Comisión Nacional Contra la Corrupción (CNCC): ¿La cuarta será la vencida?

  • La primera bajo el alero de Roxana Baldetti, la segunda de Jimmy Morales y la tercera de Alegrando Giammattei, pasaron sin tan siquiera intentar la denuncia de la corruptela estatal.

Durante los últimos tres gobiernos se crearon comisiones de «transparencia» o anticorrupción, pero ninguna de ellas dio resultados positivos, ni siquiera mínimos, mientras que Jimmy Morales se encargó de desarticular la CICIG, luego de que esta decidiera incursionar en la persecución y desartriculación de estructuras de corrupción y más tarde la fiscal general Consuelo Porras, asestara un golpe mortal a la Fiscal Especial Contra la Impunidad (FEDCI), que asumió esas funciones.

En resumen, Otto Pérez y Roxana Baldetti crearon una comisión de transparencia que más bien sirvió de encubrimiento y de poco sirvió, porque las investigaciones de la CICIG, que internacionalmente fue llamada «Comisión Anticorrupción en Guatemala», terminó actuando con certeza e independencia junto al Ministerio Público (MP) y aquel gobierno cayó en medio de acusaciones y juicios.

Por primera vez en la historia, un presidente y su vicepresidenta terminaron su período en la cárcel por actividades ilícitas.

Jimmy Morales, quien llegó a la presidencia bajo el eslogan de «Ni corrupto ni ladrón», fue el responsable de terminar con la labor de la CICIG en Guatemala y en 2019 logró su salida del país, luego de que la había debilitado. Nombró a Consuelo Porras como fiscal general y creó una comisión del ejecutivo para combatir la corrupción, que nada hizo.

Luego llegó el presidente Alejandro Giammattei que siguió los pasos de Morales y creó la Comisión Presidencial Contra la Corrupción, que pasó igual que las anteriores, sin pena ni gloria. Además, renovó el mandato de Consuelo Porras, ya para entonces, muy criticada por la comunidad internacional y organizaciones civiles del país.

Porras, empoderada con su segundo mandato, desarticuló completamente la Fiscalía Contra la Impunidad (FECI), que había heredado algunas de las funciones de la desaparecida CICIG, y trabajaba en investigaciones contra altos funcionarios de la administración, incluyendo al presidente Alejandro Giammattei. Su sucesor, Rafael Curruchiche, llegó con la tarea de terminar con dichas investigaciones y no abrir casos importantes nuevos.

Arévalo y la nueva Comisión

Bernardo Arévalo y su partido, Movimiento Semilla, ganaron el poder Ejecutivo en las elecciones del año pasado con un discurso anticorrupción, que la población tomó como el «antisistema» de aquello imperante durante doce años consecutivos en el país.

Entre las promesas después de ganar la segunda vuelta electoral, Arévalo ofreció la creación de una Comisión Nacional Contra la Corrupción (CNCC), la cual fue anunciada oficialmente el pasado martes y su comisionado, Santiago Palomo Vila, juramentado el mismo día por el mandatario.

Dicha comisión estará adscrita a la presidencia de la República, al ser producto de un decreto gubernamental y no de una ley, porque así fue creada por Giammattei. Arévalo solamente reformó el decreto de su antecesor.

Palomo Vila ha indicado que la Comisión tendrá como una de sus tareas prioritarias «la denuncia» –tras las investigaciones o evidencias–, entre otras atribuciones para promover el buen desempeño y transparencia en el Ejecutivo.

Los integrantes de la nueva comisión serán anunciados a finales de mes y se convertirá en una institución con su propio financiamiento.

Hay varias interrogantes en el ambiente. La primera es si se convertirá en una comisión onerosa para el Estado sin dar resultados, como sus antecesaras, o si por el contrario detendrá las malas prácticas que se han arraigado en el Estado. La segunda es el grado de autonomía que se le permitirá a la CNCC para intervenir en los grandes negocios que se llevan a cabo en los diferentes ministerios y, tercero, el grado de apoyo que pueda recibir del MP en caso de convertir las investigaciones en denuncias penales.

Los analistas señalan que el éxito de la CICIG en la lucha contra la corrupción, reconocido mundialmente, es que por tratarse de una comisión internacional no dependía de poderes internos y el MP estaba obligado a colaborar, dos factores que no se presentan igual en este momento.

En todo caso, la pregunta que quedará flotando en el ambiente un buen tiempo es: ¿Será la cuarta la vencida?