Turquía descarta negociar con fuerzas kurdas y exige que depongan las armas

Turquía descartó el miércoles negociar con los combatientes kurdos en Siria y les exigió que depongan las armas y se retiren de «la zona de seguridad» designada por Ankara, desoyendo así el llamamiento a un alto el fuego realizado por Estados Unidos.

Con el lanzamiento hace una semana de una operación militar contra la milicia de las Unidades de Protección Popular (YPG), Ankara ha transformado las alianzas y convertido el norte de Siria en el nuevo epicentro de una guerra que desgarra al país desde 2011.

Y es que gracias a un acuerdo con las fuerzas kurdas, el régimen sirio de Bashar al Asad ha vuelto a regiones cuyo control había perdido hace años y Rusia, aliado de Damasco, ha llenado el vacío dejado por la retirada de las fuerzas estadounidenses.

Al principio el presidente estadounidense Donald Trump parecía dar luz verde a la operación turca pero finalmente ha pedido el fin de la ofensiva y autorizado sanciones contra Turquía.

En este contexto Trump ha decidido enviar al país al vicepresidente Mike Pence y a su secretario de Estado, Mike Pompeo, que se reunirán con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan con el objetivo de convencerle de que negocie un alto el fuego con los combatientes kurdos.

Pero Erdogan no parece interesado en una tregua.

«Nos dicen que declaremos un alto el fuego. Nunca podremos declarar una tregua» mientras Turquía no haya expulsado a «la organización terrorista» de la frontera, declaró refiriéndose a las milicias kurdas.

«Nuestra propuesta es: que ahora, esta noche, todos los terroristas depongan las armas, el equipo, todo, que destruyan todas las fortificaciones y salgan de la zona de seguridad que hemos designado», afirmó, en un discurso ante el parlamento.

Entre tanto los combates siguen causando estragos. Desde la ciudad fronteriza turca de Ceylanpinar, se oían el miércoles numerosas explosiones en la localidad de Ras al Aín, donde los combatientes kurdos intentan repeler el asalto de las fuerzas de Ankara, constató la AFP.

Putin invita a Erdogan

El 9 de octubre, Turquía lanzó la operación «Manantial de Paz» contra las YPG, un grupo respaldado por los países occidentales por su papel desempeñado en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Ankara considera que esta milicia, principal componente de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una coalición arabokurda, es una «organización terrorista» por sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lleva a cabo una guerrilla en Turquía.

Para contrarrestar la ofensiva, las fuerzas kurdas han pedido ayuda a Damasco, que ha desplegado tropas en el norte del país, sobre todo en Manbij y en Ras al Aín, donde el martes murieron dos soldados del régimen por disparos de artillería de los rebeldes proturcos, asegura una oenegé, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

Según esta oenegé, el miércoles el ejército sirio y los combatientes kurdos libraban una encarnizada lucha contra los rebeldes respaldados por Ankara en Aín Isa.

El despliegue de fuerzas del régimen sirio, aliado de Moscú, hace temer un enfrentamiento con los militares turcos y los rebeldes apoyados por Ankara. Para intentar evitarlo el presidente ruso Vladimir Putin ha invitado a Erdogan a Rusia.

Según Moscú, la policía militar rusa realiza «patrullas a lo largo de la línea de contacto» entre las fuerzas sirias y turcas en el sector de Manbij. Este miércoles, la televisión rusa mostró las primeras imágenes de tropas rusas y sirias en la zona de Manbij, donde antes había soldados estadounidenses.

Trato sucio

Erdogan ha calificado de «trato sucio» el acuerdo alcanzado entre los kurdos y el régimen de Asad.

El objetivo de la operación turca es la creación de «una zona de seguridad» de 32 km de ancho a lo largo de su frontera para separarla de las áreas bajo control de las YPG y repatriar ahí a parte de los 3,6 millones de refugiados sirios instalados en Turquía.

En siete días han muerto 71 civiles, 158 combatientes de las FDS y 128 militantes proturcos, según el OSDH. Ankara ha informado asimismo de seis soldados muertos en Siria, así como de 20 civiles fallecidos por disparos de cohetes de combatientes kurdos contra ciudades turcas.

La ofensiva ha provocado el éxodo de 160.000 personas en el norte de Siria, según la ONU.

Varios países europeos temen la huida masiva de yihadistas detenidos en centros controlados por los kurdos. Según cifras kurdas, unos 12.000 combatientes del Estado Islámico, de los que entre 2.500 y 3.000 son extranjeros, están actualmente detenidos en estos campos.

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