Agitada vida política del país: Un siglo de militarismo

Guatemala vivió bajo dictaduras y regímenes militares a lo largo del siglo XX.  Los gobiernos civiles apenas si dominaron a partir de la apertura democrática de 1986, pero antes la historia parecía repetirse una y otra vez.  Este es un recuento de los gobiernos en el país durante ese período.

Redacción de Crónica Cultura

La historia política de Guatemala en el siglo XX comienza a escribirla un civil, el abogado Manuel Estrada Cabrera, ya para entonces, presidente de Guatemala —desde el 8 de febrero de 1898—, quien gobernó con mano férrea el país hasta 1920, cuando fue obligado a renunciar al cargo por supuestos problemas mentales.

Aunque su sucesor fue otro civil, Carlos Herrera, su paso por la presidencia fue breve —abril de 1920 a diciembre de 1921— y no fue más que el preámbulo para que los militares tomaran el control del país para no soltarlo más que por breves paréntesis, hasta llegar a 1986, cuando Vinicio Cerezo Arévalo fue elegido como el primer gobernante civil de la actual era democrática.

De civiles a militares

Estrada Cabrera gobernaba Guatemala desde 1898, y fue el primer presidente del siglo XX.  Él era un abogado que ejercía en su natal Quetzaltenango y llegó a la Presidencia por ser ministro de Gobernación y Primer Designado a la presidencia, cuando fue asesinado su antecesor, el general José María Reina Barrios.

Durante su administración, dejó huellas importantes, como el ferrocarril interoceánico, la construcción del Mapa en Relieve, además de atender la reconstrucción de infraestructura después de tres terremotos: Quetzaltenango, 1902; Cuilapa, 1913; y Guatemala, 1917-18.

Gobernó con mano de hierro —Ley Fuga, fusilamientos y persecuciones políticas— y sobrevivió a dos atentados.  Finalmente, la oposición en su contra creció a tal punto, que su propio secretario, el general José Letona, pidió la interdicción ante la Asamblea Nacional, la cual resolvió favorablemente, lo que le obligó a renunciar el 14 de abril de 1920.

Su sucesor fue un agricultor de tendencias moderadas, Carlos Herrera, quien apenas logró permanecer en el cargo 20 meses, porque fue derrocado el 5 de diciembre de 1921 por el general José María Orellana, quien marcó el inicio de una era dominada por militares, con apenas breves paréntesis de gobernantes civiles.

Chema Orellana encabezó el golpe de Estado y restableció a los liberales en el Gobierno.  Lo primero que hizo fue reprimir la libertad de expresión y de prensa y suspendió las garantías individuales.  Su huella la dejó, principalmente, por haber instituido el Quetzal como moneda nacional y crear el Banco de Guatemala como banca central.  También construyó el llamado Ferrocarril de los Altos, en Quetzaltenango.

Murió siendo presidente por una angina de pecho que le afectó en la madrugada del 26 de septiembre de 1926, cuando se encontraba en el hotel Manchén, ubicado en Antigua Guatemala.

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Nuevamente, el país necesitó un ajuste en la presidencia y fue llamado para el cargo el general Lázaro Chacón, quien asumió el mismo día del fallecimiento de Orellana, quien, por cierto, lo había sacado de la Penitenciaría Central en donde estuvo detenido.  Cumpliendo con su obligación convocó a elecciones, las que ganó a los contendientes, Jorge Ubico y Bernardo Alvarado Tello.  Al asumir, tras las elecciones, restableció las garantías constitucionales, así como la libertad de prensa.

Conflictos entre compañías bananeras multinacionales crearon tensión con el vecino Honduras y en 1929 estuvo a punto de darse un conflicto binacional.  Entre las obras realizadas cabe mencionar que concluyó el ferrocarril y creó importantes instituciones financieras, el Crédito Hipotecario Nacional y el banco Crédito Agrícola.  Durante su administración construyó también el Palacio Legislativo.

Chacón debió enfrentar los problemas económicos que impactaron en el país, debido a la depresión económica mundial de 1929.  A finales de ese año sufrió una hemorragia cerebral y fue atendido en un hospital en Nueva Orleans, en donde falleció el 9 de abril de 1931.

Sin embargo, antes de su deceso, se creó una confusión política por la sucesión presidencial, lo que provocó que el general Manuel Orellana se levantara en armas y depusiera a Baudilio Palma, quien había sido confirmado por el Congreso como sucesor de Chacón. Su gobierno fue efímero porque terminó el 2 de enero de 1931.

Luego se dieron elecciones, en las que resultó ganador el general Jorge Ubico —quien había perdido dos elecciones anteriores—, y apoyado por el Partido Liberal, se hizo del poder para gobernar con mano dura durante 12 años, en una de las dictaduras más rigurosas del siglo.

Su legado puede verse en las obras públicas realizadas, particularmente, la construcción del Palacio Nacional, el de la Policía Nacional, el edificio de Correos y otros. Limitó los derechos y garantías ciudadanas y reprimió cualquier movimiento opositor que pudiera surgir.  Fusiló a numerosos opositores y reprimió la tradicional Huelga de Dolores.

En 1944, desafiando al dictador, iniciaron las manifestaciones para exigir su renuncia, en una de las cuales, las fuerzas de seguridad dieron muerte a la maestra María Chinchilla, lo que aumentó la oposición.  Finalmente, renunció el 1 de julio de 1944.  A su renuncia, asumió brevemente una junta militar, la que se disolvió y entregó el poder a otro general, Federico Ponce Vaides.  La Revolución del 20 de Octubre de 1944 lo derrocó y asumió otra Junta Cívico Militar, integrada por el capitán Jacobo Árbenz Guzmán, el mayor Francisco Javier Arana y el ciudadano Jorge Toriello Garrido, la que convocó a elecciones y fueron ganadas por el doctor Juan José Arévalo Bermejo.

Durante el primer gobierno de la Revolución, Arévalo creó el Seguro Social e importantes instituciones como la Junta Monetaria, la Superintendencia de Bancos, las escuelas Tipo Federación, se mejoró la carrera magisterial y estableció muchos otros incentivos sociales.

Hasta la fecha, se considera su gobierno como uno de los mejores en la historia del país.  Entregó el cargo a su sucesor, el coronel Jacobo Árbenz Guzmán,  ganador de las elecciones realizadas y quien asumió el 15 de marzo de 1951, para un período de 5 años, el cual no pudo terminar, pues fue derrocado por un movimiento militar que contó con el apoyo de los Estados Unidos y le forzó a renunciar el 27 de junio de 1954.  El cabecilla de ese Movimiento de Liberación Nacional —como se le llamó—, fue el también coronel Carlos Castillo Armas.

La agitación política del país continuó, y Castillo Armas fue asesinado en Casa Presidencial la noche del 26 de julio de 1957, en condiciones que nunca se esclarecieron del todo.

Se vive entonces un momento de incertidumbre en el país.  Asume interinamente el abogado Luis Arturo González López —26 julio a 24 de octubre 1957—, quien convoca a elecciones, pero se denuncia fraude y asume otra junta militar, hasta que, finalmente, tras la repetición de las elecciones, llega al cargo el general Miguel Ydígoras Fuentes, quien permaneció en el cargo hasta el 30 de marzo de 1963, cuando es derrocado por su ministro de la defensa, el coronel Enrique Perlata Azurdia.  Es durante el período de Ydígoras Fuentes cuando surge el movimiento guerrillero, derivado de un intento de golpe de Estado, y principia, así, el conflicto armado interno.

Entre el 1 de julio de 1966 y el 1 de julio de 1970, hay un paréntesis dentro del militarismo, pues gana las elecciones el abogado Julio César Méndez Montenegro, quien sin embargo debe firmar un pacto con el ejército para poder gobernar.  Posterior a eso, se suceden gobiernos militares, de la siguiente manera: generales Carlos Manuel Arana (1 de julio de 1970 – 1974), Kjell Eugenio Laugerud (1974-78), Fernando Lucas García (1978-1982), por golpe de estado Efraín Ríos Montt (23 de marzo a 8 de agosto de 1983), y Oscar Mejía Víctores (1983-1986).

Aquí termina la larga lista de gobernantes militares del país, pues desde el retorno a la democracia se sucedieron presidentes civiles hasta la fecha.  El general Otto Pérez Molina, llega a la presidencia en su calidad de militar retirado.

Esta es una fotografía publicada por la Universidad Francisco Marroquín, en la que se muestra al presidente José María Orellana —con sombrero blanco y el número 1—, cuando supervisaba los avances en la construcción de una carretera en 1923.

Jorge Ubico, el último dictador militar del siglo XX.  Luego hubo otros militares que llegaron al poder y gobernaron de manera autoritaria, pero no excedieron su período.