El francés Zinédine Zidane vuelve a dejar el banquillo del Real Madrid después de cumplir dos temporadas completas y parte de otra como ya le sucediese en su primer paso por el club, cuya huella fue incluso difícil de superar para él mismo en su segunda etapa.
El 31 de mayo de 2018, el madridismo se convulsionaba con el repentino anuncio del marsellés, ídolo en su periplo como futbolista merengue y casi endiosado en el de técnico. Sólo habían pasado cinco días de la conquista en Kiev de la decimotercera Copa de Europa, la tercera consecutiva desde su llegada, algo histórico e inédito con el nuevo formato, y la afición y, seguramente, el propio Florentino Pérez no entendían esa decisión.
«Este equipo necesita un cambio y otro discurso«, aseveraba entonces el marsellés en una rueda de prensa de despedida que no parece que se vaya a celebrar ahora. Nueve títulos en dos temporadas y media eran el bagaje de ‘Zizou’ que no tomaría las riendas de ningún otro club y al que aún le quedaba una temporada de contrato.
Sin embargo, apenas diez meses después, el 11 de marzo de 2019, Zidane acudía al ‘SOS’ de Florentino Pérez para intentar reflotar a un club donde la apuesta por Julen Lopetegui había durado poco más dos meses de campaña, y tampoco había funcionado Santiago Solari, víctima de una semana letal donde fue eliminado en las semifinales de la Copa del Rey, en los octavos de la Champions y se despidió de la Liga.
«He descansado estos meses y estoy listo lo que quiero es otra vez trabajar y poner al club donde tiene que estar», afirmaba el francés en su nueva presentación, siempre acompañado de una sonrisa y un carácter tranquilo que ha abandonado muy pocas veces.
La afición y el entorno casi consideró un ‘título’ la vuelta de Zidane al banquillo hasta el 30 de junio de 2022, aunque el efecto no se notó de inmediato. Así, en los once partidos de Liga que dirigió, sólo fue capaz de ganar cinco y el equipo, que parecía necesitar una renovación tras la ausencia de fichajes para paliar la marcha de Cristiano Ronaldo, finalizó a 19 puntos del Barça campeón y a ocho del Atlético.
Un inicio complicado y un final demoledor
Pero su primera temporada completa de esta segunda etapa trajo de nuevo esa aura ganadora que impregnó a un vestuario que mantuvo a toda su ‘vieja guardia’ y que se reforzó con el talento de Eden Hazard, un jugador que finalmente apenas ha podido disfrutar Zidane, uno de los grandes valedores del belga, al que las continuas lesiones no han dejado que muestre la calidad que se le presupone y mostrada con el Chelsea y su selección.
El inicio no fue fácil y pronto empezaron las primeras críticas a su trabajo y a los rumores en forma de dudas sobre su continuidad, sobre todo tras la derrota ante el Mallorca (1-0) del 19 de octubre de 2019 y a días de un partido clave en Turquía para enderezar el rumbo en la Champions donde el Real Madrid había sido goleado en París (3-0) e incapaz de ganar en casa al modesto Brujas, que llegó ir ganando 0-2.
Un gol de Kroos sacó adelante la ‘final’ ante el Galatasaray y a partir de ahí, el conjunto madridista empezó a subir sus prestaciones, sin volver a perder un partido hasta los cuartos de la Copa del Rey ante la Real Sociedad a principios de febrero. Entre medias, había mantenido su idilio con las finales y había sumado a su palmarés la Supercopa de España 202, su décimo título, y también peleaba con el FC Barcelona por el liderato en LaLiga Santander, mientras que tenía un duro cruce en octavos de la Champions contra el Manchester City de Pep Guardiola.
De todos modos, esa derrota para dejarle fuera de su torneo ‘maldito’ abrió otro momento de duda y de los siguientes seis partidos, perdió la mitad, lo que le costó el primer puesto en la Liga, pese a haber ganado el Clásico, y tener muy cuesta arriba el pase a cuartos de la máxima competición europea. Entonces llegó el parón por el coronavirus y en ese tiempo Zidane logró rearmar a su vestuario con el objetivo de ganar los once partidos que restaban de campeonato.
No falló y eso le permitió ganar su segunda Liga ante un Barça donde empezaba ya a asomar la crisis que se desataría en el verano con la vuelta de la Champions, esquiva por primera vez en la carrera como técnico para Zidane, que no había caído en su primera etapa en sus nueve eliminatorias europeas, pero que no pudo voltear el 1-2 del Bernabéu en el Etihad Stadium.
Pelea por Champions y Liga pese a las lesiones
Tampoco hubo una revolución de cara a la temporada 20-21 y el único refuerzo fue Martin Odegaard, sobre el que había depositadas muchas esperanzas, pero que fue cedido finalmente en el mercado invernal al Arsenal, al igual que Luka Jovic, de vuelta al Eintracht.
Zidane no pidió ni tampoco protestó en una campaña marcada por las innumerables lesiones, más de 50, y las bajas por coronavirus que le impidieron tener a su disposición sobre todo recambios en un centro del campo que se le quedó ‘cojo’ y sostenido por los incansables Casemiro, Kroos y Modric.
Pese a ello, y a otro arranque malo de temporada, sobre todo en el Alfredo Di Stéfano con derrotas ante Cádiz, Shakhtar y Alavés, el francés, que empezó a manejar más alternativas en sus esquemas tácticos como la entrada de tres centrales o el 4-2-3-1, supo de nuevo encontrar la fórmula, siempre sin cambiar su discurso de defensa a su plantilla.
A principios de diciembre encontró de nuevo ritmo para recortarle distancia al líder Atlético y clasificarse como primero de grupo en una Champions en la que estuvo al borde del abismo en el minuto 86 del segundo partido ante el Moenchengladbach y tras perder de nuevo posteriormente con el Shakhtar. Sin embargo, el inicio de 2021 trajo de nuevo las dudas sobre la plantilla y su capacidad tras caer en semifinales de la Supercopa, en la Copa ante el Alcoyano y de una nueva derrota en casa ante el Levante para quedarse a más de diez puntos del Atlético.
«Me reivindico para que me dejen trabajar. El año pasado ganamos LaLiga, tenemos derecho a pelearla este año«, aseveró en uno de sus pocos enfados antes de jugar contra el Huesca. El resultado fue una racha de 19 partidos sin perder hasta que el Chelsea y su físico le apearon de una final de la Liga de Campeones con la que nadie contaba en febrero.
Sin apenas ya ‘gasolina’ en el depósito, Zidane logró que los efectivos con los que contaba pelearan hasta el minuto 93 del último partido liguero por quitarle el título al Atlético. No lo consiguió y días después confirmó lo que se barruntaba desde hacía casi meses, una nueva marcha con un año de contrato por cumplir y sin perder un ápice de su aura de leyenda para buena parte del madridismo pese a no haber igualado su primer paso.