Una soltera china recurre a la justicia para poder congelar sus óvulos

Una soltera china recurrió a la justicia para impugnar una ley que prohíbe a las mujeres que no están casadas congelar sus ovocitos, una novedad en un país donde persiste la presión social para casarse.

La joven de 31 años, Teresa Xu, indicó este miércoles a la AFP que, tras seis meses de proceso, un tribunal de Pekín había considerado que su demanda era admisible.

La reglamentación china prohíbe a las solteras congelar sus óvulos, a menos que sufran un grave problema de salud, y tampoco tienen acceso a técnicas de reproducción asistida como tratamientos de fecundación in vitro o bancos de esperma.

La demandante afirma que recurrió a la justicia cuando el año pasado un hospital rechazó congelar sus óvulos, aconsejándola en cambio «que se case y tenga un hijo».

«Las clínicas rechazan a las mujeres solteras a causa de leyes injustas», explica Xu.

Pero «hay una demanda enorme entre las jóvenes en China, tanto solteras como casadas, para congelar sus óvulos porque eso les permite retrasar el momento de tener un hijo», asegura la treintañera, trabajadora independiente para redes sociales.

El desarrollo económico y el aumento del coste de la vida en China han hecho que varias mujeres formen parte del mercado laboral y las chinas tienden a casarse más tarde.

La tasa de nupcialidad está en descenso desde hace cinco años y el año pasado cayó a 7.2 matrimonios por cada 1.000 habitantes.

«Muchas mujeres en la treintena sufren una presión enorme para casarse y tener un hijo», asegura Teresa Xu.

El matrimonio ha sido durante mucho tiempo en China una obligación social más que la cristalización de un idilio y, pasados los 26 años, la presión social impone a las mujeres casarse.

«Pero muchas no quieren» tener un hijo «porque tienen miedo de que su carrera se estanque o que sean víctimas de discriminación en el trabajo», lamenta Xu.

La audiencia a puerta cerrada del lunes duró alrededor de una hora, según el tribunal popular del barrio de Chaoyang de Pekín, y por ahora no se ha anunciado ninguna fecha para el juicio.

«Soy optimista», dice Xu, que por ahora no ha decidido ni casarse ni tener un hijo. «Espero simplemente que me dejen el derecho a elegir», concluye.

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