La película de Netflix constituye una sátira a nuestros sistemas y, en mucho, puede aplicarse a lo que sucede en nuestra bella, querida y sufrida Guatemala.
Gonzalo Marroquín Godoy
Si se presenta un hecho catastrófico en el país, pero las autoridades no quieren atenderlo porque pretenden sacar provecho del mismo, lo más conveniente es desviar la atención de la gente hacia otros temas y aprovechar los efectos expansivos de las redes sociales –que además confunden–, así como manipular a su favor las noticias en los medios afines.
No miren arriba es una excelente película y sátira que muestra de manera burda cómo funciona el poder político, el poder económico, las redes sociales y ciertos medios de prensa. Me parece que los creadores del filme logran su objetivo y Leonardo di Caprio vuelve a tener un éxito en su carrera artística, aunque también el resto del elenco.
Mi primera reacción al ver la película fue relacionarla con la forma en que se ha venido manejando todo el tema del cambio climático. Se deja gritar a muchos, pero siempre hay noticias que distraen la atención, se diluye el tema entre un bosque de información y finalmente se escuchan hasta burlas hacia aquellos que defienden y demandan que cambiemos nuestros hábitos de consumo, entre otras muchas acciones necesarias.
Pero muy pronto lo relacioné con lo que está viviendo en este momento nuestro país.
Veamos: ¿En realidad tenemos una catástrofe ante nosotros? En lo personal pienso que sí, que lo que sucede en el país es terrible y su tendencia será difícil de cambiar en mucho tiempo. Peor aún, como sociedad escuchamos más el No mires arriba, que empezar a cobrar conciencia de que es el momento de tener una reacción ciudadana.
En la película hay un meteorito inmenso que se dirige a la tierra y su impacto provocará el fin de la humanidad y las especies existentes de animales. De ahí, el No mires arriba, porque los poderes político y económico esperan sacar provecho y creen que pueden controlar la situación, por lo que quieren que la gente –el mundo– siga en su burbuja de vida y les deje a hacerse cargo de la situación a su conveniencia.
Las redes sociales y los medios diluyen la información científica, seria y responsable, mientras las mentes perversas –el poder político y el poder económico– llevan al mundo a su extinción, pensando que hacen lo más conveniente para todos, pero especialmente, ¡por supuesto!, para ellos.
Nuestro caso es también dramático, pues ya hemos visto la llegada de algunos de esos meteoritos destructivos, y seguimos sin hacer nada. ¿A qué me refiero? Pues al asalto descarado, peligroso y traicionero de la alianza oficialista al sector justicia y, en general, a todas las instituciones del Estado.
Hay que reconocer que la alianza oficialista sigue al pie de la letra su hoja de ruta. El primer paso fue postergar todo lo que se les ronque en gana –aunque sea inconstitucional– la elección de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), tomando en cuenta que la mayoría de los actuales magistrados responden como pinches marionetas.
Luego se tomó control de la vital Corte de Constitucionalidad (CC) –también con magistrados marionetas–, mientras que al frente del MP se desenmascara la fiscal general, Consuelo Porras, como la gran tapadera de esta tragedia sociopolítica que garantiza impunidad a la poderosa alianza oficialista –que incluye al presidente Giammattei, diputados, partidos políticos, las cortes, militares, empresarios, mafias y demás–.
Ese es el capítulo que ya se dio. Hubo gritos y advertencias a la sociedad: algunos periodistas independientes, organizaciones aisladas de la sociedad civil y lo ha denunciado hasta la nación más poderosa del planeta, Estados Unidos, por medio de su vicepresidenta, Kamala Harris y el influente Departamento de Estado.
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Pero aquí todo se diluye. Nos ponen a pelear y nos colocan etiquetas de izquierda y derecha. El Gobierno, el MP y el presidente Giammattei salen con engañosas campañas publicitarias, mientras los netcenter hacen su trabajo y crean confusión en las redes sociales.
Pero se acercan otros meteoritos de gran impacto: la alianza oficialista, controlará la elección del nuevo fiscal general –y si no pueden, no se extrañen que provoquen que Consuelo Porras siga al frente del MP por más tiempo–, tendrán su propio Contralor de Cuentas y finalmente impondrán en la PDH a un Procurador a su medida.
Todo esto, para asegurar IMPUNIDAD y fomentar la CORRUPCIÓN, con sus efectos nefastos.
Por eso nos dicen de muchas maneras: No mires arriba. No quieren que le pongamos atención a los meteoritos que están destruyendo nuestra democracia.
En la película, el despertar de la población es tardío y ocurre la hecatombe. ¿Dejaremos que pase aquí lo mismo?… Hay que ver la película.