Monseñor Rodolfo Valenzuela, presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala.
El líder espiritual y religioso está convencido de que la crisis por la que atraviesa el país es a la vez una oportunidad para avanzar y que las críticas al Gobierno han sido en parte generadas por la inexperiencia política del mandatario. También considera que la reconciliación nacional se obtendrá cuando se supere la visión de la justicia retributiva y se haga conciencia sobre una restaurativa.
Sergio Del Águila
¿Cómo ve la Conferencia Episcopal los problemas nacionales? La Iglesia es optimista respecto a los cambios que ocurren en el país. Hay problemas que deben ser interpretados de manera positiva, porque crisis significa crecimiento. Hay mucha más auditoría social sobre el Gobierno, Congreso y funcionarios. Hoy existe más conciencia en la gente y empezamos a superar la indiferencia y conformismo en los que habíamos caído frente a las dificultades sociales y políticas. No hay duda de que mientras exista la pobreza y las dificultades del país, se sufre por las consecuencias diversas; de eso estamos conscientes, porque siguen allí.
¿Cómo ve la lucha que se ha desatado en el país desde hace un año contra la corrupción? Es positivo que en diversos niveles haya conciencia ante la corrupción. Que la gente tome conciencia del papel que debe jugar. Pero es necesario que todos superemos pequeñas corrupciones que se dan a veces en la vida diaria. Por otra parte, en los juicios que hay contra funcionarios de instituciones estamos de acuerdo con que se siga el camino de la Ley para definir responsabilidades.
¿Cómo valora las críticas que se hacen al nuevo gobierno del presidente Jimmy Morales? No hay duda de que estamos frente a un problema político en el que el Ejecutivo es frágil y débil, pero que necesita fortalecerse. Lo que ha venido sucediendo se debe en parte a la falta de experiencia política de los miembros del Ejecutivo, en particular del señor presidente. La crisis y la dificultad son tan grandes que se merece dar un tiempo de atención y de apoyo en vez de quedarnos en la crítica. La situación es responsabilidad de todos y no solo de la persona que asume la primera magistratura del país.
¿Qué esperan de la administración del mandatario Morales? Esperamos que el presidente Morales siga siendo honesto, aun reconociendo las debilidades y fragilidades, que se deben también a los vicios tan enquistados en el mismo Estado. El Gobierno tiene que ser honesto para decir: con esto se superan las situaciones, en lo otro nos equivocamos, pero buscamos una nueva respuesta. Debe cumplir con la honestidad que ofreció en tiempos de campaña electoral; es algo pendiente. No se espera una eficacia inmediata al 100 por ciento; es difícil. Que se vean signos de buena voluntad y que da pasos positivos.
¿Qué problemas en particular deben tener prioridad para resolverlos? Estamos completamente de acuerdo en las propuestas políticas de campaña. Eso es fundamental, y entonces los fondos del Estado deben priorizarse en salud y educación, porque eso se ve de manera muy particular en el interior del país, donde la gente es mayoritariamente joven y pobre o infantil, que no tiene las condiciones necesarias para estudiar y sus familias sufren por la crisis alimentaria que trae consecuencias, como la desnutrición.
¿Qué hacer en educación y salud? En educación no se deben cortar fondos para la escolaridad en sí, ni a otras instituciones que sirven a ese rubro. Se deben poner en marcha capacitaciones para los maestros a fin de mejorar no solamente la cantidad de escuelas e insumos, sino la calidad de los maestros en cuanto a sus responsabilidades. En salud debe priorizar recursos para hospitales, pero sobre todo en los Centros de Salud rurales, porque allí hay una debilidad enorme que, mientras no se solucione, solo genera otras dificultades. Vemos las inmensas precariedades en los hospitales, y en cualquier municipio o aldea donde los Centros de Salud se ubican en inmuebles que se vienen abajo.
¿Cómo está la Iglesia en cuanto a su feligresía, hay más o menos católicos ahora? Hay menos porque hasta los años setenta la población era mayoritariamente católica. No hay duda de que las denominaciones evangélicas han ganado muchos fieles, y, por tanto, también parte de la feligresía tradicionalmente católica que no estaba convencida ni formada, y encuentra en los evangélicos respuesta a sus inquietudes. Sin embargo, a nivel de la feligresía católica, contamos con menos, pero ahora tenemos mayor calidad en la formación y en la militancia de muchísimos laicos. Estamos en un momento en el que el clero ha aumentado el número de seminaristas. Somos una voz que tiene autoridad moral.
¿Cree usted que las posiciones progresistas del papa Francisco y su visita a México aumentarán la influencia de la Iglesia católica en nuestro país?
Vemos muchos elementos en la influencia diplomática del papa Francisco en el plano mundial. Hubo mucha expectativa por su visita a México, pero no hay duda de que esta claridad provoca simpatías en Latinoamérica, porque ese es el estilo de la Iglesia en el continente. En otras latitudes sorprende o incluso es criticado, pero por aquí tiene una simpatía natural. Él tiene claridad de que la principal dificultad en el mundo no es que exista mucha gente que viva en niveles bajos de pobreza, sino que la riqueza de la humanidad está concentrada en pocas manos, como lo reflejan además otros datos, como los del Foro Económico Mundial efectuado en Suiza sobre la tremenda desigualdad de los beneficios de la riqueza.
¿Cómo debería ser a su juicio la reconciliación nacional, en particular en torno a los juicios que hay por delitos de lesa humanidad que se procesan ante la Justicia? La reconciliación vista desde la Iglesia, en este año de la misericordia, se sitúa dentro de la justicia restaurativa, no desde la distributiva. La diferencia está en que la segunda hace que simplemente el que ha fallado pague con cárcel y con castigo. Pero, para llegar a la verdadera justicia, el camino más conveniente es el de la justicia restaurativa; eso quiere decir que quienes son culpables lo reconocen, las víctimas ofrecen el perdón público, al estilo de lo que se dio en Sudáfrica con el apartheid y la llegada del gobierno de mayoría negra, y ese camino no es el que estamos siguiendo.
¿Qué hace falta para que
eso suceda? Hace falta mayor conciencia y que exista una instancia multisectorial que trabaje al respecto con todos los sectores y que influyamos sobre otros grupos que van en la línea de la justicia distributiva. No se trata de borrón y cuenta nueva, se trata de que quienes hayan fallado lo reconozcan, porque de lo contrario, lo que se impondrá es un mecanismo de venganza en el que ellos pagan lo que han hecho y me pagan también, incluso con resarcimientos económicos por los daños causados. La propuesta de la Iglesia va más allá, y nuestro papel como Iglesia y la de otros actores es tomar iniciativas de convocatoria e invitación, y ver que otros sectores estarían dispuestos a correr por este camino.
Monseñor Valenzuela ve como positivo que la población esté consciente de que se debe luchar contra la corrupción y que tenga claro qué papel debe jugar.