Un francés de 57 años, aquejado de una enfermedad incurable, decidió abandonar sus tratamientos y difundir los últimos momentos de su vida a partir del sábado en directo en Facebook, después de que el presidente Emmanuel Macron le comunicara que no podía ayudarlo a morir.
Alain Cocq sufre una enfermedad extremadamente rara, sin nombre, que hace que las paredes de sus arterias se peguen, provocando una «isquemia», esto es, un paro o insuficiencia de la circulación sanguínea en un tejido o un órgano.
Paralizado por dolores que no cesan desde hace 34 años, condenado a guardar cama, Cocq habría deseado que le suministraran una sedación profunda, cosa que no permite la ley francesa, salvo cuando uno se halla a pocas horas de una muerte segura.
«Decidí decir basta», explicó recientemente este hombre, que sufrió nueve operaciones en cuatro años y es víctima de descargas eléctricas cada «dos o tres segundos».
«Mis intestinos se vacían en una bolsa. Mi vejiga se vacía en una bolsa. No puedo alimentarme, así que me ceban como a un ganso, con un tubo en el estómago. Ya no tengo una vida digna», relató.
Cocq había escrito al presidente Emmanuel Macron para que autorizara a un médico a recetarle un barbitúrico y poder «partir en paz».
AFP/Archivos / Philippe Desmazes Alain Cocq, de 57 años y con una enfermedad incurable en su piso de Dijon, en Francia, el 12 de agosto de 2020.
«Puesto que no estoy por encima de la ley, no puedo acceder a su demanda», dijo Macron en una carta enviada a Cocq y de la que la AFP obtuvo una copia. «No puedo pedir a alguien que se salte el marco legal actual», añadió el presidente.
Por ello, Cocq confirmó su intención de morir dejando de alimentarse, hidratarse y tratarse — salvo para aliviar el dolor — a partir de este viernes «a la hora de acostarse».
«Con emoción, respeto su iniciativa», afirmó Macron en su carta, que incluye una frase manuscrita: «Con todo mi apoyo personal y mi respeto profundo».
Eutanasia
Con el fin de «mostrar a los franceses lo que es la agonía impuesta por la ley», Cocq difundirá el final de su vida, que estima durará entre «cuatro y cinco días», a partir del sábado cuando se despierte, «en directo» en su página Facebook.
Espera así que su lucha le sobrevivirá y que en el futuro se adoptará una ley que permita unos cuidados de fin de vida que eviten «sufrimientos inhumanos». «Mi combate se prolongará en el tiempo», asegura.