Río de Janeiro verá este año un Cristo diferente al de brazos abiertos del Corcovado, indiscutible ícono local. Con rostro negro, cuerpo de mujer y sangre indígena, el redentor ideado por la escuela de samba Mangueira para el carnaval libra una batalla cultural en la arena de la brillantina en Brasil.
«¡Este no es el Jesús de la Biblia!», exclama Eleonor Teresa Sousa, una devota evangélica de 75 años que condena el espectáculo preparado por Mangueira, actual campeona de los desfiles de carnaval más famoso del mundo.
Sousa, una fiel de la Iglesia Universal del Reino de Dios, que reivindica ocho millones de miembros en Brasil, se dice «totalmente ofendida» por la «blasfemia» de Mangueira, que hacia la medianoche del domingo irrumpirá en la pista de 700 metros del Sambódromo.
En total 13 escuelas competirán durante dos noches llenas de color, lentejuelas, música, baile y, claro, samba.
Unos 40 jueces escrutarán cada detalle de los carruajes y de los movimientos de los cerca de 2,000 participantes de cada una de las escuelas, populares como equipos de fútbol.
Mangueira, identificada con sus colores verde y rosa, ganó el trofeo del año pasado, con un «enredo» (tema) que homenajeó a Marielle Franco, la concejal negra asesinada en 2018.
El de este año trae a Jesús de vuelta al mundo, en una favela de Rio, encarnado en una mujer negra con raíces indígenas, pidiendo por tolerancia.
La propuesta desató controversias en Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro cuenta con el respaldo de iglesias cristianas ultraconservadoras e incluye en su gabinete a ministros y voceros identificados con esas corrientes.
«Están blasfemando», dice Sousa, saliendo del santuario para enfrentar el sol del verano carioca.
El católico y conservador Instituto Plinio Correa de Oliveira lanzó una petición en línea condenando el espectáculo de Mangueira. Más de 100.000 personas han firmado el manifiesto «Diga no a la samba de Mangueira que profana al hijo de Dios».
Esta polémica viene después de otra, encendida cuando el grupo de comedia «Porta dos Fundos» lanzó la parodia «La primera tentación de Cristo» que mostraba a un Jesús en una relación homosexual.
Difundida en Netflix, la producción fue objeto de críticas de políticos y religiosos y de pedidos judiciales de censura. La víspera de Navidad, enmascarados atacaron con bombas molotov la sede de la troupe en Rio.
«Grito contra el fascismo»
En la sede de Mangueira, al pie de la favela donde nació y desde la cual se ve a la distancia el Cristo del Corcovado, los presentes defienden el «enredo».
«Es un grito de libertad contra el fascismo que ha tomado nuestro país», afirma Marcus Portugal Feital, un profesor de 61 años.
«Este es el verdadero Cristo, el que protege a los desamparados, a los abandonados, a los negros que viven en los guetos. Es todo lo que el equipo de Bolsonaro no hace», dice a las puertas de un ensayo, mientras cientos de personas bailan al ritmo de la poderosa percusión.
«Si Jesucristo volviera hoy al mundo, si naciera pobre, en una favela, sería masacrado», agrega su colega Consuelo Cavalcante, de 58 años.
La samba-enredo de este año es una protesta apenas velada contra el tipo de cristianismo preconizado por Bolsonaro, cuyo segundo nombre es Messias, partidario de la liberación del porte de armas de fuego para combatir la criminalidad.
«No hay futuro que no sea compartir, ni mesías con armas en la mano». dice en una de las estrofas.
«De nuevo clavaron mi cuerpo/ los profetas de la intolerancia/ Sin saber que la esperanza/ brilla más en la oscuridad», afirma otra.
Fuerte carga política
No es la primera vez que el desenfreno del carnaval choca con valores conservadores o llega a la arena política, afirma el historiador y escritor Luiz Antonio Simas.
«Pero hay momentos cuando esto es más explícito (…) y estamos en uno de esos momentos», agrega.
Otras escuelas traen una fuerte carga política, con sambas-enredo que tratan de asuntos indígenas y ambientales o de los derechos de negros y mujeres.
El alcalde de Rio, Marcelo Crivella, un pastor evangélico, suprimió los 28 millones de reales (USD 6,4 millones) de financiamiento público anual para las principales escuelas de samba.
Para el historiador Simas, «el surgimiento de un gobierno reaccionario, ultraconservador y aliado con fundamentalistas cristianos ha provocado naturalmente una reacción de la comunidad del carnaval, que termina chocando con el gobierno».