- Por efecto de la bendita dialéctica, los ataques enfocados al Movimiento Semilla, no solo los fortalecieron, sino que, ahora, la campaña ya no es entre dos partidos; se ha convertido en una contienda de quienes abogan por un cambio urgente, contra quienes quieren que continúe lo mismo; entre quienes ofrecen una incondicional lucha contra la corrupción, contra quienes se aferran a los privilegios espurios provenientes, precisamente, de la corrupción. ¡Nada menos que una lucha nacional por la democracia!
José Alfredo Calderón E.
Historiador y analista político
Como ya lo había indicado, la mayoría de presupuestos del 25 de junio se cumplieron, salvo la esperanzadora sorpresa de Semilla. Si bien el primer lugar de la “doña” estaba pronosticado, no se pensó en un margen de diferencia tan reducido respecto al segundo lugar.
La mayoría conservadora en el Congreso también se confirmó, pero debe ponerse atención a la división en 17 grupos, destacando el hecho que, entre malandros, la lealtad no existe y las alianzas están pegadas con chicle. Un buen ejemplo inmediato lo vemos en la plataforma VALOR-UNIONISTA. Más tardó Quiñonez en ganar por un escasísimo margen en la capital, que los militantes de Zury en hacer señalamientos y tomar distancia.
Otro resultado cantado fue la pérdida del poco voto electoral de las “izquierdas” que quedó reducida a la alianza URNG-WINAQ y el MLP (sin binomio). De los cinco frentes que tuvieron en 2019, en la reciente contienda se redujo a dos. Lo que no fue tan fácil de prever fue la desaparición del MLP y el logro tan precario de los primeros al obtener una sola diputada, a pesar de ser dos partidos.
En cuanto a la abstención y el voto nulo, algunos previeron un incremento drástico, pero al final, la primera fue de 60.52%, muy similar al 61% de 2019. Mientras tanto, el tan promocionado voto nulo, si bien alcanzó un récord histórico (17.39%) quedó muy lejos de la mayoría absoluta que permitiría una repetición de las elecciones. A este respecto debo reiterar, por enésima vez, que el voto nulo no es rechazo al sistema, sino a la tan mala oferta electorera. Tan es así, que muchos pro sistema, convocaron a la gente para que votara, aunque su opción fuera anular el sufragio. La razón es que anular, si bien no es voto válido, sí es efectivo y eso hace disminuir la abstención. La narrativa de los titiriteros siempre está dispuesta: “La mayoría de la gente está de acuerdo con el sistema político-electoral”.
Lo que sí sorprendió también, es la victoria en primer lugar del voto nulo en 126 municipios y 13 de los 22 departamentos, imponiéndose a todos los candidatos participantes. De hecho, sumado a los en blanco (6.99 + 17.39%%), casi igualaron en porcentaje a las dos opciones ganadoras juntas.
El voto nulo tiene diversas razones y emociones en su ejercicio, por eso no es tan fácil apelar a su captura en el balotaje. En esta oportunidad, muchos creyeron que esta opción era oponerse al sistema y actuaron en consecuencia.
A mi criterio, el principal dato arrojado por los comicios recientes, es el agotamiento del sistema. Desde antes, solo un 32% de guatemaltecos tenían confianza en la “democracia”, ubicando a Guatemala en el puesto 98 de 167 países. Cabe mencionar que nuestro bello paisaje es considerado un régimen híbrido, es decir, rasgos democráticos porque hay elecciones cada 4 años, pero matizado con fuertes elementos autoritarios y represivos. Estas elecciones son el mejor ejemplo de ello.
Además de lo ya mencionado, los resultados del primer y segundo lugar son los más bajos en la historia electoral (15 y 12%). Así mismo, 9 partidos obtuvieron menos del 1% de votos y 11 (más de la tercera parte) serán cancelados por no haber obtenido el 5% mínimo requerido por la ley específica o la representación de al menos un diputado. 16 partidos obtuvieron menos del 5% de sufragios.
Otro récord alcanzado es el concurso de 30 partidos y 22 binomios presidenciales (3 más que en 2019), estando muy claro que no se trata de más plataformas electoreras sino aspirar a un verdadero sistema de partidos políticos, con menos opciones, pero de calidad y probidad.
La excesiva judicialización de la política y la politización de la justicia, más el decaimiento institucional de los partidos; se adereza con la falta de credibilidad en los tres poderes del Estado y su aparato político-administrativo, creando un caldo de cultivo que alimenta la “necesidad” de las acciones de facto de quienes detentan el poder, por sobre un inexistente estado de derecho y una democracia efectiva.
El Tribunal Supremo Electoral se redujo a “ente electoral”, por lo que sus reiteradas confirmaciones a los resultados y la fecha del balotaje, nunca antes habían sido tan inciertas y el escenario que antecede a la segunda vuelta tan tenebroso.
Por efecto de la bendita dialéctica, los ataques enfocados al Movimiento Semilla, no solo los fortalecieron, sino que, ahora, la campaña ya no es entre dos partidos; se ha convertido en una contienda de quienes abogan por un cambio urgente, contra quienes quieren que continúe lo mismo; entre quienes ofrecen una incondicional lucha contra la corrupción, contra quienes se aferran a los privilegios espurios provenientes, precisamente, de la corrupción. ¡Nada menos que una lucha nacional por la democracia!
Las bestias son más peligrosas cuando están heridas y unidas por un fin perverso común. La ola ciudadana se inclina, por mucho, hacia el Movimiento Semilla, pero el reto es descomunal y se debe recordar a Antonio Gramsci: «la crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados».
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