Algunos creen que los ofrecimientos de Trump quedarían en el tintero, ya que fueron parte de un capítulo pasado, cuyo propósito era ganar las elecciones. Otros, por el contrario, plantean que ese discurso tuvo un doble objetivo: posicionar una oferta orientada para el votante simplista, el que ya no cree en los políticos tradicionales, ansioso de canalizar sus frustraciones. Me ubico en este segundo plano.
El candidato ganador de las recientes elecciones representa la irrupción del Tea Party Movement en las grandes ligas. Su puesta en escena en 2009 tuvo sus primeras victorias un año después, durante las elecciones primarias del Partido Republicano, dando lugar a fricciones y posteriores fragmentaciones de ese partido. Ese rápido despliegue permitió situar a figuras, como Rand Paul y Marco Rubio. Sin embargo, esa representación de la ultra derecha aún era en cierta medida marginal.
La crisis financiera 2008-9, las medidas riesgosas asumidas por Obama y la idea de mantener vigentes clanes políticos como los Clinton fueron sumando adeptos a lo que posteriormente se convirtió en el elemento central del planteamiento republicano, carente de propuestas con otros contenidos que cautivan al electorado notablemente demandante de contenidos y caras distintas. De esa cuenta, aún cuando algunos republicanos le dieron la espalda al candidato, apostaran por Hillary Clinton e incluso manifestaron públicamente su voto a esta, por dentro las cartas estaban dadas en favor de la confluencia de las corrientes conservadoras, los libertarios, algunos liberales y toda una gama de corrientes pro individualista, aparentemente anti-sistemas, pasando por la influyente Asociación Nacional de Rifle y el nunca desaparecido Ku Klux Klan. Esa alianza demuestra que se ha sido ingenuo en pensar que esos movimientos eran representativos de la vieja guardia fuera del escenario real, grupos de desfasados venidos a menos. Nada más alejado de la realidad, que ahora cobrarán vigencia con fuerza.
Quizás una razón por la cual se les despreció y no se consideró su verdadera fuerza político-electoral, es su marcada inclinación por las actividades desde la informalidad. El movimiento Tea Party se gestó en el submundo, en las protestas y movilizaciones en contra de los impuestos, el rescate bancario y el excesivo gasto público. Han sido activo en las redes sociales, blogs y medios alternos. De allí que públicamente digan una cosa pero por dentro, en los espacios propios, marquen agendas.
Además de la natural influencia que tiene en Guatemala mucho de lo que sucede en Estados Unidos, ocurre un fenómeno adicional pero más alarmante: probablemente tomarán fuerza las corrientes de la ultra derecha que tuvieron vigencia durante las décadas del conflicto, en plena guerra fría. El FCN, sin programarlo, ha hecho su trabajo. Ha permitido emerger, recomponerse y ocupar espacios públicos de decisión a civiles y militares que algunos ingenuos ubicaban como jubilados y fuera del espectro. Además, los generadores de miedos que miran terroristas/comunistas/socialistas en cualquier comentario, análisis o documento que cuestione algo del sistema, también han contribuido a renacer de las cenizas a grupos que ahora surgirán vitaminados por el triunfo de Trump (los envalentonados). Para ajuste de penas, expresiones de las nuevas generaciones también avivan esos fuegos cuando sus inquietudes apuestan por el llamado cambio que no es nada más que llenar de contenido pragmático una olla vacía de contenido político real y confiable. Así surgen falsos líderes sociales, políticos e incluso religiosos que aprovechan ese capital fácil y manipulable.
En una sociedad extremo conservadora, miedosa, acomodada a llevarse por los aires del momento, acrítica, que compra con facilidad lo que se pone por el frente sin indagar ni cuestionar nada, la agenda que encarna Trump se transforma en agua de mayo; aliciente, elemento articulador y trazador de propuestas altamente peligrosas activadoras de racismo, exclusión, machismo, exacerbador de violencias, aprovechador de polarizaciones ya implantadas. Vaya futuro.