El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio el sábado un paso más en la escalada de tensión con Teherán al advertir de que tiene en el punto de mira 52 sitios en Irán y que los atacará «muy pronto y muy duro» si la República Islámica actúa contra personal o bienes estadounidenses.
Estos sitios son «de muy alto nivel e importantes para Irán y la cultura iraní», aseguró el mandatario en un tuit, en el que recalcó que «¡EEUU no quiere más amenazas!».
Trump explicó que el 52 corresponde al número de estadounidenses que desde finales de 1979 y durante más de un año estuvieron retenidos por un grupo de iraníes en el interior de la embajada de Washington en Teherán.
En una serie de tuits posteriores, el mandatario advirtió a Irán de que si ataca de nuevo a Estados Unidos, «¡les golpearemos más fuerte de lo que jamás han sido golpeados antes!».
En otro mensaje, Trump dijo que Estados Unidos usaría su «nuevo y hermoso» equipo militar «sin dudarlo» si los iraníes toman represalias.
La congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez calificó en un tuit a Trump de «monstruo» y tildó de «crimen de guerra» la operación autorizada por el presidente.
Las facciones proiraníes en Irak aumentaron la presión horas antes con el lanzamiento de proyectiles contra las fuerzas estadounidenses, tras el funeral multitudinario del poderoso general iraní Qasem Soleimani, asesinado el viernes en un ataque de Estados Unidos en Bagdad.
Varios proyectiles impactaron en la Zona Verde de Bagdad, donde se halla la embajada de Estados Unidos, y en la base aérea de Al Balad, al norte de la capital, donde están desplegados soldados estadounidenses, sin dejar víctimas.
El domingo por la mañana, una muchedumbre se congregó en la ciudad de Ahvaz, en el sudoeste de Irán, para homenajear a Soleimani.
«Guerra directa»
«Estados Unidos ataca directamente a un general iraní y los grupos ahora luchan abiertamente al servicio de Irán para vengar a este general: ya no es una guerra indirecta, es una guerra directa», dijo a la AFP Erica Gaston, investigadora de la New America Foundation.
Poco después de los ataques, las brigadas de Kataeb Hezbolá, la facción más radical de las milicias proiraníes en Irak, exigieron a las fuerzas de seguridad iraquíes que se alejaran «a 1.000 metros como mínimo de las bases estadounidenses a partir del domingo a las 05H00 pm (14H00 GMT)».
El Parlamento iraquí se reúne el domingo en una sesión extraordinaria en la que podría denunciar el acuerdo irako-estadounidense que enmarca la presencia de 5.200 soldados estadounidenses en suelo iraquí.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, criticó con dureza la exigencia lanzada por Kataeb Hezbolá.
«Los matones le dicen a las fuerzas de seguridad iraquíes que abandonen su deber de proteger la embajada de Estados Unidos en Bagdad y otros lugares donde los estadounidenses trabajan codo a codo con la buena gente iraquí», tuiteó el jefe de la diplomacia estadounidense.
Pompeo dijo también que las órdenes que da Teherán a Bagdad «ponen en riesgo la vida de los patriotas iraquíes».
La OTAN ya anunció la suspensión de sus misiones en Irak y la coalición antiyihadista, liderada por Estados Unidos, redujo sus operaciones y reforzó la seguridad de sus bases. Estados Unidos anunció el despliegue de 3.000 a 3.500 soldados adicionales en la región.
Por la noche, drones de la coalición que apoya a Estados Unidos sobrevolaban la base K1 de Kirkuk, así como la de Al Balad, según fuentes en el lugar.
«El precio de tu sangre»
Estados Unidos atacó el viernes con un dron el convoy de Soleimani y de Abu Mehdi al Muhandis, número dos del Hashd al Shaabi, coalición de combatientes proiraní integrada ahora en las fuerzas de seguridad iraquíes.
Murieron 10 personas en total, y la audaz operación puso en máxima alerta a la comunidad internacional.
Durante toda la jornada del sábado, en presencia del primer ministro dimisionario Adel Abdel Mahdi y de altos dirigentes del Hashd, miles de iraquíes pidieron venganza en los funerales de los diez hombres.
«Muerte a América», gritó la multitud, muchos vestidos de negro y golpeándose el pecho en señal de duelo, tanto en la capital iraquí como en las ciudades santas chiitas de Kerbala y Nayaf. En Teherán, miles de iraníes lloraban y quemaban banderas estadounidenses.
Hadi al Ameri, líder de los proiraníes en el Parlamento iraquí, hizo una promesa ante el ataúd de Abu Mehdi al Muhandis. «El precio de tu sangre será la salida de las tropas estadounidenses de Irak», lanzó.
«Cada diputado que no asista al voto para echar al ocupante fuera de Irak será un traidor a la patria», advirtió un diputado proiraní en Twitter.
La muerte de Soleimani, de 62 años, jefe de la fuerza Al Quds de los Guardianes de la Revolución encargada de las operaciones exteriores de Irán, generó un consenso contra Estados Unidos en un Irak desgarrado desde hace más de tres meses por una revuelta popular contra el poder y el control de Irán.
«Preparados»
El movimiento Hashd llamó a sus combatientes a estar «preparados». El líder chiita iraquí, Moqtada Sadr, reactivó su propia milicia disuelta tras luchar contra el ocupante estadounidense en Irak (2003-2011).
Varios jefes del Hashd estuvieron presentes en el funeral en Bagdad, lo que desmiente los rumores sobre la muerte de varios de ellos en un ataque el sábado al norte de la capital contra un convoy de su coalición.
Un portavoz de la coalición antiyihadista aseguró que «no hubo ningún ataque estadounidense o de la coalición».
Para justificar la orden de matar al artífice de la estrategia iraní en Oriente Medio, Trump aseguró que Soleimani estaba planeando ataques «inminentes» contra diplomáticos y militares estadounidenses.
El embajador iraní ante la ONU denunció por su parte un «acto de guerra». La respuesta será «militar», advirtió Majid Takht Ravanchi.