Berlín, Alemania |
por Hui Min NEO
Alemania tomó este miércoles la delantera en Europa en la lucha contra los discursos de odio y las noticias falsas, amenazando a los gigantes de las redes sociales con multas de hasta 50 millones de euros si no logran retirar a tiempo las publicaciones ofensivas.
El consejo de ministros aprobó un proyecto de ley en este sentido, contra las redes sociales como Facebook, después de meses de largos debates especialmente debido a la delgada línea que separa la libertad de expresión y los discursos racistas.
Los discursos xenófobos, las incitaciones al odio y otras declaraciones revisionistas o antisemitas son duramente combatidos en Alemania, que procura ser moralmente ejemplar desde el final de la dictadura nazi.
«Las publicaciones manifiestamente delictivas deben ser eliminadas o bloqueadas en 24 horas desde que se tiene conocimiento de ellas, los otros contenidos delictivos» en el lapso de siete días, indica el gobierno de Angela Merkel en un comunicado, añadiendo que la regla vale también para las copias de estos «posts».
Las redes sociales que no respeten estos plazos podrán enfrentarse a hasta «50 millones de euros» de multa. Las personas físicas responsables dentro de estas empresas se enfrentan, por su parte, a hasta cinco millones de euros.
– ‘Gran amenaza’ –
El gobierno alemán asegura que este vertido de odio en internet constituye «una gran amenaza para la convivencia pacífica en una sociedad libre, abierta y democrática».
En Alemania, particularmente, los comentarios xenófobos y antislam han ganado impulso con la llegada en dos años de más de un millón de refugiados, muchos de ellos de religión musulmana.
Esta afluencia, que preocupa mucho a los alemanes, dio lugar a tal oleada de contenidos racistas que algunos medios, como Der Spiegel, decidieron cerrar el apartado de comentarios en los artículos relacionados con los inmigrantes.
Además de los contenidos racistas, el proyecto de ley también contempla la apología del «terrorismo», la pedofilia, la difamación, la incitación a cometer crímenes y las amenazas de todo tipo.
Pero este proyecto de ley, que debe ser adoptado por el parlamento antes del verano, provocó además duras críticas de los que lo ven como un ataque contra la libertad de expresión.
«Teniendo en cuenta las grandes sanciones en caso de violación, esto podría incitar a los proveedores de contenido a adoptar una actitud proactiva borrando contenidos en caso de duda y en detrimento de la libertad de expresión», explicó Alexander Sander, que dirige la Sociedad Digital, un grupo de presión especializado en cuestiones de política digital.
– ‘Borrar, borrar’-
«Simplemente vamos a borrar, borrar, borrar», criticó una responsable de los Verdes, Renate Künast.
El plazo de siete días inscrito en el texto para los contenidos que no son «manifiestamente» ilegales debe precisamente permitir preservar la libertad de expresión, dejando tiempo a las redes sociales para analizar estos contenidos, se defiende el gobierno.
Facebook indicó que quiere examinar el proyecto de ley, insistiendo en el hecho de que va a aumentar los medios de sus equipos encargados de examinar los contenidos.
De aquí a finales de año, más de 700 personas deberían ser contratadas en Berlín para capturar los contenidos polémicos.
Varios gigantes de internet se comprometieron en diciembre de 2015 a examinar y suprimir en un plazo de 24 horas los contenidos de odio en la red. Pero para las autoridades, los esfuerzos de estos sitios no fueron suficientes.
Según el ministro de Justicia, Twitter solo retiró un 1% y Facebook un 39% de los contenidos señalados por los usuarios y dignos de procedimientos judiciales.
Solo la plataforma de videos Youtube, propiedad de Google, lo hizo mejor borrando el 90% de las publicaciones polémicas, según los datos de la organización jugendschutz.net citados por Maas.
«(…) es muy raro que (Facebook) borre rápidamente contenidos desde que se ve un seno en alguna parte mientras que hace muy poco contra los discursos de extrema derecha», considera la activista alemana Steffi Brachtel, en referencia a la estricta política antidesnudos de la empresa estadounidense.