De Nápoles a Turín, Italia se rebela al cierre por el coronavirus

Manifestaciones, incidentes, enfrentamientos y hasta asaltos a tiendas se registraron en toda Italia, donde los restauradores temen desaparecer con las nuevas restricciones decretadas por el gobierno para detener el segundo brote de coronavirus.

Convocados por las redes sociales, grupos de propietarios de restaurantes, bares, piscinas, gimnasios, escuelas de danza y comercios en general han salido a protestar por los cierres anticipados y el toque de queda nocturno.

Algunas manifestaciones fueron organizadas por grupos minoritarios de la extrema derecha, principalmente de Forza Nuova.

La protesta comenzó hace tres días en Nápoles en la céntrica plaza del Plebiscito, convertida en símbolo de las protestas, y se propagó de un extremo a otro de la península.

Turín, Milán, Trieste, Lecce, Viareggio, Pescara, Catania, Cremona fueron escenario de marchas y actos de violencia.

«Italia se rebela», tituló este martes el diario La Repubblica. 

Protocolo

Para frenar el número creciente de contagios diarios (alrededor de 17,000 el lunes), el gobierno tomó una serie de medidas que los medios de comunicación califican de «semi-confinamiento», con el cierre de bares y restaurantes a las 18H00, así como de los gimnasios, cines, teatros y salas de conciertos. 

Medidas «dolorosas» para el país que vive su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, pero consideradas imprescindibles para defender «la salud y la economía», aseguró el primer ministro Giuseppe Conte.

El Ejecutivo anunció además la distribución de 5.000 millones de euros (casi 6,000 millones de dólares) como indemnizaciones para los comercios.

Las autoridades temen que la emergencia sanitaria provoque una crisis del sistema de salud y se revivan las escenas de marzo en la próspera Lombardía, donde hubo que llamar al ejército para almacenar los ataúdes.

La tercera mayor economía de la zona euro respetó por dos meses un severo confinamiento, con el cierre de actividades comerciales y turísticas, por lo que se perdieron mas de medio millón de puestos de trabajo.

Emergencia sanitaria vs emergencia económica

Con más de 37,000 personas muertas por el nuevo coronavirus desde febrero, la situación sanitaria resulta de nuevo alarmante. 

«Estamos al borde del colapso, la contención del número de contagios es necesaria», advirtió este martes el portavoz de los servicios de emergencia de Lombardía, Guido Bertolini. 

Una medida rechazada por grupos de manifestantes que a diario se reúnen frente a la sede del gobierno regional al grito de «Libertad, libertad, libertad».

Grupos de extremistas de todos los colores destrozaron tranvías, incendiaron botes de basura, vehículos y apedrearon vitrinas de tiendas de lujo. 

En total 28 personas, entre ellos 13 menores, fueron arrestados en Milán y diez en Turín, informó la policía. 

Roberto Fiore, líder ultraderechista de Forza Nuova, fundador del movimiento «no mask» (no mascarillas), anunció que «frente a nuevos cierres responderemos con la desobediencia civil e incivil».

El fiscal nacional antimafia, Federico Cafiero De Raho, acusó en declaraciones a la radio a organizaciones mafiosas de alentar el desorden, en particular en Nápoles.

«La participación de la Camorra, la mafia napolitana, en actos criminales es clara», dijo.

Viejo Continente

En otros países de Europa está en vigor el toque de queda y se limitan los horarios de apertura de las tiendas así como la movilidad, pero sin registrar las manifestaciones de ira de Italia. 

Desde mediados de abril, en Alemania protestan contra las restricciones vinculadas al Covid-19 a pesar de que el país nunca ha experimentado un confinamiento estricto. 

En España, las manifestaciones han sido marginales desde el inicio de la pandemia, a pesar de las severas medidas de contención, entre las más estrictas del mundo.

Las protestas son esporádicas en Austria y Portugal, así como en el Reino Unido. 

Los manifestantes se reunieron cerca al Palacio de Buckingham el sábado antes de marchar por el centro de Londres exigiendo el fin de la «tiranía» sanitaria.