El Tour de Francia vivirá el viernes, supuestamente, una etapa de tregua después de las jornadas alpinas y antes de disputar la contrarreloj decisiva del sábado, en la previa de la llegada de los corredores a París para la fiesta final de la carrera.
No obstante, el recorrido de 166,5 km que separa las localidades de Bourg-en-Bresse y Champagnole es suficientemente accidentado, con un único puerto de 4ª categoría a mitad de la jornada, como para que la mayoría de ciclistas tengan dificultades en mantenerse en el pelotón para llegar a Champagnole con opciones de disputar un esprint masivo, sobre todo al ritmo que se ha corrido toda la carrera y el cansancio que acumulan ya los ciclistas.
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Teniendo en cuenta que hay equipos, muchos todavía, que no han logrado ninguna victoria de etapa, no es descartable que a la meta pueda llegar alguna escapada, ya que será la última oportunidad para muchos de poder lograr un triunfo parcial.
En cambio, nada debería pasar entre los primeros de la clasificación general, que tendrán que guardar fuerzas para el último ejercicio exigente de la prueba, la contrarreloj del sábado con final en el alto de la Planche de Belles Filles.