“…las transformaciones observadas y plasmadas aquí, son producto de la savia de un Estado democrático: Pensar en la gente y, en consecuencia, manifestar VOLUNTAD POLÍTICA en este sentido, para producir políticas de Estado y hacer los cambios que se necesitan, enfocados siempre en el bien común. ¿Guate? Mucho muy lejos, como dicen por allá…” |
Historiador y analista político
La semana anterior tuve la oportunidad de hacer un corto viaje a México con varios amigos, siendo el primer aprendizaje, las infinitas, variadas y fraternas formas de convivencia entre amigos de perfiles personales e ideologías diferentes, pero unidos por la amistad. Dos ingenieros, dos administradores, un abogado y un historiador; diversas miradas, una amistad en común.
Todos conocíamos México y algunos habían viajado con más frecuencia, pero en mi caso, tenía años de no visitar este hermoso país que me trae tan gratos recuerdos. De entrada, nuestras expectativas negativas sobre lo que sería migración en México fueron disipadas al nomás entrar.
Después del trámite engorroso en la entrega del vehículo que habíamos rentado anticipadamente, nos encontramos con una camioneta más pequeña de la ofrecida. Pasado este lapsus, la independencia para movilizarnos, gracias al GPS, nos permitió conocer y revisitar muchos lugares, en muy poco tiempo.
Segundo aprendizaje: los temores iniciales de un tránsito caótico en esta ciudad de 23 millones de habitantes, fueron contrastados con nuestra experiencia al poder circular con cierta fluidez en las múltiples calles, avenidas y carreteras internas. Muchos carros y buses, pero sin vivir esos atracones que nos agobian en la “ciudad del futuro”. Aunado a esto, y a pesar de varios accesos algo complicados, sobre todo en cuchillas, los conductores se las arreglan para hacerlos fluidos, manejando una cortesía fácilmente visible con el peatón.
Viajando a Teotihuacán, comprobamos el excelente estado de las carreteras, habiendo en algunos trayectos, hasta tres niveles de circulación vehicular. El peaje es más caro que acá, pero la condición del asfalto, la señalización puntual y la bendita fluidez, lo justifica plenamente.
Tercer aprendizaje: Los viajeros coincidimos en la necesidad de conocer, al menos, la mayoría de los sectores y segmentos principales de la ciudad. Gozamos del encanto del Centro Histórico, la dinámica siempre alegre de los puestos callejeros y las calles más abigarradas e incluso precarias; sin perjuicio de nuestro periplo por los llamados lugares fifí: Santa Fe, Lomas, Polanco, Polanquito, Condesa y Roma. Tanto en los sectores populares, los de “clase media”, así como en los opulentos, todos tuvimos la misma sensación de seguridad. Poder estacionar en la calle, caminar de noche, advertir la presencia policial en sectores clave, presenciar improvisados conciertos callejeros en donde se reúnen y gozan todo tipo de personas de diferente grupo etario y perfiles socioculturales.
Cuarto aprendizaje: la ciudad de México muestra un firme rechazo a la discriminación por cualquier motivo. De hecho, muchos comercios, sobre todo gastronómicos, muestran rótulos como: “En este lugar no se discrimina a ninguna persona por razón de sexo, condición económica o social, preferencia sexual o algún otro motivo”, lo cual incluye, una referencia para presentar queja a la autoridad respectiva. Aunque la cero discriminación es para todo tipo de personas, llama la atención la libertad con la que se conducen los miembros de la comunidad LGBTIQ+ en todos los sectores.
Quinto aprendizaje: La recuperación del espacio público permite ver parques y plazas llenas de personas que caminan, descansan, platican, conviven y se ejercitan, dentro de un entorno bastante verde a pesar de ser una “selva de asfalto” como los mismos mexicanos la bautizaron. Ver la conservación privilegiadas de árboles entre tanta construcción y edificios altos, reconforta el alma.
Todos los días salimos a caminar y la cantidad de personas trotando, en grupo e individualmente, también le da un signo especial a la urbe. Especial mención merece que muchas mujeres exponían sus piernas con diminutos shorts o sus cuerpos en leggins ajustados, sin que presenciáramos miradas abusivas, acoso y, menos, piropos vulgares (o tan solo piropos).
Sexto aprendizaje: El transporte público es impresionante por sus diversas modalidades y eficiencia: Metro, Metrobús, taxis, buses de doble nivel. Quizá esto responda a nuestra curiosidad al observar pocas bicicletas y motos transitando; al ser eficiente y seguro el transporte público, disminuyen los carros, hay más fluidez y los trabajadores llegan a sus trabajos sin tantas complicaciones, a pesar de la densidad poblacional de la ciudad.
He conversado con viajeros frecuentes a México quienes me confirman lo expresado en estas líneas. Incluso los mexicanos que conozco, radicados en Guatemala, me comparten lo sorprendidos que están de las mejoras de esa gran ciudad. Por supuesto, esto no fue así siempre, los cambios son sensibles a partir de los dos últimos jefes de gobierno del Distrito Federal (ahora ciudad de México): Andrés Manuel López Obrador (ahora presidente de los Estados Unidos Mexicanos) y Claudia Sheinbaum, quien será en pocos días y en forma abrumadora, la nueva presidenta de México. Por cierto, quizá por la inminente victoria de MORENA, a una semana de los comicios, no vimos casi ningún movimiento proselitista, salvo algunas pequeñas concentraciones y carteles.
Imposible no soñar y comparar. Entiendo que la Revolución Mexicana de 1910 sí trastocó las estructuras del país y se sostuvo, mientras que la nuestra, más reciente, fue menos intensa y violenta, tocando (salvo la Reforma Agraria) solo aspectos supraestructurales. Quizá por esto, no le costó mucho al imperio botarla. Sin embargo, las transformaciones observadas y plasmadas aquí, son producto de la savia de un Estado democrático: Pensar en la gente y, en consecuencia, manifestar VOLUNTAD POLÍTICA en este sentido, para producir políticas de Estado y hacer los cambios que se necesitan, enfocados siempre en el bien común.
¿Y Guate? Mucho muy lejos, como dicen por allá…
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