Después de seis meses en el cargo, el presidente Jimmy Morales aún no es bien calificado por su gestión al frente del Ejecutivo, pero mantiene la expectación entre la población, necesitada de que el país mejore en todos los órdenes, sobre todo en este momento de tanta zozobra en el ambiente, precisamente por la falta de certeza en torno al rumbo que sigue el Estado.
En la elección de un mandatario se deben buscar siempre las cualidades necesarias para gobernar bien: liderazgo, capacidad, inteligencia, experiencia, honestidad\transparencia, habilidad política, independencia, laboriosidad y capacidad para integrar un equipo, entre otras.
Los gobernantes —y grandes empresarios— suelen tener un equipo de personas que les asesoran en campos específicos, principalmente en aquellas áreas en las que no tienen la suficiente experiencia o conocimiento. Esto no extraña a nadie y es común en la política y en el mundo de los negocios.
En términos generales, los principales asesores deben ser ministros y gerentes —ya sea en el Gobierno o en empresas—, porque se trata del equipo seleccionado precisamente por su experiencia en áreas específicas, lo que no significa que no pueda haber otras personas que contribuyan con gobernantes o empresarios de manera más cercana con su visión, puntos de vista y conocimientos.
En el caso específico del Gobierno, hay que tener presente que uno de los requisitos más valiosos es la transparencia en el manejo de la cosa pública. Tener asesores, secretos o escondidos, no hace más que generar dudas y desconfianza, porque no se sabe —entre otras cosas— el interés de quienes se sitúan bajo el manto del anonimato, que siempre es más permisivo y menos comprometedor.
Este tipo de asesorías encierran muchos peligros. En primer lugar, porque pueden llegar a tener más influencia de la recomendable, pero también porque adquieren una cuota importante de poder que, eventualmente, utilizan con fines e intereses personales y no necesariamente en beneficio del buen gobierno y el país.
Por otra parte, al ser asesores, no se ubican nunca en las líneas de mando o estructuras formales. Esto no es sano para una administración transparente, pero es grave cuando quienes ocupan esas posiciones aprovechan la cuota de poder que, queriéndolo o no, les delega el gobernante.
Ahora se señala al presidente Jimmy Morales por tener lo que ha dado en llamarse La Juntita, que no es más que un grupo de exoficiales del Ejército que le brinda asesoría, supuestamente desinteresada y sin cobro. Sin embargo, esto último levanta más suspicacias y hace dudar del interés que estas personas puedan tener, porque sin un salario, el peligro de que busquen los beneficios por medio de las influencias y corrupción es mayor.
El general Efraín Ríos Montt (1982-1983) se caracterizó por tener dos juntas asesoras. Una estaba integrada por oficiales jóvenes del Ejército, y la otra por tres ancianos de la iglesia Verbo. El desorden que generaban en la administración era tan grande que los comandantes de base de aquel régimen militar le pidieron que las disolviera, e incluso le dieron un ultimátum de 30 días para hacerlo o sería depuesto del cargo de presidente de facto. Disolvió solamente la de militares y siguió con sus asesores espirituales: los comandantes le dieron golpe de estado el 8 de agosto de 1983.
En aquel entonces —como sucede ahora— había demasiadas personas dando órdenes y diciendo cómo dar cada paso, lo que termina siendo una trampa. Si a eso le sumamos la inquietud que siembra el que sean exmilitares, entonces la situación adquiere connotación más peligrosa.
Otros gobernantes han tenido asesores en la sombra, pero nunca la experiencia ha sido ideal. Lo mejor, y más ahora que nunca, es hacer las cosas con transparencia, dando nombres, delimitando atribuciones y limitando su rol a la asesoría, consejo u opinión.
No hay que olvidar que gran parte de la maraña de corrupción que se ha creado en el Estado obedece a las influencias de grupos, fuerzas o estructuras que se han creado a la sombra del poder institucional. Errar es de humanos, corregir es de sabios. El presidente Jimmy Morales tiene la palabra y la oportunidad de enmendar, o la historia lo juzgará.
Casa de citas
(1480-1545)
Escritor español
El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos.
Este pensamiento tiene vigencia a través de los siglos. Aun hoy, no es fácil encontrar buenos consejeros, lo que obliga a ser cuidadoso con su selección.
(1347-1380)
Religiosa y santa italiana
Una cosa te pido, y es que no te dejes llevar por excesivos consejos. Es mejor que elijas un consejero que te aconseje sinceramente.
No por tener más consejeros se obtienen mejores resultados. Lo importante es la calidad del consejo, no la cantidad de opiniones.
(427 AC-347 AC)
Filósofo griego
Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia.
Muchas veces las juntas de asesores terminan siendo un foco de poder, lo que influye en la dispersión de los resultados.