Diabetes, la epidemia silenciosa

Ejercicio y alimentación sana ayudan a prevenir una de las enfermedades que más vidas cobra

La resistencia a la insulina, la hormona necesaria para procesar la glucosa y convertirla en energía, es la nueva pandemia del mundo moderno. Las causas de la diabetes tipo 2 o mellitus se esconden detrás de un cóctel explosivo de vidas sedentarias y alimentadas a base de comida chatarra y bebidas azucaradas. La obesidad es el socio criminal de este padecimiento.

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En el argot médico existe una lista de enfermedades que son catalogadas de asesinas silenciosas, es decir, aquellas que se suscitan sin que el paciente se dé cuenta hasta que los síntomas son graves. La hipertensión, el cáncer de colon, los aneurismas y la osteoporosis son alguna de estas, pero quizás la que más afecta a nuestra población sea la diabetes, ya que sus daños letales habían pasado casi de puntillas hasta hace poco.

Algunos padecimientos ganan terreno sin señales claras. Cuando se dispara la alarma el deterioro puede ser ya importante. “Prevenir y detectar esas dolencias cuando aún no hacen mucho ruido es fundamental”, señala el doctor Pedro Cabrera, presidente del Colegio de Médicos de Las Palmas, España.

La diabetes mellitus entra en esta lista negra porque es una afección metabólica. Los especialistas lo explican de la siguiente manera. El metabolismo es el proceso que el organismo usa para obtener o producir energía por medio de los alimentos -proteínas, carbohidratos y grasas- que ingerimos. Las sustancias químicas del sistema digestivo descomponen las partes de los alimentos en azúcares y ácidos, los que se transformarán en el combustible de nuestros cuerpos, el cual puede ser utilizado de inmediato o ser almacenado en tejidos corporales, como el hígado, los músculos y la grasa corporal. Hasta acá todo marcha bien como un reloj suizo, pero si hay un trastorno comienza el problema.

“Usted, sin embargo, puede desarrollar un trastorno metabólico si algunos órganos, como el hígado o el páncreas, se enferman o no funcionan normalmente. La diabetes es un ejemplo”, refiere Cabrera.

El hígado, de acuerdo con el sitio web de la prestigiosa Clínica Mayo (www.mayoclinic.org/) es el órgano interno más grande del cuerpo. Tiene forma de cuña y se encuentra dividido en dos lóbulos. Se encarga de producir colesterol y bilis a partir de la descomposición de los productos de la grasa dietética, fundamentales en la digestión. Usa aminoácidos, produce proteínas y almacena glucógeno, hierro y algunas vitaminas. Además, es el responsable de eliminar de la sangre las sustancias que pueden resultar nocivas para el organismo, transformándolas en otras inocuas.

La obesidad es uno de los factores de riesgo para adquirirdiabetes.

El páncreas es un órgano glandular (produce hormonas) situado profundamente por detrás del hígado y del estómago. Pesa unos 90 gramos y secreta el jugo pancreático, rico en enzimas que descomponen las proteínas, grasas, hidratos de carbono y ácidos nucleicos, así como también la insulina, hormona fundamental en la regulación del metabolismo de los carbohidratos, ya que controla el nivel de glucosa.

La epidemia que nos puede aplastar

“La diabetes mellitus es una enfermedad que se produce, entonces, cuando el páncreas no puede fabricar insulina suficiente o cuando ésta no logra actuar en el organismo porque las células no responden a su estímulo”, explica Miguel Ángel Marín Bonilla, del Patronato del diabético (Guatemala).

“Es la cuarta causa de muerte en el mundo y sigue creciendo, principalmente en países de ingresos medios y bajos. Se calcula que su prevalencia mundial será del 9.9% en el 2030 y el número de personas con el padecimiento en dicho año podría alcanzar los 552 millones”, detalla Elmer Huertas, especialista en oncología y salud pública.

Tipos

Los principales patrones, pero no los únicos, de diabetes son tipo 1, tipo 2 y la gestacional. Con la primera, (también llamada insulinodependiente, juvenil o de inicio en la infancia) el cuerpo no produce insulina porque el sistema inmunitario ataca y destruye las células del páncreas. Quienes la padecen tienen que usar insulina todos los días para sobrevivir.

Con la diabetes tipo 2, (también llamada no insulinodependiente o de inicio en la edad adulta) el cuerpo no produce o no usa la insulina de forma adecuada. Se presenta con mayor frecuencia en personas de mediana edad y en los ancianos y por esta razón es el tipo común de diabetes. Según los reportes de la OMS, “hasta hace poco, este tipo de diabetes solo se observaba en adultos, pero en la actualidad también se está manifestando en niños. Sin embargo, las personas que tienen más probabilidad de desarrollarla son las que tienen más de 45 años, antecedentes familiares de diabetes o sobrepeso. La inactividad física, la raza y ciertos problemas de salud, como la presión arterial alta, también afectan la probabilidad de tener diabetes tipo 2”, indica.

La diabetes gestacional se caracteriza por hiperglucemia (aumento del azúcar en la sangre) que aparece durante el embarazo y alcanza valores que, pese a ser superiores a los normales, son inferiores a los establecidos para diagnosticar una diabetes. Las mujeres con diabetes gestacional corren mayor riesgo de sufrir complicaciones durante el embarazo y el parto. Además, tanto ellas como sus hijos corren mayor riesgo de padecer diabetes de tipo 2 en el futuro.

Suele diagnosticarse mediante las pruebas prenatales, más que porque el paciente refiera síntomas.

Latino, los más afectados

De acuerdo con Huertas, los latinos en Estados Unidos son la población que más ha sido afectada con este padecimiento. “Para este problema tengo dos posibles explicaciones: la predisposición genética y el índice de obesidad. Entre las personas mayores de 20 que viven en el país del norte, la frecuencia de diabetes no es la misma entre los diversos grupos de latinos, por ejemplo, afecta al 14.8% de los puertorriqueños, 13.9% de mexicano-estadounidenses, 9.3% de cubano-estadounidenses y 8.5% de sudamericanos y centroamericanos. Lamentablemente, por razones de falta de acceso a los servicios de salud y de educación, los latinos sufrimos de una mayor frecuencia de complicaciones debidas a la diabetes”, apunta.

Nutrición, aliada básica

Para Aída Monserrat Reséndiz Barragán, licenciada en psicología por la Universidad de Monterrey (UDEM) y egresada de la maestría en Medicina Conductual por la UNAM, un factor preponderante para paliar la obesidad y la diabetes es la nutrición. “La práctica de conductas alimentarias inadecuadas ha afectado de manera alarmante nuestra salud. En México, por ejemplo, tres cuartas partes de la población presentan sobrepeso u obesidad, pero también tenemos altos índices de personas con anemia o desnutrición, y aunque es común que estos problemas se asocien con la falta de alimento, tal idea representa solo un mito ya que también afecta a las personas obesas y diabéticas, debido a su bajo consumo de frutas, verduras y alimentos saludables”, expone.

“Podemos empezar observando nuestro alrededor. En cualquier lugar del país es sencillo encontrar puestos de comida frita, o restaurantes de comida rápida que ofrecen alimentos preparados con ingredientes de mala calidad y bajo contenido nutricional, mientras que la disponibilidad de alimentos preparados con un mínimo de grasa, con suficientes verduras y carnes magras es limitada y a un costo mayor, por lo que definitivamente, podemos afirmar que el contexto facilita el consumo de alimentos poco saludables.

¿Cuáles son las consecuencias frecuentes de este mal?

Con el tiempo, la diabetes puede dañar el corazón, los vasos sanguíneos, ojos, riñones y nervios. Los adultos con diabetes tienen un riesgo de dos a tres veces mayor de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.

La neuropatía de los pies combinada con la reducción del flujo sanguíneo incrementa el riesgo de úlceras de los pies, infección y, en última instancia, amputación.

La retinopatía diabética es una causa importante de ceguera y es la consecuencia del daño de los pequeños vasos sanguíneos de la retina que se va acumulando a lo largo del tiempo. El 2.6% de los casos mundiales de ceguera es consecuencia de la diabetes.

La diabetes se encuentra entre las principales causas de insuficiencia renal.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico se puede establecer tempranamente con análisis de sangre relativamente baratos.

El tratamiento consiste en una dieta saludable y actividad física, junto con la reducción de la glucemia y de otros factores de riesgo conocidos que dañan los vasos sanguíneos. Para evitar las complicaciones también es importante dejar de fumar.

 ¿Cómo saber si la padezco? (caja)

Aunque ya se mencionó que este padecimiento forma parte de las enfermedades silenciosas, por lo general, este padecimiento ofrece siete pistas que nos indica que debemos de acudir a un especialista.

1. Más ganas de orinar

El término científico es poliuria y se trata de uno de los síntomas más característicos de la diabetes. “Cuando la sangre contiene una alta concentración de azúcar, el cuerpo busca los medios para eliminar ese exceso”, explica el doctor Pedro Cabrera. «Intenta paliarlo haciendo uso de los riñones, lo que provoca que orinemos más cantidad y de manera más frecuente». Este síntoma es especialmente visible durante la noche (nicturia) y puede incluso afectar a nuestra capacidad para descansar. Si usted cree que va al baño más de lo habitual considere acudir al médico para consultar a qué puede deberse.

2. Mayor sensación de sed

Para compensar la pérdida de líquidos por el exceso de orina, el cuerpo pone en marcha la alerta de la sed. «Es el efecto de nuestro metabolismo intentando corregir el primer desajuste», recuerda el doctor. Se trata de un círculo basado en nuestra propia fisiología: nuestro metabolismo trata el azúcar mediante su dilución con agua, por lo que cuanto más azúcar tengamos en sangre, más agua necesitaremos y, como es obvio, más frecuentemente acudiremos al baño a eliminarla.

3. Pérdida de peso

Resulta irónico que una afección como la diabetes, asociada a una inadecuada alimentación y a la obesidad, tenga como uno de sus síntomas la pérdida de peso. Sin embargo, según explica el doctor cabrera, “cuando se tiene el azúcar muy alto, la insulina —que trabaja consumiendo energía— resulta insuficiente o no funciona como debería y esa situación obliga al cuerpo a buscar las reservas de grasa para obtener la energía que necesita”.  Esta pérdida de peso es un síntoma característico de la diabetes en la infancia.

4. Cansancio todo el día

La sensación de falta energética es un signo muy común en todos los tipos de diabetes, especialmente en el tipo 2. En este síntoma entran en juego varios factores que hacen que, a pesar de hacer poco ejercicio físico, se sienta cansado y escaso de fuerzas. En primer lugar, y conectado con los primeros puntos, el cuerpo está constantemente deshidratado. Gestionar el exceso de azúcar requiere gran cantidad de agua y energía, que el metabolismo desvía para realizar esas funciones internas, dejando menos para otras tareas diarias. Además, el exceso de azúcar está consiguiendo que sus células estén peor alimentadas.

5. Heridas que cicatrizan más lentamente

«La diabetes es fundamentalmente una enfermedad cardiovascular», indica el especialista. «Por tanto sus problemas más serios están relacionados con la vascularización, ya sea en los grandes vasos —por eso existe más riesgo de infartos e ictus cerebrales cuando se padece esta dolencia— o en los vasos más pequeños, que son los que se ocupan de cicatrizar pequeños cortes y heridas». Además, añade el doctor, «esto también incide en un mayor peligro de contaminación e infección».

6. Hormigueo y picores en las extremidades

Los hormigueos y picores en las extremidades “no se deben al azúcar en sí mismo, sino a las complicaciones en la vascularización”, aclara Cabrera. Se conocen como neuropatías y son muy características de la diabetes, sobre todo a medida que la enfermedad avanza. Es más, se sabe que un alto porcentaje de diabéticos desarrollará problemas en el sistema nervioso a lo largo de su vida.

En las primeras etapas de la enfermedad, unos niveles excesivos de azúcar en sangre pueden producir daños leves en los nervios periféricos, lo que se traduce en picor, escozor, hormigueo o entumecimiento de las extremidades. Si usted los sufre a menudo, quizá es momento de consultar con su médico para hallar la causa.

7. Visión borrosa

Para tranquilizar al lector diremos que en las primeras etapas no se trata de la grave retinopatía diabética que puede conducirnos a la ceguera. «En los primeros estadíos, se tratará solo de momentos de visión borrosa, como si necesitásemos gafas», dice el doctor. «Cuando los niveles altos de azúcar en sangre son elevados, esto afecta inevitablemente también al sistema visual y sus conexiones». El exceso de azúcar puede además causar la inflamación del cristalino —explica— una estructura que funciona como una lente y que, al cambiar de forma, puede alterar nuestra capacidad de enfocar los objetos y por tanto hacer que veamos borroso.