Con forma de calavera humana, rostro de lagarto o de mono, los antiguos aztecas utilizaban los silbatos «de la muerte» durante los enfrentamientos en combate con el objetivo de «multiplicar» el número de soldados con el sonido que producía, que se asemejaba a los gritos de los combatientes.
A pesar de su antigüedad, el interés por su estudio comenzó a finales del siglo XX, tras el hallazgo de varios cadáveres reposando junto a uno o varios de estos artilugios.
Actualmente, una versión de estos silbatos se puede encontrar de venta en plataformas de venta online, como Amazon. Allí es donde Chance Jensen, de 49 años y originario de Phoenix, Arizona, Estados Unidos, compró un silbato de la muerte azteca.
Su idea era mostrar a sus seguidores cómo sonaba, ya que el hombre había leído sobre el horrible sonido que producía, pero se dio cuenta de que hacía falta una gran capacidad pulmonar para hacerlo.
Un día, aprovechando que estaba solo en casa, decidió experimentar con un soplador de hojas para ver si eso podía ayudar. Y funcionó.