Brexit: ¿Bache o desastre?

Los primeros efectos por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea se hacen sentir en las islas, pero también en el continente. Ahora la preocupación es de cara al futuro, tanto para los británicos como para el bloque europeo. Lo único cierto es que todas las naciones involucradas temen los coletazos económicos, políticos y sociales que puedan seguir.


Ernesto Manzanares


Madrid – Todavía no se concreta el brexit, pero sus efectos se sienten ya en Europa y Gran Bretaña, por supuesto. Si bien la caída de la libra esterlina no era difícil de anticipar, no todos hubieran pensando que principiaría la compra-venta de grandes compañías británicas y que el temor en torno al futuro de la Unión Europea (UE) subiera de tono en las grandes capitales.

Y está sucediendo. La llegada de Theresa May al 10 de Downing Street –la residencia de la primera ministra británica– no ha traído más calma y no será hasta que se produzca la negociación de salida con la UE que se sabrá el rumbo a seguir por cada una de las partes. Por ahora, la agitación se siente y la incertidumbre aumenta.

La noticia de la compra de la compañía de alcance global ARM –la mayor diseñadora de microchips empleados por los teléfonos inteligentes– por el gigante japonés de la tecnología, Softbank, no ha hecho más que confirmar que la debilidad de la moneda británica facilita las llamadas adquisiciones hostiles, porque el tipo de cambio posibilita las transacciones.

La razón de esta venta fue que la junta directiva de ARM no pudo resistir la oferta de €28.950 millones de los japoneses. Aunque Theresa May intentó dar una visión positiva a la negociación, los expertos ven lo sucedido como una muestra de fragilidad de la economía británica. El analista de mercados Dan Risdale considera que hay que esperar un aumento en las fusiones y adquisiciones de empresas como obvia consecuencia del brexit y de una libra esterlina debilitada.

Y este pronóstico se está cumpliendo. Al parecer, las compañías británicas se convierten en gangas. Steinhoff, el grupo sudafricano, se hizo de la cadena de tiendas por descuento Poundland, lo mismo que la cadena de cines estadounidense AMC Theatres, que se hizo de Odeon & UCI Cinemas Group por €1.100 millones. El presidente de AMC, Adam Aron, explicó que simplemente aprovechamos la tasa de cambio favorable y no creo que seamos los últimos en hacerlo.

En efecto, Aron tiene razón, porque otras compras, calificadas quizás de hostiles, se están dando. El diario especializado Financial Times, dijo que en el corto plazo algunos tratos oportunistas se van a cerrar, pero cree que en el largo plazo se verá un declive, porque el brexit genera incertidumbre y no es buen amigo de adquisiciones.

Europeos temerosos

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Según una amplia encuesta realizada por Ipsos Mori en 16 países, hay mucho temor en Europa sobre el efecto de brexit. Quienes más temen son los españoles, 69 %, seguidos por alemanes belgas, arriba del 50 %.

Lo más curioso de la encuesta es que el 51 % de los británicos cree que les irá mal fuera de la UE, contra apenas un 38 %, que dice que les irá mejor, y el resto no lo sabe. Lógicamente un alto porcentaje de británicos, 56 %, esperan que pueda haber un buen acuerdo comercial con los países de la Unión, mientras que los ciudadanos europeos se muestran apenas inclinados –un 30 %– a favor de que se hagan concesiones a los británicos en la negociación de tratados de libre comercio.

Por otro lado, en Alemania parece que la preocupación ha subido de tono. La primera ministra Angela Markel ha reconocido que se marcha un importante miembro y aliado. Ella sabe que Gran Bretaña era un bastión dentro de la UE en materia económica, diplomática e incluso militar.

Markel ahora intenta fortalecer el eje franco-alemán, para no tener que cargar con todo el peso de los problemas de la eurozona, y que haya consistencia en las negociaciones de la salida británica.

Pero los franceses quizás no sean tan confiables. Su presidente, Francois Hollande, apenas cuenta con un 13 % de aceptación en estos momentos y su postura no puede tener la fortaleza que se requiere en la construcción del nuevo liderazgo europeo tras el brexit.

En algunos países europeos se teme que el brexit fomente los movimientos eurófobos y ultranacionalistas, particularmente en Francia, Holanda, Polonia, Austria, Finlandia, Dinamarca y la propia Alemania, lo que podría producir una especie de efecto dominó con consecuencias impredecibles.

La atención se centra por ahora en la postura que Gran Bretaña asuma en sus negociaciones para definir las nuevas relaciones políticas y comerciales con el resto de Europa. Lo primero que habrá que acordar son los ajustes arancelarios, lo que obligará a buscar acuerdos de libre comercio, en medio de un clima de incertidumbre que podría frenar aún más el crecimiento económico del continente.

Lo que esperan en GB

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Ahora los británicos esperan que al menos se cumplan algunas de las promesas que se hicieron durante la campaña a favor del brexit. La primera es la de desviar recursos que antes iban para la UE hacia el sistema de salud. Hay que recordar que la mayoría de los que votaron por dejar la Unión Europea fueron las personas mayores.

Gran Bretaña enviaba 350 millones de libras semanales, de las cuáles se espera que al menos 100 millones sean ahora para el sistema de salud. También se quiere ver instalado pronto el ofrecido sistema de control migratorio, similar al que utiliza Australia, que contempla puntos y grados de aceptación según la nacionalidad.

Los británicos también esperan que haya rebaja de algunos impuestos, como producto de menores requerimientos para apoyar a la Unión Europea,

Gran parte de la atención de la opinión pública se centra en las declaraciones que ofrece a la prensa sobre el tema la primera ministra May sobre las posturas que adoptará el país en el proceso de negociación.

El exalcalde de Londres, Boris Johnson, uno de los impulsadores del brexit –por cierto, Londres fue una de las ciudades británicas que votó mayoritariamente por la permanencia en la UE– dijo que no debemos volver la espalda a Europa, y pidió que en las negociaciones futuras exista flexibilidad de ambas partes para que el divorcio no sea traumático.

El reloj corre ahora de manera regresiva. El proceso de salida puede durar dos años, pero las partes han reconocido que es mejor hacerlo con celeridad.

Gran Bretaña sabe que está fuera del sistema, pero que necesita una buena convivencia con el continente. Los países de la UE quieren también que los británicos permanezcan lo más cerca posible, para que los efectos negativos tengan el menor impacto posible. Por el momento no se le puede calificar de desastre, no hay sunami, pero después de los baches iniciales no se sabe lo que sucederá.

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