Una degustación de vinos jóvenes en Francia en tiempos de la covid-19

En la intimidad de reputados castillos del sudoeste de Francia, o en un gran hotel, la degustación de vinos jóvenes de la cosecha 2019 –un sistema único de venta de grandes vinos de Burdeos– ha debido reinventarse por la crisis sanitaria del coronavirus.

Sin mascarilla, pero con el gel hidroalcohólico a mano, algunos comerciantes y periodistas degustan en muy pequeño comité las catas de las diferentes propiedades de Burdeos, lejos del habitual barullo que solía rodear la semana de los «primeurs» (vinos jóvenes) a principios de abril.

Por primera vez, la propiedad del vino de  Margaux (Médoc) hizo degustar sus mejores caldos con una organización muy específica: sesiones para cuatro personas, durante 30 minutos y en lugares individuales de degustación, regularmente desinfectados.

Los castillos y viñedos han abierto, como cada año, sus puertas a los profesionales, pero de forma más restringida: solamente comerciantes y periodistas tienen el privilegio de venir a degustar.

A diferencia de otros años, no hay un solo asiático, norteamericano o británico. Pero éstos han podido, pese a todo, descubrir la cosecha 2019 en sus propias casas, gracias al envío de muestras ya desde principios de abril.

Incluso algunos tienen derecho a video-degustaciones. «Eso permite un diálogo, y abre perspectivas de trabajo diferentes», reconoce Julien Viaud, del laboratorio Rolland & associés en Pomerol, que califica el 2019 de «buena añada».

«El 2019 reposa en la elegancia, en lo frutal (…) Para el merlot, hay notas de cereza negra, y aromas de grosella para el cabernet», estima este enólogo.

«Será agradable de beber dentro de cinco años» augura, y destaca la «complejidad» del vino, así como la ausencia de «taninos agresivos».

Estos vinos jóvenes, valorados ahora cuando aún están en proceso de vinificación, serán entregados dentro de 18 a 24 meses. Sus ventas permiten a las propiedades obtener algo de liquidez, y a los compradores adquirir a mejor precio grandes vinos, que luego desaparecen del mercado o tendrán precios inalcanzables.

Situación difícil

En el viñedo château Lascombes, en Margaux, las muestras han sido enviadas «desde hace un mes» a comerciantes, periodistas, importadores o distribuidores, dice el director general, Dominique Befve, que exporta el 80% de sus vinos.

El contexto era difícil ya desde antes del confinamiento –a mediados de marzo, en Francia– con las ventas de Burdeos en retroceso a nivel nacional e internacional.

«Ya todo era difícil cuatro o cinco meses antes de la covid-19, que ha arruinado las escasas esperanzas que entonces teníamos», explica el responsable. «Para nuestros importadores, es complicado comprar ahora» y recibir posteriormente el producto, en este incierto contexto, agregó.

«La covid-19 se agrega a una tendencia ya complicada en el comercio del vino debido a los aranceles impuestos por Estados Unidos. Luego hubo el Brexit, cuando los ingleses son muy importantes comerciantes de vino», subraya el enólogo Eric Boissenot.

Algunos constatan sin embargo un interés por esta cosecha 2019 en esta atípica campaña de «primeurs» que implica a 250 castillos y viñedos que representan 3% de los volúmenes de Burdeos, y 20% de su valor.

Del total de los veinte castillos y viñedos que han anunciado sus precios, la tendencia es a una caída de éstos del 20 al 30%, respecto al año pasado.

«Pero las ventas funcionan bien para los primeros vinos» en el mercado, reseña el Consejo Interprofesional del vino de Burdeos.

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