Editorial: Las lecciones deben aprenderse

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Todos los errores cometidos —equivocaciones, faltas, delitos, pecados, o como quieran calificarse— dejan alguna lección de vida que puede servir para evitar que las personas o la sociedad en su conjunto los repitan. Lamentablemente, como bien dice el refrán: El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

En Guatemala estamos atravesando por un momento trascendental en nuestra historia democrática. Después de tres décadas de intentos fallidos, con gobiernos incapaces y corruptos —uno más, otros menos—, hemos llegado a un punto en el que ha salido a relucir el fracaso de una clase política que hizo poco por el país y mucho por su enriquecimiento exclusivo.

Hace una semana terminamos de ver y escuchar una dramática audiencia judicial por el caso llamado Cooptación del Estado, en la cual salieron a relucir casi todas las mecánicas utilizadas por funcionarios y empresarios para hacerse con el poder político y luego enriquecerse desenfrenadamente.

Hay que partir del hecho de que nada de lo escuchado es nuevo para los guatemaltecos, porque todo lo que se dijo, y que pronto se debatirá en juicio, no son más que hechos denunciados antes por la prensa —al menos una parte de ella—, lo mismo que otros casos, como los de las plazas fantasmas en el Congreso y demás dependencias del Estado.

La diferencia, ahora, es que hay una investigación, con pelos y señales, realizada por la CICIG y el MP. Tampoco quiere decir que en administraciones anteriores no se dio una tónica similar, porque la verdad de todo esto es que estamos ante un cáncer que ha ido creciendo y que, hasta ahora, por la intervención de las citadas fiscalías, se está atendiendo.

Sin embargo, la pregunta que debemos plantearnos es ¿qué tanto estamos aprendiendo, como sociedad, de todas las lecciones que esto nos ha dejado?

Por ejemplo, ha quedado absolutamente claro que la clase política es responsable y protagonista principal en todo lo sucedido. Mas apenas si queremos ir poniendo parches al sistema de partidos políticos que ha permitido y fomentado toda esta corrupción.

Se hizo una reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP), la cual no responde a una sociedad que quiere cambios auténticos. El Presidente Jimmy Morales la sancionó, y simplemente anunció que buscaría una reforma de segunda generación; es decir, un parche más a una ley de la cual devienen la mayoría de los problemas que permiten tanta corrupción.

Él mismo, el presidente Morales, se convierte en mandatario porque la ciudadanía reclamaba mayor transparencia. ¿Se ha hecho algo para fomentarla desde el Ejecutivo? Discursos y frases bonitas, pero ningún hecho en concreto.

El problema es que no habrá —ni es lo deseable— una CICIG que permanezca para siempre en el país. Y los guatemaltecos ¿estamos haciendo algo para que cuando esa Comisión Internacional se marche del país, las cosas no vuelvan a ser como antes?

Tal vez el paso más trascendental es la reforma constitucional que se pretende realizar al sector justicia, porque al menos eso haría que hubiera más independencia entre los poderes del Estado.

Pero, ojo, mientras no se haya concretado, no tendremos nada entre manos. Se están dando pasos, pero demasiado tibios, y en cualquier momento esas fuerzas del mal, esas fuerzas representadas por la clase política, pueden reagruparse y retomar el poder que por ahora parece disminuido. Ya Iván Velásquez lo advirtió.

Hay un vacío de liderazgo impresionante en el país. A ello se debe que también se perciba un sentimiento de incertidumbre muy grande, porque nadie sabe exactamente hacia dónde vamos. Hay que tener cuidado con esa situación, puesto que no es sano que un país viaje sin rumbo.

Hace falta definición de políticas públicas, se requiere certeza en los ámbitos político, económico y social, porque, de no ser así, en cualquier momento los oportunistas de siempre se puede aprovechar del río revuelto en que ahora nos encontramos.

Nos podemos tropezar unas cuantas veces con la misma piedra, pero debemos aprender las lecciones para evitar caer en el papel de sociedad inútil que no aprende de sus errores.

Casa de citas

Edward Benjamin Britten

(1913-1976)

Compositor británico

Aprender es como remar contra corriente: en cuanto se deja, se retrocede.

Esto se aplica a todos los acontecimientos de la vida política, como puede ser la lucha contra la corrupción, en la cual se corre el riesgo de retroceder si no aprendemos.

Aldous Huxley 

(1894-1963)

Novelista y poeta inglés

La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede.

La corrupción ha sido un cáncer conocido siempre. Ahora se debe hacer algo con el destape de toda la podredumbre, si no, la experiencia se puede perder.

Franklin P. Jones

(1908-1990)

Escritor y humorista de EE. UU.

La experiencia es algo maravilloso, nos permite reconocer un error cada vez que lo volvemos a cometer.

Esta sentencia tiene su lado positivo, porque llama a no volver a equivocarse, pero también refleja la debilidad del ser humano, que puede cometer el mismo error.