El británico-israelí Uri Geller, mundialmente conocido por sus supuestos poderes para doblar cucharas con la mente, postuló a un puesto en el gobierno de Boris Johnson después que el consejero especial del primer ministro lanzase un llamado a «tipos raros e inadaptados».
«Queremos contratar a personas inusuales con diferentes habilidades y experiencias para trabajar en Downing Street», escribió hace una semana en su blog el controvertido consejero Dominic Cummings.
Entre los perfiles buscados figuran especialistas en datos, programadores, economistas, expertos en comunicación, jóvenes investigadores, pero también «tipos raros e inadaptados con habilidades extrañas».
Geller, de 73 años, considera ajustarse al perfil.
«No busque más», escribió en su carta de candidatura, consultada por la AFP.
«Tengo poderes psíquicos reales, sólo pregúntenle al Mosad, la CIA y al Pentágono», añadió, refiriéndose a las afirmaciones de que ha trabajado para los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel.
Geller, que fue amigo íntimo del difunto cantante Michael Jackson, parece ser seguidor de Johnson.
En diciembre, afirmó haber ayudado al primer ministro británico a retener el poder dándole una cuchara cargada con «energía positiva» que había pertenecido a la difunta líder israelí Golda Meir.
En su carta de candidatura, que incluye un respaldo del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, Geller expone un variopinto recorrido personal.
Asegura que su carrera televisiva como ilusionista y doblador de cucharas con el poder de la mente fue en realidad «la cobertura perfecta» para un trabajo de espionaje.
«En mi trabajo de inteligencia participé en la operación Tormenta del Desierto, ayudé a localizar túneles secretos en Corea del Norte y usé mis habilidades para borrar discos diplomáticos cruciales en su camino a Moscú», escribe.
«Aunque muchos han dudado de mis habilidades, mis logros no pueden ser descartados como trucos o ilusiones», asegura.
Afirma asimismo haber participado en las negociaciones sobre desarme nuclear con Moscú durante la Guerra Fría, «bombardeando a su negociador principal con ondas de pensamiento positivas para que la delegación soviética firmara el tratado».
Un poder que podría resultar útil en la negociación de la relación posbrexit con la Unión Europea, que se anuncia difícil. «Tal vez puedan utilizar mis habilidades en sus contactos con Michel Barnier», el negociador jefe europeo, sugiere.