Triunfo histórico: Kevin Benavides, el nuevo rey del motociclismo en el Rally Dakar

Un triunfo histórico. Un hito para el motociclismo argentino y latinoamericano. Un éxito que quedará en los libros de la carrera más exigente y peligrosa del planeta. Kevin Benavides es el nuevo rey del Rally Dakar. Un sueño que empezó en 2016 y un lustro más tarde se convierte en realidad.

Benavides terminó segundo en la última etapa, que se llevó a cabo entre las localidades Yanbu y Yedá, en Arabia Saudita, y que fue obtenida por el estadounidense Ricky Brabec, de la misma escudería. El argentino, a 2m.17s. de Brabec en la etapa, lideró la clasificación general con 4 minutos y 56 segundos de diferencia sobre Brabec, que terminó escolta.

Polvo, arena, tierra, piedras, montañas, altura, frío, calor. Caídas y lesiones que provocaron frustraciones, como un abandono o directamente la imposibilidad de participar de la competencia para la que el piloto se preparó durante un año. El salteño se entremezclará con los múltiples vencedores que desafiaron los salvajes caminos de África y más tarde los riesgosos senderos de Sudamérica para coronarse de gloria, como Stéphane Peterhansel, Cyril Neveu, Hubert Auriol, Edi Orioli, Cyril Despres, Marc Coma. Ese trono ocupará ahora el piloto que reafirma el avance de Honda en la categoría, en esa selecta mesa se sentará el hombre que hizo de la aventura dakariana una obsesión. En Arabia Saudita, Benavides rompió el hechizo.

La aventura resultó tan gratificante desde el resultado como impredecible por el desarrollo de cada una de las 12 etapas. De escolta al retraso al puesto 13, después del segundo segmento; la caída, la nariz rota, la victoria parcial en el quinto día de carrera y el salto a la cima del clasificador general. Un error de navegación le hizo perder tiempo, aunque el retraso lo invitó a arriesgar. Las deserciones del chileno Cornejo y el francés De Soultrait, una ayuda que tomó sin vacilar en el abrasivo desierto. «En un Dakar pueden pasar muchísimas cosas, estar adelante o muy atrás y viceversa. Mi sueño era ganar el Dakar y no iba a parar hasta conseguirlo. Siempre me prepare para ir en búsqueda de eso. La victoria de Honda el año pasado [la marca japonesa desbancó a KTM, tras 18 años] nos motivó para trabajar, fue un premio al desarrollo y a la inversión del equipo. Nos sacó presión, pero también todos queríamos revalidar el título», confiesa el salteño, que hizo una última preparación con el triunfo en el Rally de Andalucía.

Las motos y la familia Benavides van a la par. Su padre Norberto, con concesionaria y además piloto nacional, montó a Kevin a la edad de tres años en una moto. El encanto fue total: a los 9 empezó a competir, a los 16 se hizo profesional y a los 21 era la imagen de marcas internacionales en los certámenes de Enduro. A los 29 firmó como piloto oficial Honda y el subcampeonato en el Dakar 2018 lo ubicó definitivamente en la vidriera. El palmarés por entonces incluía campeonatos argentinos y latinoamericanos de Enduro y de Cross Country, subcampeonato mundial de Cross Country, triunfos en los Dakar Series. «Mi papá me enseñó los primeros pasos en las motos, pero nunca me presionó. Con mi hermano Luciano siempre tuvimos apoyo familiar y lo que hacemos lo hacemos por pasión: tenemos esas ganas constantes de superación y cada vez que hacemos algo es por decisión propia. El talento puede ser natural, pero la habilidad se desarrolla con muchas horas de entrenamientos», asegura uno de los cuatro nombres que defendió a Honda en Arabia Saudita.

El 2 de enero de 2016, Benavides estrenó el sueño. Siempre con el N°47, tuvo una presentación que generó admiración, al terminar en el cuarto puesto y ganando una etapa. El éxito final fue del australiano Toby Price, pero su tarea despertó asombro: «Es una de las grandes promesas que llegó al Dakar», lo definió el español Coma, cinco veces vencedor de la carrera y por entonces director deportivo de la competencia. «Es más de lo que imaginaba, me conformaba con llegar entre los 10», confesaba el primer argentino en ganar un parcial del Dakar. Honda lo fichó como piloto oficial para el Dakar 2017. La pretemporada se presentaba prometedora -también con algún susto, como cuando fue encañonado por los fusiles de los militares en pleno desarrollo del Rally de Marruecos-, pero la fantasía tuvo un giro inesperado: a dos semanas del Dakar se cayó en un entrenamiento y se fracturó la mano derecha. Fuera de juego. Dio vuelta la página y reapareció a pleno, con un segundo puesto en la travesía 2018, que recorrió Perú, Bolivia y Argentina; ¿pudo ganar? Nadie lo sabrá, porque se perdió en la etapa 10, entre Salta y Belén -el patio de su casa- y ahí se desvanecieron las posibilidades.

El Dakar peruano, en 2019, fue un suplicio: desde la penalización por una supuesta información extra en el road book -dos meses después la organización le quitó la sanción- a un cambio de motor; el quinto puesto no resultó lo esperado. Tampoco la primera experiencia en territorio saudita fue auspiciosa, otra vez el motor de la marca japonesa lo quitó de las luces, las que se alumbraron a su compañero Ricky Brabec. Pero Honda, que ocho años antes había vuelto al Dakar, lograba el objetivo y celebraba después de 32 temporadas.

El Dakar es un juego de estrategias y Benavides aprendió a jugarlas. «Cuando abro pista voy más concentrado, eses es un punto fuerte, pero es verdad que se pierde mucho tiempo, en especial en las etapas de navegación (arena). Al no haber marcas perdés tiempo, el que viene atrás, sigue líneas: navega, pero puede corroborar que va por la línea y ve donde se frenó, donde se aceleró. Esa es una ventaja. Hay que saber jugar bien las etapas, para ver cuál conviene abrir o largar desde atrás. También el ritmo cambió muchísimo, hay 10 pilotos que van rápido, se abre pista rápido y el ritmo es muy veloz. Ahora es mucho más motocross, es un nivel muy alto. Las motos evolucionan y todo ayuda a la velocidad y a la peligrosidad», explica Kevin, que el 9 de enero cumplió 32 años y celebró en Ha’il, junto a su hermano Luciano, que dos días después se accidentaría y abandonaría. «Los golpes enseñan», el mensaje que le dejó a quien compitió con el N°77 para Husqvarna.

Cada terreno, cada paisaje, es una combinación de belleza natural y trampas. El piloto disfruta, aunque menos de lo que quisiera. «Pasas por camino de dunas, montañas, ríos, arena, desierto. No te ponés a observar la naturaleza, pero es hermoso. Una aventura inesperada kilómetro a kilómetro», admite y, al mismo tiempo, expone la dureza del Dakar: «El agotamiento físico de cada etapa y que se acumula durante 15 días. Se duerme poco y se come más o menos. Se acumula cansancio y el final es muy pesado. Hay que poner muchas veces el corazón, te preguntás qué hago acá: una vez, en un enlace en Bolivia, llovía, era de noche, pasaba por la cordillera a 4 mil metros. Pero disfrutamos la pasión por las motos, la aventura de correr y medirse, de sentir adrenalina y ese altísimo riesgo», explica Benavides, el que fue llamado el Niño mimado de Honda y ahora se convirtió en rey.

*Con información de La Nación

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