Arévalo en Washington: llegada a la presidencia «es inevitable»; hará gobierno con «gente honesta»

El presidente electo de Guatemala insistió en que «no hay otra alternativa» legal que impida la transición de poder, aunque reconoció que el «pacto de corruptos» no lo «va a hacer fácil».

Voz de América

Yeny García

WASHINGTON — El presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, insistió este jueves que su toma de posesión el próximo enero es «inevitable», pese a los múltiples esfuerzos judiciales por frustrar su asunción, al tiempo que adelantó que buscará rodearse de «gente honesta» durante su gestión.

«Nosotros creemos que cada día más y especialmente en las últimas semanas se ha ido clarificando de que no hay otra alternativa, de que sencillamente es, desde el punto de vista legal, imposible y que no existen las condiciones que le permitirían al pacto de corruptos actuar de otra manera», indicó Arévalo en un encuentro con periodistas.

El candidato del Movimiento Semilla, que enfrenta retos legales a su asunción liderados por la fiscal general guatemalteca Consuelo Porras, reconoció que las «maniobras para socavar la democracia» no sólo provienen del Ministerio Público, sino también de miembros del Ejecutivo.

«Lo que sí sabemos es que no nos la van a hacer fácil, que van a seguir usando cualquier medio, construyendo casos, tratando de obstaculizar. Pero la toma de posesión el 14 de enero es inevitable», aseguró Arévalo a una pregunta de la Voz de América.

El político, escritor y diplomático, conocido por su postura anticorrupción, fue elegido como el próximo jefe de Estado con el 60,9 % de los votos, en una segunda vuelta de presidenciales frente a la exprimera dama, Sandra Torres.

En su conversación con periodistas en Washington, Arévalo aseguró que su gestión estará enfocada en «recuperar al país» de manos del «pacto de corruptos» y atender a los reclamos de todos los guatemaltecos, incluida la comunidad en el exterior.

Desde antes de su elección, varios funcionarios judiciales, entre ellos Porras, arremetían con varias acciones contra el partido de Arévalo y el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que refrendó la victoria del Movimiento Semilla.

En respuesta a esto, en Guatemala se han producido protestas y paros generales, impulsados sobre todo por organizaciones campesinas e indígenas, que piden la renuncia de la fiscal general Consuelo Porras, estrecha colaboradora y amiga personal del presidente saliente, Alejandro Giammattei.

Además de la dimisión de Porras, los guatemaltecos exigen la de los fiscales Rafael Curruchiche y Cinthia Monterroso, líderes de la investigación contra el Movimiento Semilla, y la salida del cargo del juez Fredy Orellana, bajo cuyas órdenes se realizaron allanamientos y aprehensiones por el presunto uso de firmas falsas para la inscripción del partido político de Arévalo.

Arévalo ha responsabilizado a Porras por liderar lo que califica de “un golpe de Estado”.

Este «ha sido un fenómeno orgánico» surgido espontáneamente, explicó el presidente electo este jueves sobre el movimiento de protestas en Guatemala, de quienes afirma, se ha convertido en actor «crítico para la discusión sobre el futuro de la democracia».

«Han sido extremadamente claros en cuáles son sus objetivos (…) han sido muy claros en que no nos están defendiendo a mí, ni a mi partido, sino que están defendiendo la democracia», precisó.

Sobre Porras, Arévalo, afirmó que forma parte de «un aparato» en «un arreglo que va más allá» del Ministerio Público. «Si la fiscal general no renuncia, y siempre tenemos la esperanza de que lo haga, tendremos que ver cuáles son las opciones para poder operar en esa situación».

El próximo mandatario guatemalteco resaltó además el apoyo de instituciones y gobiernos, entre ellos el de Estados Unidos, al «traspaso pacífico de poder» y el proceso electoral en su país. Washington ha sancionado a Porras y otros funcionarios por lo que califica de «intentos de socavar la democracia en Guatemala».

Un gabinete de «gente honesta» y lucha contra «narcoalcaldes»

Para el presidente electo, la labor a partir de enero frente al Estado guatemalteco estará muy enfocada en «recuperar al país» de manos del «pacto de corruptos» que lo dirige, y esto incluye escoger muy bien a los miembros de su gabinete.

«Tenemos que asegurarnos de que tengamos personas honestas en puestos clave. Esa es la cuestión número uno», insistió, al tiempo que destacó la lucha contra el narcotráfico y los «narcoalcaldes» que controlan territorios y entramados ejecutivos, como un elemento clave en los esfuerzos por cambiar el rumbo de Guatemala.

«Tenemos muy claro que la lucha contra el narcotráfico es fundamental si realmente queremos empezar a recuperar al país. Y tenemos claro que hay que hacerlo y que va a ser complicado», reconoció.

Según Arévalo, lo que el mundo verá «en los próximos cuatro años es un gobierno que será muy activo en el uso del diálogo, muy activamente emprendiendo caminos muy diversos para tratar de forjar acuerdos o consensos (…) para poder avanzar en una agenda básica para luchar contra la corrupción y lograr el desarrollo».

Integrar a la comunidad guatemalteca en el extranjero

Durante su gira de tres días por EEUU, en la que se ha reunido con legisladores y funcionarios estadounidenses, Arévalo también intercambió con miembros y líderes de la comunidad migrante guatemalteca de varios estados.

El presidente electo confirmó que «hay una lista muy grande de demandas de la comunidad», concretamente en temas consulares, pero advirtió que en su gestión, además de esto, pretende «discutir la transformación de la relación. entre las comunidades expatriadas y el Estado».

«Vamos a hacer todos nuestros esfuerzos para iniciar una discusión sobre la forma de crear un distrito electoral (para representar a los expatriados), para que realmente los expatriados puedan comenzar a elegir su propia representación», dijo Arévalo, quien insistió en que las remesas enviadas desde el exterior forman «parte fundamental de la economía» guatemalteca.

Subrayó que «es razonable proporcionar esto a las personas que realmente mantienen a flote la economía» y convertirlos en «socios del desarrollo» del país suramericano.

Preguntado sobre la historia repetida de líderes corruptos en Guatemala y el resto de América Latina y sobre si al final su gobierno seguiría el mismo camino de muchos antes que él, Arévalo sonrió y respondió: «Pregúntenme en cuatro años. Mi trayectoria (de postura anticorrupción) habla por sí sola».