No tienen la edad aún para trabajar, pero andan por las calles de la ciudad o del interior del país lustrando zapatos, vendiendo chicles o realizando tareas agrícolas para ayudar con los ingresos familiares.
La escuela no es prioridad, aunque ello los condene a continuar y reproducir el círculo de la pobreza. Tampoco tienen tiempo para jugar y disfrutar su niñez.
El 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil y el país tiene pocas razones para celebrar.
El boletín Trabajo infantil, elaborado por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) y dado a conocer en 2015, da cuenta de que existen 302 mil 476 niños entre 7 y 14 años que en vez de ir a estudiar se dedican a alguna actividad laboral. En las mismas condiciones se encuentran otros 399 mil 611 con edades que van de los 15 a los 17, ―en total son 702 mil 87―.
El 43.1 por ciento de la población de niños ocupados se encuentra por debajo de la edad permitida por la ley para trabajar (7 a 14 años), subraya luego el estudio de ASIES.
El citado informe concluye, entre otras cosas, que en el área rural reside la mayoría de menores ocupados, que los varones presentan la mayor participación en el área urbana y rural y que la población de los niños indígenas alcanza casi tres veces la participación laboral de los niños no indígenas.