Para contemplar ese paisaje que corta la respiración, sobre todo al alba, hay que sortear todo un muro de fotógrafos. Los cenagales de la provincia de Fujian, al sureste de China, se han convertido en una atracción para los apasionados del teleobjetivo.
Desde hace siglos, los habitantes de Xiapu viven de recolectar productos del mar en interminables cenagales, cubiertos durante la marea alta y despejados en marea baja.
Pero al amanecer, el murmullo de las olas y del viento queda ahogado por el clic de cientos de cámaras de fotos. Xiapu se ha convertido en un «spot» para los amantes de la fotografía en China.
Y no es para menos: la marea alta y la baja circulan en medio de un laberinto de redes en las que los lugareños recolectan algas.
Plantadas en estacas de bambú, las redes se extienden hasta el infinito entre islas, rocas y bancos de arena despuntan en el paisaje, dibujando extrañas formas geométricas.
«El espectáculo de sol saliendo sobre el mar y barcos de pesca en el horizonte me hipnotiza», confiesa Liu Hong, un jubilado procedente del norte del país, a cientos de kilómetros del lugar.
Según la prensa local, hasta 400.000 fotógrafos, profesionales o amateurs, visitaron estos cenagales en 2016, una cifra que puede seguir creciendo debido a la mejora del nivel de vida y al aumento del número de jubilados.