Cuando era adolescente, Vjosa Osmani, de 38 años, escuchaba silenciosamente a los hombres que hablaban de política en el salón de su casa. Dos décadas después podría convertirse en la primera mujer en dirigir Kosovo.
Si su partido, la Liga Democrática de Kosovo (LDK, centro-derecha), gana las legislativas del 6 de octubre, lo que parece factible, el presidente Hashim Thaçi le confiará la creación de una coalición de gobierno. Si tiene éxito, será primera ministra.
Una verdadera revolución, teniendo en cuenta que los hombres son hegemónicos en Kosovo, un país dirigido por los antiguos jefes de la guerrilla independentista albanesa que llevó a cabo la guerra contra las fuerzas serbias (1998-1999) y, en particular, por su principal partido, el PDK (Partido Democrático de Kosovo).
Durante la campaña, Vjosa Osmani, atacó la «mentalidad arcaica» con las que los hombres «dirigen el país desde hace 20 años».
De los 40 municipios de Kosovo, ninguno está dirigido por una mujer y la única ministra (de 21) del gobierno saliente ha dimitido.
Hubo un a mujer presidente, Atifete Jahjaga (2011-2016) pero solo designada, no elegida, y su papel fue honorífico.
Un tercio de los miembros del parlamento son mujeres por una cuota impuesta por una ley auspiciada por los protectores occidentales de Kosovo.
El patriarcado «socava la inclusión de la mujer en la vida política», deploraron en 2018 los autores de un informe financiado por la oenegé sueca Kvinna, que defiende los derechos de la mujer.
Según un estudio reciente del Instituto Democrático Nacional de Estados Unidos (NDI), más de un tercio de los kosovares (38,3%) creen que los votantes «no están dispuestos a elegir mujeres».
Maldad
El adversario histórico de del PDK, Albin Kurti, dirigente del movimiento Vetevendosje («Autodeterminación, izquierda nacionalista), también tiene posiciones propias del patriarcado.
En la reunión de 2018, Albin Kurti, con el que Vjosa Osmani tendrá probablemente que aliarse si quiere expulsar a los «comandantes» del poder, se burlaba de la falta de paridad. «No hay mujeres en el gobierno. Tampoco hay hombres».
Diputada desde 2011, Osmani, que estudió derecho en Estados Unidos, dice a la AFP que se enfrenta a la «maldad» de una clase política que ha demostrado no ser capaz de «traer prosperidad» a los 1,8 millones de habitantes y «traicionar al pueblo».
Osmani, candidata a la reelección en 2017, solo ocupaba el puesto 81 en la lista de su partido pero esto no le impidió alcanzar la segunda mejor puntuación entre los candidatos del LDK.
Cuando en julio dimitió el primer ministro Ramush Haradinaj y se convocaron elecciones anticipadas, su partido, fundado por Ibrahim Rugova, el «padre de la nación», ya no podía ignorar esa popularidad y fue designada cabeza de lista.
Ariana Qosaj Mustafa, de la Red de Mujeres de Kosovo, tiene dificultades para medir el impacto de esta decisión, que podría desalentar a la parte conservadora del electorado LDK, pero también atraer «muchos votos de mujeres».
El partido también espera convencer a los jóvenes de este país, donde la mitad de la población tiene menos de 25 años, una juventud menos «combatiente» y más preocupada por el desempleo.
Es el caso de Berat Uka, estudiante de derecho de 22 años, que no puede más de «estos hombres incompetentes desde hace tanto tiempo en el cargo» pero se preocupa por la capacidad de Vjosa Osmani para luchar «contra estos tiburones de la clase política».
«Vamos a expulsar del poder a los que estrangulan a Kosovo», afirma Osmani, asegurando que quiere «transformar la forma en que se trata a las niñas, a las mujeres, a las madres»
Para la escritora y activista feminista Shqipe Gjocaj «no basta con tener una candidata para el cargo de primera ministra». «Las mujeres de Kosovo sufren y mueren a causa de la violencia, no tienen acceso a una atención médica de calidad, están desempleadas, aisladas y pobres.