Una nube de humo tóxico llegó el domingo a Canberra, la capital australiana, mientras los bomberos siguen luchando contra las llamas en 140 puntos de la región, una situación que podría empeorar debido al aumento de las temperaturas en los próximos días.
El este de Australia vive desde hace tres meses incendios especialmente devastadores, debido, según los científicos, a una sequía prolongada y al calentamiento global.
Cuando se despertaron el domingo los habitantes de Canberra (sureste) vieron cómo la ciudad estaba cubierta por una espesa niebla tóxica producida por los incendios. Sídney, la mayor ciudad de Australia, ya vivió un fenónemo similar los días anteriores.
Las autoridades indicaron que las condiciones meteorológicas favorables les permitieron controlar varios incendios antes de que el martes vuelvan las altas temperaturas, superiores a 40ºC, acompañadas de fuertes vientos.
Entre los focos más impresionantes en los que trabajan los bomberos está un «megafuego» que arde en una superficie de 250,000 hectáreas a menos de una hora de Sydney, hasta la que ya llegan las cenizas.
«Hoy, los bomberos harán todo lo que esté en su mano para controlar y confinar los fuegos», dijo a la AFP Greg Allan, portavoz de los bomberos en las zonas rurales de Nueva Gales del Sur.
Pero los servicios meteorológicos de este Estado advirtieron de que los incendios son «en algunos casos demasiado grandes para ser apagados en este momento».
Cerca de 50 bomberos han venido de Estados Unidos y Canadá en estos días para ayudar en las tareas de extinción.
Desde septiembre, más de 700 hogares fueron destruidos y seis personas murieron en estos incendios. Este balance en sin embargo mucho menos mortífero que el de la temporada 2009, cuando unas 200 personas murieron.
Sin embargo este año la zona devastada este año es mucho mayor. Unos dos millones de hectáreas, equivalente a la mitad de la superficie de un país como Suiza, han quedado calcinadas.