Caminando por casi 10 kilómetros, algunos descalzos, otros bailando y muchos venciendo la fatiga de haber dormido a la intemperie para verla, cerca de 1.8 millones de fieles festejaron este sábado la romería de la Virgen de Zapopan, patrona de Guadalajara en el occidente de México.
Los feligreses marcharon junto a la virgen desde la catedral de Guadalajara hasta «su casa» en la Basílica de Zapopan, un viejo municipio vecino que hoy forma parte de la metrópoli.
El recorrido de este año es el primero desde que la UNESCO declaró la festividad Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en noviembre pasado.
Quienes hacen la ruta sin zapatos buscan pagar así los favores recibidos de La Generala, como también se conoce a la virgen, a la que se atribuyen numerosos milagros.
Familias completas acompañan el recorrido. Los padres inculcan la fe a sus hijos pequeños que acompañan a la virgen caminando o cargados.
«Es importante que vaya creciendo su fe, por eso venimos, tratamos que sea cada año, aunque a veces no podemos», dijo Cristian Ramírez, quien llevaba a su niña de cuatro años sentada en hombros.
Desde la noche anterior, fieles provenientes de todo México y del extranjero llegan para verla pasar en su carruaje. Duermen en la calle o en bulevares, algunos cubiertos solo con mantas o, en el caso de los más ingeniosos, dentro de tiendas de campaña improvisadas.
También la acompañan danzantes con coloridas vestimentas indígenas, usando grandes penachos y las caras pintadas, que hacen el recorrido al ritmo de tambores y de los cascabeles que llevan atados a sus piernas, y que suenan a cada paso que dan.
«Vengo de una familia de danzantes, mis abuelos, mis papás y ahora nosotros. Es nuestra forma de agradecer a la virgen todo lo que nos da», apuntó Javier Lozano, de 43 años.
Distintas comunidades católicas llevan estandartes con imágenes, oran, cantan alabanzas y gritan porras en honor a la virgen, mientras bandas de guerra suman sus tambores y trompetas al festejo.
En medio del gran contingente circula el carruaje, adornado con flores blancas y custodiado por los guardias de La Generala, que luce un vestido blanco con adornos azules y dorados.
El origen de la festividad data de 1734, cuando se registraron inundaciones y epidemias en Guadalajara. Sus habitantes de entonces pidieron que se trajera la imagen que estaba en Zapopan para salir de la calamidad.
En agradecimiento a la ayuda recibida, la virgen fue declarada patrona de Guadalajara y sus vecinos decidieron acompañarla en su regreso a Zapopan, dando origen a la primera romería.
La imagen pasa todo el año recorriendo parroquias, capillas, colegios y hospitales de Guadalajara, antes de regresar a su santuario, en un ciclo ritual conocido como «la llevada» de la virgen.