Uno es un septuagenario blanco cuyas repetidas pifias suscitan dudas sobre su capacidad para dirigir Estados Unidos. El otro es también un septuagenario blanco, y sus meteduras de pata son tan frecuentes que ya nadie parece prestarles demasiada atención.
El duelo anunciado entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump en las presidenciales de 2020 podría causar bastante desconcierto y, probablemente, varios momentos cómicos.
Biden, una figura importante de la política estadounidense desde hace medio siglo, ha cometido tantas torpezas en estos años que las ha terminado convirtiendo en una especie de sello personal, el reflejo de un político humano, cercano y sin filtros.
Pero, a sus 76 años, el exsenador que encabeza la carrera para la investidura demócrata está visiblemente cansado y afronta un verdadero desafío. Ahora todos observan con más atención sus gestos y sus declaraciones.
Muchos analistas consideran que lo hizo bastante bien en el tercer debate demócrata, el jueves por la noche en la ciudad texana de Houston. Aunque no evitó algunos errores de sintaxis, referencias un poco confusas y expresiones extrañas. Como cuando, al querer hablar de su mujer actual y de la anterior, declaró: «Estoy casado con una profesora, mi mujer fallecida es una profesora».
Pero, si bien es cierto que Biden no siempre se expresa con gran claridad, ¿qué se puede decir del hombre al que espera sustituir en la Casa Blanca?
A veces las sorprendentes declaraciones de los dos rivales se asemejan.
El jueves, Biden animó a los estadounidenses a «tener siempre su tocadiscos encendido por la noche».
Horas antes, Trump ya se había referido a una tecnología del pasado al explicar a los periodistas que no podría ver el debate demócrata en directo pero que procuraría verlo «en cinta de vídeo».
Aspecto naranja
Aunque Trump, de 73 años, despliega una innegable energía física y no muestra las mismas señales de cansancio que Biden, sus declaraciones burdas y sus provocaciones en Twitter no son habituales en un presidente.
Mientras los candidatos demócratas debatían ante las cámaras en Houston, el multimillonario republicano pronunciaba un discurso de 68 minutos ante los parlamentarios de su partido en Baltimore.
Olvidándose a menudo del teleprónter, como suele hacer, Trump se burló de las energías renovables antes de bromear sobre las bombillas de bajo consumo que, según él, no son buenas porque le hacen «parecer naranja».
Tras un largo discurso sobre las consecuencias catastróficas, según él, del «Green New Deal», el plan medioambiental propuesto por los demócratas, acabó comparando al líder de la minoría republicana en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, con una vaca.
«Kevin es como una vaca pero más pequeña», dijo.
Los asistentes rieron de la gracia del presidente, pero éste pareció darse cuenta de la inconveniencia de su broma e intentó arreglarlo. «Tenía que encontrar a alguien para esta broma, Kevin, y he visto tu magnífica cara…».
La campaña presidencial de 2020 podría ofrecer muchos momentos cómicos, aunque no siempre sean fáciles de entender ni sean deliberados.