Tragedia aérea de TAM, una herida sin cerrar 10 años después

A las dos de la mañana Roberto Silva recibió una llamada. Su hija menor atendió; la mayor había tomado un vuelo esa tarde. «Le estamos informando que Madalena Silva murió a las 18:49 en el aeropuerto de Congonhas». Había comenzado el calvario de 199 familias en Brasil.

El 17 de julio de 2007 un Airbus A320 de la brasileña TAM -ahora Latam- despegó de Porto Alegre hacia Sao Paulo. Había recargado combustible y llevaba a bordo 187 personas.

Madalena, de 20 años, era una aeromoza de TAM que venía de visitar a su familia y volvía a Sao Paulo, donde vivía cerca de Congonhas, el segundo mayor aeropuerto del país.

El vuelo JJ3054 aterrizó, pero los pilotos no consiguieron frenar la aeronave, que salió de la pista, atravesó la avenida que bordea la terminal y se estrelló contra un hangar de la propia TAM.

El Airbus explotó y las llamas consumieron todo. Las 187 personas a bordo y otras 12 en tierra murieron.

Fue considerada la mayor tragedia de la aviación comercial brasileña, que con 187 accidentes desde 1945 ocupa el tercer lugar en el ranking global de Aviation Safety Network.

El Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aeronáuticos concluyó en 2009 que factores humanos y técnicos causaron el accidente.

Después de años de investigaciones, nadie fue responsabilizado.

«Frustración total, es lo que siento, queríamos justicia pero es David contra Goliat», cuenta Roberto Silva.

«La decisión realmente causa sorpresa porque hubo problemas en la pista el día anterior, había relatos de peligro (…) hubo negligencia», opina Christophe Haddad, franco-brasileño, que perdió a su hija Rebecca, de 14 años.

Rebecca iba con su amiga Thais Scott, también de 14, de vacaciones a la capital paulista.

Archelau Xavier, vicepresidente de la Asociación de Familiares de las Víctimas del vuelo TAM JJ3054 (Afavitam), cree que «la justicia fue manipulada». La hija de Xavier, Paula, de 23 años, murió junto a su novio volviendo de vacaciones.

Cada familiar relata los detalles legales y técnicos con precisión. Hablan de flaps, manillas y hasta de la cantidad de combustible y del peso de la aeronave. De cuánto resbalaba la pista y de la extensión de la misma.

También lo hace Ronaldo Marzagao, abogado de la Afavitam, quien revisó cientos de páginas de laudos y entrevistas.

Marzagao era secretario de seguridad de Sao Paulo en 2007 y fue uno de los primeros en llegar al aeropuerto aquella noche.

«Había elementos para demostrar que podrían haber impedido lo que no impidieron», afirma el abogado, que dice respetar el fallo sin estar de acuerdo.

«La única cosa que restó a los familiares fue que a partir de esa tragedia, a un costo muy alto, se cambió la legislación, modificaron aspectos en el aeropuerto y diseñaron un nuevo software para Airbus (…) Hoy ese accidente no podría haber ocurrido», opina.

– En el olvido –

Después del siniestro, Roberto Silva se mudó con su familia de Porto Alegre a Sao Paulo. Ahora vive en un edificio frente a Congonhas, justo al borde de la pista, desde donde ve despegar y llegar aviones constantemente frente al lugar en el que falleció su hija. Allí, fue erigido en 2012 un monumento para recordar a las víctimas.

«Luchamos por esto», dice Silva, mostrando fotos de la plaza inaugurada, que nada tiene que ver con la abandonada construcción actual en la que cuesta reconocer el homenaje.

Adolescentes en patinetas golpean el cemento de una fuente tan olvidada que parece apenas un círculo gris. Los nombres de las víctimas debían ser grabados en metal pero permanecen cincelados y la placa central está corroída.

Un árbol sobresale en medio de la fuente. Fue lo único que quedó en pie tras horas de llamas aquel 17 de julio.

Obreros reinstalan las 199 luces en el suelo. «Los ves arreglando para la ceremonia de los diez años, pero si vienes dentro de un mes, está todo abandonado de nuevo», lamenta Silva.

Silvia Xavier, esposa de Archelau, dice que a lo que han sufrido, ahora se suma la pena de ver menguar ese espacio. «Es mucho irrespeto».

Para Silvia «esto aquí no es una plaza cualquiera, esto es para señalizar a los pilotos en la ruta que aquí hubo 199 muertes, esto aquí es un alerta para que no vuelva a ocurrir».

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