Hacia una revolución positiva
No importa dónde estemos, pero en nuestras conversaciones más triviales y más serias, en estos días de apertura política, que son históricos para todos, está presente Guatemala y su futuro.
Ahora sabemos lo que nunca antes habíamos siquiera sospechado: el insólito poder que tenemos como sociedad civil, manifestando nuestro clamor contra la impunidad.
Esto nunca antes había ocurrido. Estamos iniciando una nueva etapa de vida colectiva como nación y como pueblo: como cuando, de adolescentes, nos negábamos a vivir en el mundo de nuestros padres y abuelos.
Hay en el ambiente de nación una rebeldía inocente. Una rebeldía que es pacífica, porque está llena de ilusiones, y que es, en esencia, alegre, porque está dispuesta a enfrentarse a nuevos retos en la medida que vamos caminando hacia adelante. Estamos aprendiendo a caminar como pueblo. Nos hace falta aprender a correr y a saltar por encima de nuestros prejuicios y limitaciones del pasado.
Hoy, en la mañana, un día antes de las elecciones del 6 de Septiembre, presioné el botón de un elevador que me llevaría al segundo piso de uno de los centros comerciales de la zona 10. En este viaje instantáneo de dos pisos, una señora joven y su hija más joven aún, me preguntaron a bocajarro, ¿usted, señor, por quién va a votar?
No lo pensé dos veces, y les dije: No voy a cometer el mismo error de hace cuatro años. Hace cuatro años voté por el menos malo, para que, el realmente malo, no pudiera ganar fácilmente. Mañana, primero Dios, voy a darme el lujo de votar por quien creo que es el mejor, y no el peor. Ahora nuestra tarea es actuar al revés: participar en la creación de una segunda vuelta que vuelva a poner el futuro político de Guatemala en nuestras manos. La idea es votar nulo en la segunda vuelta y, con el triunfo del voto nulo, volver a poner en jaque a toda la clase política, a sus financistas y a las organizaciones criminales que se han apoderado del Estado guatemalteco.
Para eso, tanto la señora como su joven hija y yo, salimos de los elevadores juntos y seguimos nuestra conversación. Si en estas primeras votaciones logramos salir de los diputados que quieren reelegirse, ya no habrá excusa para que, antes de la segunda vuelta, este Congreso apruebe la nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos legalizando que el voto nulo sea vinculante.
No solo en la política, sino en la vida real, en nuestro trabajo, por ejemplo, e incluso en nuestra vida sentimental, me dijo la señora, la realidad nacional nos impone, día a día, a elegir entre lo menos malo, para que, lo que es lo peor, no nos ocurra. Vivimos en una realidad que tiene dos caras al mismo tiempo: aquello que deberíamos hacer de corazón, y aquello que, finalmente, hacemos porque estamos obligados a hacerlo.
Yo me quedé pensando en la filosofía de vida de esta señora y me di cuenta que una cosa es saber leer la realidad, pero otra cosa es lograr comprenderla en toda su amplitud. Cuando solamente nos limitamos a leer nuestras situaciones, caemos en la trampa de elegir por lo menos malo, porque no queremos que lo peor sea lo que ocurra. Pero, cuando actuamos con el corazón, por difícil que sean nuestras circunstancias, y nuestra lectura es igual a nuestra comprensión, con esa certeza, podemos tomar decisiones realmente valientes y visionarias. En lugar de lo menos malo, elegimos aquello que debemos hacer, y le perdemos miedo al miedo.
Existen, pues, dos Guatemalas. La Guatemala que nos hace ir hacia lo menos malo, para salvarnos de que lo peor pueda ocurrirnos, y que nos ha hecho lectores pasivos de la vida. Y la otra Guatemala que salta sobre lo menos malo y se remonta sobre lo peor, porque su lectura nos invita a comprender que existe algo puro, algo bello y digno que debemos tratar de alcanzar con todo nuestro ser.
¿Qué ha hecho este Congreso antes de esta primera vuelta? ¿Leer o comprender nuestra realidad?
¿Qué hemos hecho los guatemaltecos antes del 16 de Abril de este año? ¿Leer o comprender nuestra realidad?
¿Qué vamos a hacer cuando en la segunda vuelta se abra la oportunidad inédita de nuestra historia de anular nuestros votos? ¿Leer o comprender nuestra realidad?.
Vivimos en una realidad que tiene dos caras al mismo tiempo: aquello que deberíamos hacer de corazón, y aquello que, finalmente, hacemos porque estamos obligados a hacerlo.