Ciudades atractivas

Luis luis fernando copyFernando Cáceres Lima


Con frecuencia me pregunto qué es lo que hace que una metrópoli como Viena, Tokio o Milán sea tan atractiva. Ciertamente los urbanistas se plantean, en el centro de su profesión, la interrogante de cómo mejorar la calidad de vida en una ciudad.

Generalmente usted escuchará que un correcto plan de urbanismo buscará el desarrollo local: la generación de un dinamismo en la ciudad que se traduzca en oportunidades para sus ciudadanos, en un entorno amigable para la vida en la ciudad.

Me encantaría que contáramos en las ciudades de Guatemala con entornos amigables y llenos de oportunidad y, aunque esto ya sería un gran paso en el camino correcto, no puedo evitar desear, además, vivir en una ciudad atractiva, que no es lo mismo.

Aparentemente, los humanos adoramos las ciudades, que se encuentran en un punto medio entre el caos y el aburrimiento.

Leyendo acerca de esto encontré la obra de The School of Life, que fue fundada en Londres por el suizo Alain de Botton. El planteamiento que ellos hacen para lograr hacer de una ciudad, una bella metrópoli, me parece correcto. Consta de seis características y quiero aprovechar este espacio para compartirlo con usted y tratar de poner este tema sobre la mesa de consideración:

Orden
Según Botton y su equipo, orden es la razón principal por la que nos encanta París y Nueva York y, sin embargo, debemos evitar tener demasiado. La regularidad excesiva puede resultar implacable y dura y, por lo tanto, lo deseable es la organización sofisticada. Como diría Francesca Perry: Aparentemente, los humanos adoramos las ciudades, que se encuentran en un punto medio entre el caos y el aburrimiento.

Visibilidad
El segundo factor es vida visible. Con esto, los autores se refieren a calles y plazas llenas de gente y actividad.

Lugares compactos
Las ciudades con alta densidad demográfica y pequeña extensión relativa, resultan más atractivas. Salzburgo, en lugar de Miami, por ejemplo.

Orientación y misterio
Este factor involucra la capacidad de una ciudad para guiar a una persona de forma precisa y sencilla, pero las ciudades en las que, además, un visitante puede perderse momentáneamente y descubrir partes antes desconocidas de la ciudad, son las qué mejor califican en la escala de atracción. Por ejemplo, Charles Street en Boston generalmente resulta  un agradable descubrimiento, porque al no ser una vía principal, muchas veces pasa desapercibida, pero al conocerla los visitantes se ven asombrados por todo el comercio local que ahí existe.

Escala
Aparentemente, lo que podemos aprender de Ámsterdam y Berlín es que es mejor construir muchos edificios de mediano tamaño –cinco o seis pisos– para obtener alta densidad y ciudades cuyas construcciones no se elevan mucho.

Sentido de localidad
La idea alrededor de este punto es lograr diferenciar las ciudades a través de estimular la escancia de la misma y a través de barrios que tengan personalidad específica provista por su comercio local.

Estoy convencido de que estos factores, sin lugar a duda, aportarían significativamente a mejorar nuestras ciudades y, sin embargo, el ciudadano sigue siendo el factor principal. Ciudadanos con fuertes lazos que logren generar y explotar redes de relación entre si mismos es probablemente el factor principal. En las ciudades donde esto sucede las interacciones entre los actores locales están vivas, fuertes y conectadas. Cuando los locales se ven como socios en el desarrollo de la comunidad y cuándo se comprende a dónde va la ciudad como un todo, la pertenencia se refuerza y las ciudades se ven transformadas.