Apuntes de la coyuntura

RENZO ROSAL


Renzo Lautaro Rosal
Por décadas, los gobernantes se legitimaron por la vía de los resultados electorales que sellaban los acuerdos que normalmente se establecían tras bambalinas. Las elecciones han sido la licencia ilimitada para que eso que llamamos gobernar se haya convertido en una acumulación ilimitada de vicios. Los ciudadanos permanecieron inertes viendo los penosos sucesos, pero sin mayor margen de reacción, mucho menos de incomodar o bloquear. De a poco esa realidad pensada ad eternum comienza a girar en sentido contrario. Contrario a la idea de que los presidenciales finalistas buscaran nuevas fuentes de legitimidad, de la mano de los nuevos sectores movilizados, el peso de las viejas formas no cede terreno. Sandra y Jimmy recurren, con algunos cambios de forma, a las expresiones tradicionales para encantar a los electores. En el primer caso, anunciar alianzas que a la larga no dicen nada, realizar visitas para agenciarse de adeptos bajo el aparente y renovado interés por situaciones alarmantes, recurrir a los mismos mensajes de hace cuatro u ocho años, indican que no hay mayor interés por cambiar. En el segundo caso, negar alianzas en una realidad política cargada de pactos precisa ingenuidad o la visión de ver a los electores como principiantes; agenciarse de votos cargados de peligros y compromisos -los expatrulleros de defensa civil- son otras señales que lo quieren y no pueden salirse de script tradicional.
Ambos parecen apostar por que los vientos de la ciudadanía disminuyan de intensidad y se retorne al escenario de la sociedad dispersa y acompasada, que ha bajado la guardia y no tiene claro cómo continuar. ¿Podremos seguir siendo intolerantes o caeremos en el terreno de buscar respuestas rápidas a problemas complejos?
Por delante, el movimiento ciudadano tiene diversos desafíos. Uno central es la búsqueda de nuevas representaciones políticas. Es positivo que el lente se posicione frente al Congreso y que de aquí en adelante haya menos receptividad a las decisiones y movimientos en el Legislativo. Que doce diputados cuestionados y con solicitudes de antejuicio en su contra hayan sido reelectos es mala noticia, pero argumentos necesarios para mantener el pedal sobre el acelerador para depurar ese organismo. Estamos ante un desafío: o pretendemos salir del maíz podrido con serias amenazas para que nuevamente se instalen otros cuestionables, o es posible modificar el modelo de representación política. En esa discusión, cabe preguntarse por los medios para establecer nuevos mecanismos de intermediación política. Si no la hacen los partidos, otros estarán en disposición, pero con el riesgo de consolidarse como actores paralelos que pueden aprovechar el terreno de la transición para socavar el terreno tradicional, encumbrándose solo para reproducir los viejos patrones de asimetrías en el acceso a los bienes y al poder. Solo veamos la tendencia hacia mayor peso de lo urbano; la creación de varios ejes donde se concentra el voto; el recambio en el mapa de los caudillos locales, que ahora piensan y actúan en los territorios; la relación entre poblaciones atendidas por programas sociales y la filiación hacia ciertos partidos; los fenómenos de aprovechamiento barato de los electores con poco desarrollo de cultura política; el poco peso de los factores ético-morales en la elección de nuevos funcionarios públicos; la débil lectura que seguimos teniendo respecto al peso de la corrupción, fenómeno que se sigue considerando como el gran y único problema que se puede resolver de la noche a la mañana.
A mediano plazo es necesario instalar otras tareas, como el paso de la crisis política a la económica, lo cual representa una vital necesidad en un escenario de marcadas desigualdades. Lo que viene después es debatir el presente y futuro de la estructura económica. Los primeros indicios están a la vuelta de la esquina: crisis profunda de las finanzas públicas, repercusiones de los períodos de crisis alimentaria, la posible disminución en la calificación riesgo-país, los problemas en la recaudación, la inestabilidad de la SAT, la llegada de la crisis a las puertas del BANGUAT y del sistema bancario. La lista es interminable, pero tal parece que el margen de operación del siguiente Gobierno se reducirá a la contención o exacerbación de la crisis.
renzolautaro.rosal@gmail.com
Las elecciones han sido la licencia ilimitada para que eso que llamamos gobernar se haya convertido en una acumulación ilimitada de vicios.