En teoría, se puede hacer cuando hay convicción –indispensable–, esfuerzo y una visión clara de a dónde queremos ir, al puerto seguro que todos necesitamos.
Gonzalo Marroquín Godoy
Aunque no parezca, escribir sobre la situación nacional, con sus problemas, carencias, falta de voluntad de cambio, conformismo, mediocridad, personajes oscuros y demás, resulta muy desgastante y hasta frustrante, porque pareciera que al exponer lo que nos está sucediendo, estamos arando en el desierto y nada pasa.
Esto me hizo recordar que en cierta ocasión allá por el año 2009 o 2010, encabezaba una misión más de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) a Venezuela, para denunciar in situ los abusos del gobierno de Hugo Chávez. Ya había viajado a Caracas en cuatro o cinco ocasiones con el mismo fin, y empezaba a pensar que no valía la pena el esfuerzo que hacíamos, pues al fin de cuentas no lográbamos un cambio de aquel régimen dictatorial.
En Caracas nos reunimos con un grupo de periodistas y agradecieron nuestro acompañamiento. Al regresar al hotel de una de las reuniones que teníamos, se acerca una persona particular y nos dice –palabras más, palabras menos–: apreciamos que gente de fuera venga a defender nuestros derechos, por favor, no nos abandonen.
En ese momento comprendí que valía la pena seguir defendiendo el derecho a la información y la libertad de prensa de los venezolanos. Chávez murió y llegó Maduro. Nada ha cambiado hasta la fecha, el gobierno controla la mayoría de medios informativos y la prensa independiente ha sido casi borrada por el régimen chavista.
Sin embargo, la esperanza de libertad no ha muerto y valoro que se mantenga una batalla para defender los derechos de los venezolanos.
Al meditar sobre esto, creo que igual sucede con la labor critica de los periodistas y analistas independientes. Puede ser cansado estar denunciando todo el tiempo lo que sucede y ver que nada pasa, pero hay que seguir haciéndolo, porque tarde o temprano las cosas tienen que cambiar.
Hace un tiempo escribí que a la mayoría de funcionarios ¡les pela!. Que los critiquen, ¡les pela! Que los descubran, ¡les pela! No les importa lo que se dice de ellos, pues se saben protegidos por el manto de impunidad que les ha creado el sistema político.
Se compran vacunas con un contrato ilegal y leonino para el país, ¡les pela! Los cachan celebrando con edecanes semidesnudas, ¡les pela! Presentan títulos falsos para llegar a ser magistrados y los cachan, pero ¡les pela! Se destapan compras sobrevaluadas ¡les pela!
Es patético. Me llegó por WhatsApp un video donde el entonces líder opositor Alejandro Giammattei le pide a Jimmy Morales que renuncie y pensé para mis adentros: debe verlo el presidente y analizar lo que ha hecho y está haciendo, porque hace exactamente lo mismo que criticaba desde la llanura.
Ahora la pandemia cobra fuerza en Guatemala, mientras en países más responsables, el covid está a la baja. Claro, aquí las autoridades se lavaron las manos, diciendo que cada persona es responsable. Eso es cierto, pero también que los gobiernos están para marcar el paso, dirigir y tomar acciones para proteger a las grandes mayorías.
El refrán popular dice que árbol que nace torcido, nunca su rama endereza. Este gobierno nació torcido. No parece tener la menor intención de enderezarse, por lo que debemos trabajar como sociedad para que no seguir por el camino que nos están marcando.
El presidente debe saber que ya son muchos los que lo comparan con Jimmy Morales, el mismo a quien él criticaba severamente. Llegar a ese alto cargo y pasar a la historia como un mal presidente, teniendo la oportunidad de ayudar tanto en medio de la pandemia, debe ser terrible.
Hay que tener ánimo. Si toca señalar, pues a seguir haciéndolo, aunque aburra y frustre que aquí, el cuero de los funcionarios sea impenetrable.