La majestuosa gama de rojos, amarillos y violetas de los arrecifes del Caribe mexicano se está convirtiendo en un mortecino blanco, desatando una desesperada búsqueda de científicos para entender y combatir la misteriosa enfermedad que mata a los corales del Sistema Arrecifal Mesoamericano.
En poco más de un año, estos arrecifes han perdido más del 30% de su cobertura de coral debido a esta enfermedad bautizada como «síndrome blanco», que convierte estos coloridos organismos en inertes esqueletos de carbonato de calcio.
Expertos advierten que la plaga podría matar gran parte del arrecife, un magnífico arco de más de mil kilómetros de corales compartido por México, Belice, Guatemala y Honduras, el más grande del mundo después de la Gran Barrera de Coral en Australia.
Su desaparición devastaría además la vital industria turística a su alrededor, aunque es probable que sea justamente el turismo la raíz del problema.
El síndrome blanco fue detectado por primera vez en julio de 2018 en el Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos, en el norte del Caribe mexicano, cuando científicos descubrieron que los corales se estaban enfermando y muriendo rápidamente.
Al compartir su hallazgo con la comunidad internacional, confirmaron sus temores: era la misma enfermedad «letal» detectada en las costas de Florida desde 2014, explica Melina Soto, representante en México de la organización Healthy Reefs for Healthy People.
En 15 meses, la plaga ha avanzado en más de 400 kilómetros del arrecife mesoamericano con dirección sur, hasta llegar a Belice. En semanas, este patógeno puede destruir el tejido vivo de colonias de corales que tardaron décadas en formarse, alerta Soto.
«Si seguimos a ese ritmo podemos prever que ese ecosistema estará colapsando en los próximos cinco o diez años», aseveró.
Probable extinción
Según los científicos, el síndrome blanco es más peligroso que el blanqueamiento de coral, otro mal que ha afectado a varios arrecifes del planeta, como el australiano.
El blanqueamiento de los corales -que son colonias de diminutos animales- ocurre por la pérdida de las microalgas conocidas como zooxantelas que viven dentro de ellos y les dan su brillante color.
Provocado por cualquier estrés ambiental, como el aumento de la temperatura, el blanqueamiento de corales puede superarse si se recupera el ambiente.
Pero el síndrome blanco es letal. «Es un desprendimiento del tejido del coral que muere y al desprenderse deja expuesto el esqueleto, que es blanco», dijo Claudia Padilla, del Centro Regional de Investigación Pesquera (Crip) en Puerto Morelos.
Para un ojo inexperto, el impacto del síndrome todavía no es tan visible.
«Nunca había visto corales y me parecieron maravillosos, no hubiese pensado nunca que se están muriendo», dijo a la AFP Emanuel Fernández, un ingeniero químico argentino de 34 años tras una excursión de esnórquel en Isla Mujeres, en el Caribe mexicano.
Los expertos, en cambio, sí notan los daños.
«Antes tú ibas, buceabas y veías las colonias en los arrecifes que frecuentabas, ahora vamos y todas esas colonias están muertas», detalló Padilla.
Según ella, 25 de las 40 especies de corales del arrecife mesoamericano han sido afectadas por esta enfermedad y tres se encuentran en inminente riesgo de extinción.
Incluso ya se trabaja en un proyecto de resguardo genético de especies de coral en peligro por esta plaga, con miras a poder restaurar el arrecife en un futuro.
Impacto por turismo
Los investigadores marchan contra el reloj para entender las causas del síndrome blanco.
Un origen probable es la mala calidad del agua ocasionada por distintos factores, como puede ser el vertimiento de aguas residuales, la descomposición del sargazo -un alga cuya presencia ha aumentado mucho en años recientes, en otra emergencia ambiental para la región- o incluso el desmedido uso de bloqueadores solares, bronceadores y repelentes con los que la gente ingresa al agua, prohibidos desde hace un par de meses después de que se confirmase que afecta la reproducción de los corales.
«Una partícula de los bloqueadores, la oxibenzona, afecta e impide la reproducción de los corales», advierte Christopher González, director regional de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
Este mes, las autoridades cerraron temporalmente los arrecifes «Palancar», «Colombia» y «El Cielo», que reciben anualmente miles de visitantes que llegan en cruceros a la isla de Cozumel.
Autoridades, la industria turística y la población deben buscar ahora un delicado equilibrio: un nivel de turismo que no mate al arrecife ni a la economía.
En lo que va de 2019, los arrecifes del Caribe mexicano han sido visitados por unos 725.000 turistas, cifra similar a los años anteriores.
«Si perdemos el arrecife, perdemos nuestra principal actividad económica, que es el turismo», advirtió María del Carmen García, directora del Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos.