con el pelo sujeto con una cinta como Zlatan Ibrahimovic, su ídolo, acaba de ser llamado a la selección nacional de menores de 16 años.
En la edad en la que numerosos adolescentes se encierran en su habitación, Kristjan pasa el mayo tiempo posible con sus padres.
Porque los conceptores del programa islandés abogan por «más proximidad, atención y relación» dentro de la familia, explica Jon Sigfusson, el director del ICSRA.
Conscientes del problema y con el respaldo de las escuelas, numerosos padres siguieron las recomendaciones.
«Hacemos más cosas con nuestros hijos que antes», reconoce Asdis, la madre de Kristjan, quien disfruta particularmente jugando a los bolos con su hijo.
El programa dio rápidamente sus frutos, reduciendo los problemas a la mitad en solo ocho años, explica Jon Sigfusson. Y casi 20 años después de su puesta en marcha, la curva se ha invertido: el porcentaje de jóvenes que dicen haber bebido en el último mes ha caído al 5%, los fumadores regulares ya no son más que el 3% y 7% confiesa haber consumido cannabis.
Aunque la mejoría sigue una tendencia europea constatada por los estudios ESPAD (European School Project on Alcohol and other Drugs), solo en Islandia ha alcanzado estas proporciones.
Desde 2006, 35 municipios de 17 países -la mayoría en Europa- han participado en un proyecto inspirado en los cuestionarios del modelo islandés y destinados a estudiar las prácticas de los jóvenes, explica Jon Sigfusson. Entre los participantes en esta iniciativa, bautizada «Youth in Europe», figura la ciudad Tarragona, en España.
Pero medidas tan radicales como las de Islandia no abundan en el extranjero.
Islandia tiene 340.000 habitantes, el equivalente de la ciudad española de Alicante. Puede ser «técnicamente más complicado» movilizar a la comunidad cuando la escala es mucho mayor, subraya el sociólogo Helgi Gunnlaugsson, para quien sin embargo «no es imposible».
Islandia tiene, además, una «mentalidad» adecuada, dice: en este país estamos convencidos de que «se pueden cambiar las cosas a mejor».