El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo este lunes que va a «suspender temporalmente» la inmigración hacia Estados Unidos por la pandemia del nuevo coronavirus, sin dar detalles sobre cómo va a implementar esta medida.
«En vista del ataque del Enemigo Invisible, además de la necesidad de proteger el empleo de nuestros GRANDIOSOS ciudadanos estadounidenses, voy a firmar una orden ejecutiva para suspender la inmigración hacia Estados Unidos», dijo en la noche del lunes en Twitter.
La pandemia del coronavirus -que ha dejado 167,000 muertos en todo el mundo y más de 42,000 en Estados Unidos- implica un frenazo económico que implicó que desde mediados de marzo 22 millones de estadounidenses han pedido subsidios tras perder su trabajo.
Este parón en un año en el que el FMI augura una recesión global juega en contra para Trump que aspira a la reelección en noviembre, con la lucha contra la inmigración como un eje central de su discurso.
Bajo su administración cerró un controvertido acuerdo con México para que los demandantes de asilo permanezcan en ese país mientras se tramita su solicitud y bajo presiones también logró acuerdos migratorios con El Salvador, Honduras y Guatemala.
Estos pactos con los países de Centroamérica, muy criticados por organizaciones de derechos humanos, lograron que el número de personas detenidas en la frontera bajara de un pico de 144,000 en mayo del año pasado a 33,000 en marzo.
En un momento en que Estados Unidos es el país del mundo con más casos del nuevo coronavirus y hay movimientos de protestas en todo el país – alentados por el propio presidente – para relajar las restricciones para detener la infección, el líder de la Liga de Congresistas Latinos, Joaquín Castro respondió a Trump.
«Esta acción no sólo es un intento de distraer la atención del fracaso de Trump a la hora de frenar el brote de coronavirus y de salvar vidas, sino que es una movida autoritaria para aprovecharse de una crisis para avanzar con su agenda antiinmigración», dijo Castro.
El gobierno de Trump mantiene una línea dura contra la inmigración irregular y también busca limitar las llegadas de inmigrantes legales al país, atizando habitualmente a sus bases con este tema.
Su gobierno decretó en 2018 una política de «tolerancia cero» contra la inmigración irregular que llevó a la separación de miles de niños de sus padres migrantes y tuvo que ser suspendida tras una ola de indignación mundial.