Gonzalo Marroquín Godoy
El pasado fin de semana tuve la oportunidad de viajar a Atitlán por la carretera a la costa, vía Escuintla-Cocales-Patulul-San Lucas Tolimán. Tenía la curiosidad por ver el avance del cacareado bacheo del ministerio de Comunicaciones con ayuda del de la Defensa. ¡Ridículo! Ni eso hacen bien.
Recordemos que después de 19 meses, finalmente la administración del presidente Jimmy Morales intenta reaccionar ante el clamor popular que se ha levantado para exigir que se repare la red vial. El resultado fue aquel fallido intento de decretar otro estado de calamidad pública para hacer inversiones sin ton ni son y sin controles de transparencia. Pero como no salió la jugada, se anunció esa acción de bacheo para, al menos paliar la situación.
Todo el país está como las carreteras, lleno de hoyos. Peor aún es que la única solución a la vista es taparlos temporalmente.
Pero hasta eso se hace de manera mediocre. Cualquiera que viaje por esa ruta –y seguramente así será en otras– podrá comprobar lo mal que lo están haciendo, al extremo que lo hacen mejor los vecinos que sale a tapar hoyos con tierra en espera de que, a cambio de salvar sus vehículos, los pilotos les den algo de dinero en reconocimiento a su labor.
El trabajo no solo se hace de manera lenta, sino además, es pésimo. Supongo que el ministro Aldo García esperará a cambio que los guatemaltecos le digamos pobrecito, porque es tan complicado trabajar en el Estado, que no ha podido con la tarea encomendada.
Pero volviendo al viaje, después de meditar sobre tantos baches que tiene que esquivar quien maneja, me vino a la mente que la red vial está como el resto del país, con hoyos por todas partes y, lo peor de todo, es que la fórmula del Gobierno de Jimmy para resolver los problemas es la misma: hacer un bacheo de mala calidad, anunciarlo como algo maravilloso que nunca se hizo antes, y creer que el país marcha por el buen camino.
Bachear es lo mismo que poner parches. No es ninguna solución, pero al menos se puede continuar en la ruta. Eso, si el bacheo se hace al menos bien, y el parche se pega con el pegamento adecuado, porque si no, la situación puede incluso agravarse.
Miremos lo que se ha hecho en la Secretaría de Bienestar Social (SBS). Después de la tragedia del Hogar Seguro de San José Pinula, el presidente se negaba incluso al bacheo de despedir a la cúpula de la Secretaría, hasta que el escándalo de la muerte de las 41 niñas y adolescentes pudo más y tuvo que hacerlo obligadamente. Sale a bachear apresuradamente y nombra autoridades nuevas. Luego otro motín, y vienen otras… Se abre un hoyo y se bachea. Se vuelve a abrir y a taparlo de nuevo. No hay solución.
Lo mismo pasa con el sistema penitenciario. Ciertamente no es este el único gobierno experto en bacheo, pero es el que está de turno y al que hay que exigirle más seriedad y responsabilidad en su trabajo.
Lo curioso es que el Presidente se da el lujo de despedir funcionarios hasta por WhatsApp, pero al que ni toca, critica, ni le exige, es precisamente al ministro García, unas de sus peores cartas de presentación.
El problema es que si los dos años y medio que le quedan al presidente Morales –un poco menos en realidad– siguen como hasta ahora, el país estará lleno de baches mal tapados y parches de mala calidad y será como una nave que hace aguas por todos lados.
Conversando con algunos amigos en estos días sobre ese desastre nacional, se comentaba que lo peor de todo parece ser que el Presidente está convencido de que su gestión es más o menos maravillosa, y se molesta cuando se le dice lo contrario. Cuando existe un problema, si se quiere solucionar, el primer paso es reconocer su existencia. Dentro de poco pensará que con el bacheo se arregló el tema de las carreteras…