Corrupción y justicia, dos de los temas que el nuevo gobernante deberá atender (aquí los «pendientes»)

  • El gobierno del presidente Alejandro Giammattei ha entrado en su último año y poco es ya lo que se podrá hacer en los meses que quedan por delante, al menos en profundidad.  A continuación, un repaso de las tareas pendientes, aquellas que ni siquiera fueron atendidas por la administración.

El martes 14 de enero de 2020 asumió la presidencia Alejandro Giammattei, con la promesa de no ser un hijo de puta más, y promover cambios auténticos en el país.  Transcurrieron los primeros tres años y pocos avances significativos se dieron y en muchos casos la situación incluso se deterioró.

Ciertamente tuvo dos inconvenientes el nuevo mandatario: Jimmy Morales dejaba el país comprometido en muchos sentidos y, al poco tiempo de asumir, el covid-19 se hizo presente en el país como parte de la peor pandemia que ha afectado al mundo en los últimos cien años.

La herencia de Morales resultaba abrumadora: pobreza persistente, migración galopante, debilitamiento de la institucionalidad, la justicia perdiendo su independencia, la infraestructura, principalmente carreteras, en mal estado y una sociedad dividida y confrontada. 

La tarea no se presentaba sencilla para Giammattei, quien ganó las elecciones más por el antivoto de Sandra Torres que por haber convencido al electorado de ser la mejor opción.  Con apenas un poco más de 600 mil votos en la primera vuelta, pudo remontar los 1.2 millones de Torres, pero su partido Vamos apenas logró algunas diputaciones y alcaldías.

Sin demasiadas expectativas de la población, el nuevo Gobierno vio pronto truncado su lento despegue, al aparecer en marzo el primer caso de covid-19.  La pandemia, que empezó siendo bien atendida, pronto se convirtió en un lastre para la administración, ante la incapacidad de las autoridades de salud que, además, mostraron opacidad en todas las compras millonarias realizadas con un presupuesto ampliado por el Congreso de la República ante la emergencia.

La lista de pendientes

Desde el mismo 2020 empezó a verse que la lista de pendientes no parecía ni siquiera ser tomada en consideración.  A continuación, las cosas que no se atendieron durante el gobierno de Giammattei y que, por lo tanto, quedan como herencia para el nuevo gobierno que debe asumir en 2024, pero que será elegido este año:

LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN: Si bien es cierto que Jimmy Morales fue quien la detuvo al expulsar a la CICIG, Giammattei siguió los pasos de su antecesor y  en ese campo si profundizó, al extremo de aparecer en los índices internacionales como uno de los cuatro países más corruptos de la región latinoamericana.

Se creó una Comisión Presidencial contra la Corrupción, la que solamente ha servido para extraer fondos del erario nacional para pagar sueldos de funcionarios que en nada han contribuido ni siquiera para promover transparencia.

Luego el presidente reeligió a Consuelo Porras en el cargo de fiscal general y jefa del Ministerio Público (MP), situación que facilitó que meses después se desmantelara de manera total la Fiscalía Especial Contra la Impunidad y con ello se terminó la persecución de los delitos por corrupción.

La nueva administración puede seguir ese camino o buscar un cambio radical para terminar combatir el mal que impide el desarrollo del país.

JUSTICIA INDEPENDIENTE: Va de la mano con el problema anterior.  La impunidad en los casos de corrupción, derechos humanos y otros, ha alcanzado niveles nunca antes vistos, derivado de la cooptación de las instituciones del sector por parte del poder político.

La Corte Suprema de Justicia (CSJ) lleva más de tres años de manera espuria y nada indica que esta legislatura vaya a corregir –finalmente– esta aberración inconstitucional.  Propiciar la recuperación de la independencia judicial será el reto más difícil e importante que tendrá la nueva administración, que encontrará problemas por el traslape de algunos mandatos constitucionales, como los del Ministerio Público (MP), la Corte de Constitucionalidad (CC) y el Procurador de los Derechos Humanos (PDH).

COMBATE A LA POBREZA: Guatemala es uno de los países de América Latina con peores índices de Desarrollo Humano.  De hecho, solamente Haití y Honduras presentan una situación peor.  Más del 50 por ciento de la población está bajo la línea de pobreza y una buena parte la vive de manera extrema.

Los últimos tres años se han desperdiciado, al extremo de ser Guatemala el país que muestra en Latinoamérica el más elevado índice de desnutrición infantil crónica.  Terminar con esta situación es una tarea de corto, mediano y largo plazo, pero en la medida en que se retarda, su solución no empieza siquiera a verse en el horizonte.

Varios factores influyen para que haya tanta pobreza, así como su existencia genera otros retos que veremos más adelante:

MIGRACIÓN Y RELACIONES CON EEUU: Si se atiende correctamente el combate a la pobreza, entonces –y sólo entonces–, se verá que cambian las condiciones socioeconómicas del país y principian a darse oportunidades de empleo y de mejora para la población.  Esta es la mejor solución para reducir paulatinamente el flujo de migrantes hacia Estados Unidos. 

Por cierto, mejorar las relaciones con el socio del Norte es importante para Guatemala y su economía.  Seguirá durante mucho tiempo la dependencia de las remesas familiares, pero se pueden estrechar lazos comerciales.  Aunque no se reconoce públicamente por ninguna de las partes, las relaciones entre Washington y Guatemala han caído a su peor nivel en décadas.

Como es una situación que no desaparecerá de la noche a la mañana, es importante que la cancillería tenga una política de apoyo al migrante, algo que hasta la fecha es solamente algo relativo, de acuerdo con las múltiples y constantes quejas de guatemaltecos en diferentes partes de EEUU.

Restablecer las relaciones cordiales con la Casa Blanca será una “papa caliente” para la nueva administración.

CONFLICTIVAD SOCIAL: Lejos de aportar para reducir la conflictividad social, el proceso electoral abrirá nuevas heridas por no permitir la participación de importantes candidatos de oposición –Thelma Cabrera y Roberto Arzú, al menos por el momento con impedimento por resoluciones de las instancias controladas por el oficialismo (TSE, CSJ y CC)–.  Además de estos grupos que tendrán malestar justificado, lo hay también en torno al tema de la minería.

El apoyo del gobierno de Giammattei a la explotación minera de parte de empresas rusas y la indefinición en otros casos en torno a las consultas populares abre también otra brecha de malestar social, que fácilmente llega a la conflictividad y protestas.

INFRAESTRUCTURA: Carreteras en mal estado y pocas obras importantes en puertos y aeropuertos, son la característica dominante en el país.  Viajar por el interior del país muestra el retraso, sobre todo si se compara con los países vecinos que cuentan con mejor infraestructura.  El ministerio de Comunicaciones y casi todas las municipalidades son los focos más fuertes de corrupción y el dinero, en vez de ser aprovechado en obras que contribuyan a la modernidad y eficiencia de la economía, sirven para el despilfarro del erario y el enriquecimiento de los políticos de turno.

El peligro gigante

La integración del próximo Congreso de la República debe ser motivo de preocupación para el nuevo presidente en enero del 2024, aún si tiene un eficiente programa de gobierno.  Mucho de lo que se deba o quiera hacer, debe pasar por el Congreso de la República, en donde prevalecerá el multibancadismo, ya que no habrá ningún partido dominante.

Cómo se ha visto en las últimas legislaturas, con la participación de tantos partidos políticos en la contienda electoral, se abren las puertas para que haya un número exagerado de bancadas en el Congreso.

Recordemos que ningún partido tiene ideología o estructuras sólidas y más bien terminan siendo vehículos electoreros.  Eso hace que muchos de los diputados que resultarán ganadores en los comicios del 25 de junio sean políticos de ocasión y oportunistas, que llegan al Legislativo a recuperar su inversión electoral y enriquecer sus cuentas bancarias.

Esta situación hace temer que, si no hay un liderazgo positivo y muy fuerte en el país, sea fácil que se caiga nuevamente en la necesidad de hacer una alianza oficialista, como la actual, en la que solamente entran quienes tienen los mismos intereses, lamentablemente no los mejores.