Cocinando a fuego lento el futuro del MP y de la justicia

A diferencia de lo que sucede cuando se prepara un buen platillo, en este caso se prepara así para evitar sobresaltos de una sociedad adormecida ante el asalto a la justicia.

Gonzalo Marroquín Godoy

No solo lo digo yo. Son un montón de instituciones nacionales e internacionales que advierten, expresan temor o se manifiestan en contra del claro asalto a las instituciones del sector justicia por parte de la alianza oficialista, que no cede un ápice en su afán por controlar las cortes y ahora retener el control del MP, pieza clave para asegurar impunidad en el país.

Ahora mismo estamos viendo un nuevo capítulo de esta saga que lleva más de dos años en cartelera y que ha dado todo tipo de escándalos, a la vez que muestra una fuerza poderosa que le permite avanzar y cocinar cada platillo como mejor le plazca, porque siente que no hay repercusiones a pesar de los abusos y prepotencia con la que actúa.

El nuevo capítulo es el proceso de postulación para elegir nuevo fiscal general.  El libreto es tan burdo, que ya se puede anticipar que al final de cuentas el presidente Alejandro Giammattei podrá elegir a un cuate a su gusto o ratificar en el cargo a la que ha sido su gran aliada para impedir cualquier investigación en su contra, es decir, Consuelo Porras.

Basta con ver la nómina de 26 abogados que presentaron papelería para postularse al cargo de fiscal general.  Por lo poco que se sabe de algunos de ellos y lo mucho de otros, se puede llegar a la conclusión de que, entre todos, no sale uno ideal para el cargo, aunque ¡eso sí!, es un listado ad hoc para que luego se diga que se escogió al mejor.

La lista la encabezan abiertamente tres oficialistas: la fiscal general Porras, el procurador general de la Nación, Jorge Luis Donado y el descolorido comisionado contra la Corrupción, Oscar Dávila Mejicanos, encargado de mirar hacia otro lado cuando hay denuncias de negocios turbios en la administración pública.

Ninguno de ellos puede presentarse con etiqueta de independiente como el cargo lo requiere.  Los demás, pues simplemente hay que decir que servirán para rellenar la lista de candidatos.  En todo caso, ninguno sería peligroso para los planes del oficialismo.

La elección de fiscal general depende de las tristemente célebres comisiones de postulación que, aunque se creía que serían objetivas, imparciales y no manipulables por estar integradas principalmente por representantes de la academia –universidades–, han resultado todo lo contrario, como se ha demostrado con el paso de los procesos.

La situación ahora es más caótica, pues como sucede en los regímenes autocráticos ­–tipo la Nicaragua de Ortega o la Venezuela de Maduro–, la justicia ha caído –¿o se entregó?– en manos del sector político.  ¡Se ha borrado la independencia de la justicia!

Estamos viendo que no se conforman con controlar cortes, fiscalías, salas de apelaciones y en general todo el sistema de justicia, sino que además quieren hacer pagar a los opositores –fiscales, jueces y operadores independientes– con el castigo de la cárcel.  Por eso se ha iniciado una virtual cacería de brujas, para golpear a cualquiera que haya estado a favor de la lucha anticorrupción o clame por una justicia que desempeñe el papel de contrapeso ante los abusos y desmanes de los gobernantes de turno y sus aliados.

Todo se ha venido cocinando a fuego lento. 

Primero fue entrampar la elección de una nueva Corte Suprema de Justicia, para hacer que permanecieran en sus cargos las marionetas que actualmente responden a los deseos de esa alianza oficialista que está integrada por grupos políticos, mafias, estructuras criminales, empresarios, militares, funcionarios, diputados y representantes del sector justicia.

Luego vino un plato más fácil por su forma de elegir: se tomó la Corte de Constitucionalidad (CC).  Esa institución, llamada a ser baluarte de la democracia, se ha convertido en servilleta de la alianza.  Sí, le sirve para limpiarse la boca cuando la fiera destruye a sus presas.

¿Demasiado dramático?  No, lamentablemente es una visión realista.

Ahora toca el MP y todo indica que el proceso será tan sencillo como el que se siguió con la CC. Al final, se hará lo que se les ronque la gana al presidente Giammattei y sus aliados más cercanos.

Mientras tanto, el país sigue en las mismas.  La educación no mejora; en salud, hasta las aspirinas faltan en los hospitales; las carreteras se siguen distribuyendo según el tamaño de la mordida; y las instituciones del Estado– todas, hasta las más autónomas–, se han convertido en casas de empleo, porque recordemos que la lealtad de los corruptos hay que mantenerla a base de pagar favores. 

Se cocina el platillo lentamente… pero puede llegar a quemar algún día.